La banalidad del mal seg¨²n Egoyan
El cineasta levanta aplausos en Venecia con ¡®Remember¡¯
Existi¨® un tiempo en que Atom Egoyan fue una de las principales figuras del cine de autor internacional. Corr¨ªan los a?os noventa cuando el Festival de Cannes se rindi¨® a sus pies con pel¨ªculas envueltas de misterio y ambig¨¹edad, como Exotica o El dulce porvenir, que incluso le report¨® una nominaci¨®n al mejor director en los Oscar, para m¨¢s inri el mismo a?o de la apoteosis de Titanic. Desde entonces, todo ha ido cuesta abajo para el director canadiense. Desde hace cerca de una d¨¦cada, su lugar en el ecosistema cinematogr¨¢fico se ha deteriorado considerablemente. Hoy parece poco m¨¢s que un mercenario que rueda thrillers sin demasiada personalidad ni sustancia, como demuestran t¨ªtulos recientes como Chloe, Cautivos o la todav¨ªa in¨¦dita Devil¡¯s Knot.
La tendencia podr¨ªa invertirse pr¨®ximamente, a juzgar por la ovaci¨®n que la Mostra ha dedicado este jueves a su nueva pel¨ªcula, Remember. Ese entusiasmo resulta, sin embargo, bastante incomprensible, puesto que el proyecto parece marcado por muchos de los malos vicios que han acelerado su declive. La pel¨ªcula describe el periplo de Zev, un anciano con demencia senil que, siguiendo las instrucciones de su amigo Max, escapa de la residencia donde vive tras la muerte de su esposa y se pone a buscar al Blockf¨¹hrer nazi que, setenta a?os atr¨¢s, extermin¨® a su familia en el campo de concentraci¨®n de Auschwitz. El asesino se llama Rudy Kurlander y se fug¨® al otro lado del Atl¨¢ntico despu¨¦s de la guerra. Tres personas responden a ese nombre en Estados Unidos y una, en Canad¨¢. Pese a sus problemas de memoria y de orientaci¨®n, Zev emprender¨¢ un viaje por toda la geograf¨ªa norteamericana hasta encontrar a ese nazi y cobrarse su vida.
Toda la pel¨ªcula gira entorno al infinitivo que le da t¨ªtulo, que parece formularse m¨¢s bien en imperativo. Para Egoyan, surgido de la di¨¢spora armenia ¨Cy que ya evoc¨® el mismo tema, aunque de manera distinta, en Ararat¨C, recordar es una obligaci¨®n, por dolorosa que resulte para uno mismo y para los dem¨¢s, por muchas amnesias selectivas a las que uno se haya sometido y por tr¨¢gicas que resulten las consecuencias.
¡°La pel¨ªcula es una inspecci¨®n de la memoria y el trauma, reflejada a trav¨¦s de dos personajes excepcionales. Cuando le¨ª el guion por primera vez, me pareci¨® una historia totalmente original. Nunca me hab¨ªa topado con un personaje como Zev¡±, ha afirmado Egoyan en rueda de prensa. El director ha descrito su pel¨ªcula como ¡°un thriller peculiar, protagonizado por hombres muy viejos, que avanza a su ritmo vital, extremadamente lento¡±. Egoyan ha dicho que, dentro de pocos a?os, pel¨ªculas como esta se convertir¨¢n ¡°en filmes de ¨¦poca¡±. ¡°Mis personajes forman parte de los ¨²ltimos supervivientes¡±, ha apuntado.
Pese a sus m¨²ltiples defectos, Remember cuenta con dos virtudes considerables. La primera es un memorable personaje protagonista, al que encarna un asombroso Christopher Plummer, que a sus 85 a?os libra una interpretaci¨®n dominada por una t¨¦cnica impresionante, en la que logra encontrar el equilibrio perfecto entre conciencia y senilidad, emotividad y contenci¨®n. ¡°Nunca hab¨ªa interpretado a un personaje como este. Lo veo como un hombre normal, sencillo e introvertido, que es algo que me resulta ajeno. Por eso acept¨¦ este reto¡±, ha explicado Plummer, sonriente y en plena forma, en videoconferencia desde Estados Unidos.
El actor canadiense, quien ya se opuso a los nazis en Sonrisas y l¨¢grimas, mucho antes de ver revitalizada su carrera hace tres a?os al ganar un Oscar por Beginners (¡°tampoco estaba sin trabajo, pero ahora recibo guiones m¨¢s sofisticados e interesantes¡±, ha dicho hoy) logra cargar sobre sus espaldas con el peso de toda la pel¨ªcula. E incluso salva los momentos poco cre¨ªbles, que no son precisamente escasos, en compa?¨ªa de otro veterano como Martin Landau, que interpreta a su c¨®mplice Max a los 87 a?os. La segunda baza de Remember es un giro final altamente inesperado, sobre el que no resulta conveniente decir nada, salvo que evita la improbable reconciliaci¨®n que parec¨ªa anunciarse y conduce a la pel¨ªcula hacia un desasosiego bastante m¨¢s interesante que la hora y media que le ha precedido.
Por desgracia para Egoyan, una pel¨ªcula es algo m¨¢s que un buen actor y un final contundente. El director firma una puesta en escena torpe y convencional, repleta de lamentables secuencias pintadas con brocha gorda ¨Cla que transcurre en casa del polic¨ªa white trash es, sin duda, la peor en ese terreno¨C, que se ven perjudicadas por extra?as elecciones creativas. Entre ellas, esa contradictoria luz dorada que invade la pantalla, una inadecuada banda sonora pensada para subrayar la intriga y la forzada interacci¨®n del protagonista con distintos ni?os, que parecen tener el simple cometido de restarle crudeza a la historia y hacerla m¨¢s digerible de cara a las masas. No hay nada malo en querer que un protagonista caiga simp¨¢tico, pero existen maneras bastante menos burdas de hacerlo.
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