?Cu¨¢ndo abandonaste a Woody Allen?
Hace 45 a?os lleg¨® a Espa?a la primera pel¨ªcual de Allen: ¡®Toma el dinero y corre¡¯. Su talento insondable hace que haya rodado 49 pel¨ªculas
All¨¢ por el a?o 1970, por la puerta trasera del franquismo se col¨® en nuestras pantallas un cineasta que a los cin¨¦filos nos oblig¨® a re¨ªr de otra manera. Todo empez¨® con la pel¨ªcula Toma el dinero y corre, dirigida e interpretada por ese tal Woody Allen. Al a?o siguiente el tipo present¨® Bananas, su segundo golpe de humor inteligente, disolvente y provocador. A partir de ese momento se form¨® una secta cuyos componentes, en poco tiempo, supimos todo de aquel cineasta. Que hab¨ªa nacido en Brooklyn el 1 de diciembre de 1935, que era un jud¨ªo agn¨®stico, canijo, neur¨®tico, educado de ni?o en una escuela hebrea, alumno del Midwood High School, matriculado despu¨¦s en Ciencias cinematogr¨¢ficas en la Universidad de Nueva York, que comenz¨® a ganarse la vida vendiendo chistes a periodistas famosos y gags a algunas productoras de cine. Y que aunque cada uno se hab¨ªa formado una opini¨®n del personaje, fue ¨¦l mismo quien mejor se defini¨®: ¡°Yo no quer¨ªa ser Bogart ni John Wayne. Yo solo quer¨ªa ser el capullo de la clase, quer¨ªa ser ese chico con gafas que nunca consigue a la chica pero que es divertido y cae bien a todo el mundo¡±. Pese a todo, en las pel¨ªculas aquel esmirriado gafoso, una escoria de div¨¢n de psicoanalista, se llevaba siempre a la chica solo porque la hac¨ªa re¨ªr, lo cual nos hizo concebir esperanzas de seducir de la misma forma a aquellas amigas del pub de Santa B¨¢rbara si uno soltaba las mismas frases c¨¢usticas, ingeniosas e imprevistas que o¨ªamos de su boca.
Yo no quer¨ªa ser Bogart ni John Wayne. Yo solo quer¨ªa ser el capullo de la clase, quer¨ªa ser ese chico con gafas que nunca consigue a la chica pero que es divertido y cae bien a todo el mundo¡±
La democracia lleg¨® a Espa?a junto con el ¨¦xito en las pantallas de Annie Hall, con Diane Keaton, pero el salto cualitativo se produjo con Manhattan, rodada en blanco y negro en 1979. En Espa?a reinaba una acracia feliz, ning¨²n gobernante se atrev¨ªa a prohibir nada y aunque hab¨ªa sangre de ETA en las calles y rumor de sables en los cuarteles, el sexo estaba ya al alcance colgado de las acacias. Fue entonces cuando Woody Allen convenci¨® a los progres cuarentones de que pod¨ªan enamorar a chicas adolescentes como Mariel Hemingway. Bien es cierto que en ninguna ciudad de Espa?a hab¨ªa un banco para contemplar el atardecer sobre el puente de Brooklyn ni un River Caf¨¦ para tomar un whisky con ginger ale contemplando el skyline de Manhattan. Bastaba con so?ar. Para eso estaba Woody Allen, que cada a?o llegaba con su cosecha, una nueva versi¨®n sobre lo mismo que no era sino el interminable paseo por Nueva York al lado de una chica molona, en el Central Park, en el acuario, en una exposici¨®n de pintura en el Soho, en el planetario, entrando y saliendo peque?as tiendas sofisticadas de barrios escogidos e inesperados de la ciudad con una m¨²sica de swing al fondo, ¨¦l elucubrando disparates neur¨®ticos inteligentes con una manzana y una botella de agua mineral en la mano, ella sonriente y admirada por su talento hasta terminar en un beso a la luz de la farola y luego con una elipsis de sexo en la cama. ?Por qu¨¦ no pod¨ªamos ser como Woody Allen?
