Portugal pone cara a las v¨ªctimas de la crisis y la Troika
El realizador portugu¨¦s Miguel Gomes retrata las vidas an¨®nimas con una mirada esc¨¦ptica, surrealista y exenta de dramatismo
Carolina le pidi¨® una mu?eca a pap¨¢. Su padre, Miguel Gomes, le contest¨® que no ten¨ªan dinero. ¡°Ah, es por la crisis¡±, respondi¨® la ni?a. Carolina ten¨ªa cinco a?os.
¡°A los cinco a?os, ni yo ni mi generaci¨®n sab¨ªamos esa palabra. Mi hija no sabe qu¨¦ es una crisis, por qu¨¦ ocurre, pero aun sin uso de raz¨®n, nuestros hijos crecen con la palabra crisis en la boca. Y se me qued¨® grabado¡±. Cuatro a?os despu¨¦s, Miguel Gomes (Lisboa, 1972) ha estrenado una particular visi¨®n de Las mil y una noches, una pel¨ªcula de m¨¢s de seis horas dividida en tres vol¨²menes: El inquieto, El desolado y El encantado. El hilo conductor es Sherezade y las f¨¢bulas que le contaba al rey para salvar la vida. ¡°Desde mi juventud me fascin¨® ese libro, que no acab¨¦, por supuesto. Creo que nadie, excepto Borges, lo ha terminado de leer; pero he vuelto muchas veces a ¨¦l, pues me deslumbra esa estructura barroca de historias que brotan de historias, su dimensi¨®n inagotable de narraci¨®n¡±.
Si Sherezade tiene que salvar la vida contando historias lo suficientemente interesantes para que el rey no la mate, aqu¨ª es el mismo Gomes quien se salva de la condena a muerte dictada por el sector cinematogr¨¢fico ¡ªel t¨ªo hu¨ªa con las subvenciones del cine¡ª a cambio de narrar historias angustiosas que suceden en su pa¨ªs entre 2013 y 2014, cuando hombres de negro llegados del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisi¨®n Europea (CE) ¡ªla troika¡ª ordenaron, entre otras cosas, que la luz, el agua y el gas ten¨ªan que ser gravados con un IVA del 23%.
An¨ªbal Fabrico
Uno de los muchos despedidos de los astilleros de Viana do Castelo, que pas¨® de botar barcos para todo el mundo a no construir ninguno. A diferencia de otros, Fabrico prefiri¨® coger la indemnizaci¨®n e intentar montar un negocio por cuenta propia. Trabaja como consultor independiente para peque?as y medianas empresas en los sectores de la alimentaci¨®n y el corcho. Es uno de los participantes en el ba?o de los magn¨ªficos en el d¨ªa de A?o Nuevo.
Las mil y una noches de Gomes son historias portuguesas relacionadas con la crisis econ¨®mica o simplemente retratos del alma del pa¨ªs. Hay actores profesionales y actores improvisados, los mismos protagonistas de la historia; hay realidad y ficci¨®n, sonrisas y dramas. Es el testimonio de un voyeur que abri¨® un agujerito en uno de los cuartos ¡ªque cada cual le ponga nombre¡ª de una casa llamada Portugal.
Por ese agujerito se ve a Fernanda Loureiro desconsolada porque su gallo ha sido llamado a juicio por cantar de madrugada, y al McGyver lusitano matando avispas chinas a ca?onazos. Tambi¨¦n pasa el rapaz que prende fuego al monte porque su amor le ha dejado por un bombero, y la jueza desesperada pues cada testigo declara un delito m¨¢s atroz que el anterior; y tambi¨¦n aparece un edificio-colmena, donde la ¨²nica alegr¨ªa es un caniche multiadoptado.
¡°Son hechos reales que vimos en los medios de comunicaci¨®n y que despu¨¦s fuimos a investigar al lugar donde ocurrieron¡±. La periodista Maria Jos¨¦ Oliveira fue contratada para rastrear esas historias que acabar¨ªan en la mesa del realizador, porque en esta pel¨ªcula, antes de rodar, est¨¢ el periodismo.
¡°Cada viernes¡±, explica la periodista, ¡°inform¨¢bamos a Gomes de las historias que nos parec¨ªan destacables. Su comit¨¦ central las pon¨ªa a votaci¨®n. Sobre las aprobadas, los tres periodistas ten¨ªamos libertad absoluta para viajar hasta el lugar de los hechos, sin l¨ªmites de gastos o de tiempo. Escrib¨ªamos el reportaje en la web, y solo entonces lo le¨ªa el director. Ah¨ª acababa nuestro trabajo, nuestro compromiso con la verdad; y empezaba el suyo, su trabajo con la ficci¨®n¡±.
Pero el tempo del periodismo nada tiene que ver con el cinematogr¨¢fico. El equipo de Gomes trabajaba subordinado al material que le tra¨ªan los periodistas. No hab¨ªa guion previo, ni escenarios previstos, ni actores contratados. El equipo de producci¨®n estaba 24 horas en alerta, ¡°como bomberos¡±, para buscar actores o salir a rodar en el menor tiempo posible si la situaci¨®n lo requer¨ªa, como el caso de manifestaciones.
El gallo de Resende
Un d¨ªa, Fernanda Loureiro recibi¨® una carta del abogado de la vecina conmin¨¢ndola a deshacerse de su gallo porque su canto interrump¨ªa el descanso. Su familia llevaba en aquella casa criando gallos toda la vida. Fernanda se neg¨® a matarlo y finalmente se retir¨® la denuncia judicial. Luego el gallo se qued¨® cojo y Fernanda lo sacrific¨®. Nadie quiso comerlo. Fernanda no se habla con su vecina.
¡°La incapacidad de prever lo que pod¨ªa ser el todo era motivo de una gran angustia para el equipo¡±, explica Gomes, ¡°pero por otra parte tambi¨¦n era un motivo de excitaci¨®n porque todas las posibilidades estaban abiertas, cada d¨ªa pod¨ªamos ser sorprendidos¡±.
Realizador de pel¨ªculas como La casa que mereces (2004) o Aquel querido mes de agosto (2008), ya ten¨ªa alguna experiencia de rodar sobre la marcha y con equipos m¨ªnimos, gajes de la crisis. ¡°En la segunda parte de Tab¨² ¡ªambientada en el pasado colonial en ?frica¡ª, cada d¨ªa reformul¨¢bamos la pel¨ªcula; pero lo de Las mil y una noches ha sido a gran escala; casi acabamos locos¡±.
El inicio del rodaje fue caliente y muy propio de los tiempos revueltos: polic¨ªas contra polic¨ªas en la escalinata de la Asamblea de la Rep¨²blica. El director de fotograf¨ªa, el tailand¨¦s Sayombhu Mukdeeprom, se vio en medio de una batalla campal de las fuerzas del orden. ¡°Los manifestantes cre¨ªan que era de una televisi¨®n extranjera y le dejaban pasar con el coche¡±.
En Resende acuden a ver el juicio al gallo que con su canto despierta a una vecina. Pese a la lluvia, se suceden los incendios; es un ni?o quien los provoca porque quer¨ªa ver un helic¨®ptero de verdad. El McGyver local se ha inventado un sistema para acabar con la invasi¨®n de avispas chinas, que ¡ªcomo las empresas mismas¡ª se comen a las aut¨®ctonas.
¡°Hay una dimensi¨®n surreal que seguro que ha existido siempre, pero que destaca m¨¢s cuando hay m¨¢s desesperaci¨®n y angustia en la sociedad. Entre los casos que nos llegaban ¡ªy que registramos¡ª ten¨ªamos el de robos de vacas como en el Far West o todo el sistema de riego de un campo de f¨²tbol. Son situaciones extremas, y Sherezade es el personaje perfecto para contar f¨¢bulas que parecen imaginadas, pero que son reales¡±. La crisis llega a invadir la pel¨ªcula misma, pues cierran los laboratorios donde Gomes revela el negativo. ¡°La segunda vez que me ocurr¨ªa en mi carrera¡±.
Chico Chapas
Es el protagonista de la historia de los jilgueros. El mejor cazador de p¨¢jaros cantores en los arrabales de Lisboa, que luego vende a los criadores. En el barrio junto al aeropuerto, una comunidad de gente humilde que vive obsesionada para que su p¨¢jaro sea el que m¨¢s veces cante en 10 minutos. Chapas fue utilizado por el director para encarnar al delincuente Sim?o Sem Tripas
Una pareja de ancianos se suicid¨® en una colmena de viviendas de Santo Ant¨®nio dos Cavaleiros. Seg¨²n las cr¨®nicas, se lanzaron al vac¨ªo abrazados, en un ¨²ltimo acto de amor.
La periodista recolectora de historias recuerda aquello. ¡°Era mentira. Ni se abrazaron, ni les hab¨ªa abandonado la familia; todo lo contrario. Desgraciadamente, al perseguir las historias nos convertimos en una especie de fact-checkers o verificadores del trabajo de los periodistas. La conclusi¨®n es muy triste. Casi siempre, lo m¨¢s b¨¢sico, como nombres y edades, es incorrecto. Y cuando se adornan las cosas ya es una pura invenci¨®n. Yo, cinco meses despu¨¦s de los hechos, fui la primera periodista que habl¨® con las familias de las v¨ªctimas. Nadie les hab¨ªa llamado, pero les acusaron de abandono. No creo que sea un problema de las empresas period¨ªsticas, es un problema de pereza del profesional¡±.