Los m¨¢s iniciados de la secta sab¨ªan que Woody Allen tocaba el clarinete con unos amigos los lunes en el Michael¡¯s Pub. Siempre hab¨ªa alguien que juraba haberlo visto y escuchado all¨ª en persona. A los dem¨¢s nos suced¨ªa que, si de paso por Nueva York, te acercabas al 211 W 55 Street, y preguntabas por ¨¦l, precisamente ese d¨ªa Woody no estaba, te dec¨ªa el conserje. El fracaso se repet¨ªa cuando a?os despu¨¦s el grupo se traslad¨® al caf¨¦ del hotel Carlyle.
Vida y obra
Woody Allen naci¨® el 1 de diciembre de 1935 en Brooklyn (Nueva York) como Allan Stewart K?nigsberg. De cr¨ªo aprendi¨® a tocar el viol¨ªn, despu¨¦s se pas¨® al clarinete.
Fue al cine por primera vez con tres a?os, a ver Blancanieves y los siete enanitos. De la emoci¨®n se lanz¨® a la pantalla a tocar a los personajes.
Con 16 a?os ya era humorista y con 19 obtuvo su primer contrato profesional.
Ha ganado cuatro oscars? ha sido candidato en otras 20 ocasiones: obtuvo las estatuillas por los guiones originales de Annie Hall, Hannah y sus hermanas y Midnight in Paris, y por la direcci¨®n de Annie Hall.
Recibi¨® el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Artes en 2002 y el Donostia en 2004.
El talento de este cineasta parec¨ªa insondable, sin dejar de sacar agua siempre del mismo pozo. Woody Allen se presenta todav¨ªa cada a?o con un nuevo ¨¦xito como vuelven las golondrinas en primavera o pasan los tordos en oto?o. Hasta hoy lleva rodadas y estrenadas 49 pel¨ªculas a sus 79 a?os. Nada se puede decir de este cineasta que no se haya dicho ya por los cr¨ªticos. El veredicto sobre Woody Allen se puede formular con esta pregunta: ?en qu¨¦ pel¨ªcula abandonaste a Woody Allen y dejaste la secta? Se daba un caso curioso. Suced¨ªa a veces que despu¨¦s varias pel¨ªculas reiterativas, comestibles, dec¨ªas, ah¨ª te quedas, ya me s¨¦ el truco de memoria, est¨¢s acabado, pero al a?o siguiente volv¨ªa con una bomba, Hannah y sus hermanas o Balas sobre Broadway o D¨ªas de radio o Delitos y faltas, te reconciliabas con ¨¦l y ped¨ªas la readmisi¨®n en la secta a los irreductibles.
Cuando Woody pens¨® que era poco cre¨ªble que pudiera enamorar a la chica dej¨® atr¨¢s la neurosis del psicoan¨¢lisis y comenz¨® a realizar pel¨ªculas que eran en realidad anuncios publicitarios sobre la ciudad que le pagaba la cuenta. En una de esas le dieron el premio Pr¨ªncipe de Asturias y a continuaci¨®n cometi¨® ese engendro de Barcelona a medias con Oviedo y entonces descubrimos que a Woody le gustaba e incluso le sentaba bien la fabada. ?No era ese plato rotundo incompatible con el psicoan¨¢lisis? ?Ser¨¢ Woody un impostor? Roma. Venecia. Fiascos para arramblar dinero. De pronto rueda Match Point y Midnight in Paris y todo volvi¨® a su cauce. Algunos le han prometido amor eterno pase lo que pase, otros cruzan los dedos en cada estreno, otros han decidido dejarle, los m¨¢s resentidos, aquellos progres que se pasaron a la rosca neoliberal han comenzado a odiarle. En el fondo, cada una de sus pel¨ªculas nos recuerda a nuestra generaci¨®n aquel momento de rebeld¨ªa con las primeras carcajadas, los a?os de desencanto con las primeras canas, los amores pasados, la nostalgia de la inteligencia de aquellos tiempos de ira.
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