Llegaron a Santo Ant¨®nio dos Cavaleiros a filmar el horrible bloque de viviendas donde la pareja se suicid¨® hace cuatro meses. ¡°Llenamos varios cuadernos con historias deprimentes del vecindario¡±. Gomes film¨® all¨ª mismo, en aquel tr¨¢gico piso, entre aquellos vecinos con vidas semejantes a las de quienes se hab¨ªan suicidado. ¡°Me plante¨¦ si ten¨ªamos derecho moral a rodar all¨ª, pero quer¨ªa proyectar la tristeza, la angustia, lo podrido de esa situaci¨®n. Pedimos a los vecinos que nos contaran sus historias en aquella torre de viviendas modestas¡±.
Gomes recurre en muchas ocasiones al bolero ¡ªnunca, curioso, al fado¡ª, un registro musical nost¨¢lgico, melanc¨®lico y con un ritmo m¨¢s cadencioso pero sostenido, casi sin final, como la misma pel¨ªcula que va calando en el est¨®mago ¡ªm¨¢s que en el coraz¨®n¡ª del espectador.
M¨¢s que tragedias, son historias de peque?as vidas, de supervivientes superresistentes. ¡°Hay que proteger al espectador de lo dram¨¢tico, y el humor es un filtro muy eficaz para soportar ese dolor¡±, explica Gomes. La voz de la princesa Sherezade rebaja el tono de cualquier tragedia, incluso en las tristes historias de los desempleados del astillero de Viana do Castelo. Cada d¨ªa cumpl¨ªan con sus ocho horas de trabajo pese a que no hab¨ªa nada que hacer. Muchos se fueron al psiquiatra, otros resistieron formando grupos de teatro, haci¨¦ndose campeones de sudokus y expertos en concursos radiof¨®nicos. Algunos desfilan por el ojo de Gomes. ¡°Esas confesiones ante la c¨¢mara fueron lo m¨¢s duro. Me empe?¨¦ en decirles que no hubiera l¨¢grimas. No quer¨ªa hacerle ese chantaje al espectador¡±.
¡°Me empe?¨¦ en decirles que no hubiera l¨¢grimas. No quer¨ªa hacerle ese chantaje al espectador¡±, afirma el realizador
Estas mil y una noches tambi¨¦n tiene toques de Monty Python en La vida de Brian, bien sean los hombres de la troika que llegan al pa¨ªs empalmados y montados en camellos, bien los pastorcillos y pastorcillas que juguetean por las monta?as de Bagdad (en realidad, la Costa Azul). Gomes es m¨¢s testigo que combatiente en la trinchera, nada que ver con Ken Loach, por ejemplo. ¡°Creo que ¨¦l es, o fue, militante comunista; yo no. No posee autoridad alguna para aconsejar. Desconozco el buen camino que debe seguir el pueblo, si es que existe, pero s¨ª he visto los malos¡±.
Los cazadores de p¨¢jaros celebran su concurso bajo el ruido de los p¨¢jaros de acero del aeropuerto lisboeta. ¡°Es la cosa m¨¢s impresionante que he filmado en mi vida¡±. La comunidad passarinha es un retrato del proletariado portugu¨¦s. ¡°En una pel¨ªcula pol¨ªtica o reivindicativa ser¨ªan luchadores, h¨¦roes, rebeldes. En mi pel¨ªcula son una sociedad casi paralela al crecimiento de la Gran Lisboa; lo que hacen no es muy ¨²til socialmente. Filmo lo que veo, y veo una resistencia al crecimiento de la ciudad, me fascin¨® una sociedad secreta paralela dedicada obsesivamente a conseguir que los jilgueros canten continuamente, a veces hasta morir¡±. Un mundo po¨¦tico, sensible, en medio de uno de los barrios m¨¢s depauperados de Lisboa, donde en estas mil y una noches Sherezade sigue contando al anochecer y callando al amanecer. No hay moraleja, no hay final. ¡°No soy vidente, no s¨¦ qu¨¦ pasar¨¢ en el futuro, que el espectador saque sus conclusiones¡±, zanja Gomes. ¡°Aspiro a que esta pel¨ªcula se vea dentro de 10 a?os como un reflejo de la crisis que recorr¨ªa mi pa¨ªs a comienzos del siglo XXI. Desear¨ªa que fueran mil y una noches, y no semanas o meses de crisis; y me gustar¨ªa que mi hija se olvidara de esas palabra. No tengo muchas esperanzas¡±.
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