Los mamuts pastan en El Retiro
Danh V¨ utiliza 600 fragmentos f¨®siles de elefantes prehist¨®ricos para reflexionar sobre el colonialismo y la religi¨®n en el Palacio de Cristal
![Miguel ?ngel Garc¨ªa Vega](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbf6acdc4-b9bc-4483-9498-1fbb5980608d.png?auth=abb9d00bcfb20dcbf298889d374bda7753529b3005c89bef52af5ca7fae60a7e&width=100&height=100&smart=true)
![El artista vietnamita Danh Vo, fotografiado en el Palacio de Cristal del Retiro de Madrid, en medio de su instalación.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6ZPIGAMCK255EEQMNLQRYKIGZ4.jpg?auth=89a507dacb1d11f71d4423a32ae3778c755aaf8eafad5bb0756ba1a23d999213&width=414)
La obra que Danh V¨ (B¨¤ Ria, Vietnam, 1975) propone en el Palacio de Cristal del parque de El Retiro (Madrid) es una apolog¨ªa de la memoria y la ruina. Unos 600 fragmentos fosilizados de mamut; una decapitaci¨®n; un torso griego de m¨¢rmol de hace dos mil a?os de Apolo seccionado por la mitad dentro de un caja de leche condensada; una Madona policromada del g¨®tico temprano franc¨¦s; un Cristo de marfil del siglo XVII; la fotograf¨ªa del primer paseo espacial estadounidense tomada en 1965 por la NASA durante la misi¨®n Gemini 4. Casi todos estos objetos cuelgan de cables de acero sobre la antigua estructura del siglo XIX del palacio. "Es un viaje por el tiempo y el espacio", concede Danh V¨.
El artista arma un enorme puzle con esos objetos. A veces parece un alquimista; otras, un coleccionista obsesivo. Porque la principal cualidad de su trabajo es la capacidad para generar historias. Sobre colonialismo, religi¨®n, sexualidad. Cada pieza posee un eco interior que al rebotar genera un relato en su vecina. Es un trabajo fascinante y herm¨¦tico que exige recurrir a la memoria.
Es el 30 de abril de 1975 en Saig¨®n. La ciudad ha ca¨ªdo. Queda en manos del Vietcong, la guerrilla comunista de Vietnam del Norte. Finaliza una guerra que dura treinta a?os y ha provocado millones de muertos. La familia de Danh V¨, procedente de Vietnam del Sur, termina confinada en la isla de Ph¨² Qu?c, al sur del pa¨ªs, con otras 20.000 almas. Su padre, Phung V¨, toma una decisi¨®n desesperada. Construye una embarcaci¨®n con la que lanzarse al oc¨¦ano con otras cien personas. Quiere alcanzar los Estados Unidos. En el mar, a medio camino de ninguna parte, cuando el paquebote zozobra, un carguero dan¨¦s milagrosamente los recoge y enfila Dinamarca. Danh V¨ tiene cuatro a?os y acaba de sortear una muerte segura. M¨¢s tarde adoptar¨¢ la ciudadan¨ªa del pa¨ªs n¨®rdico. Una biograf¨ªa as¨ª marca su vida y su trabajo. Aunque ¨¦l se defiende: "?Puede mencionar a un solo artista que cuya propuesta no tenga un punto de partida personal? Lo que sucede es que algunas historias son m¨¢s visibles que otras".
Para entender la suya f¨ªjense en la copia, sobre una de las cristaleras, de una carta fechada en 1861 que un misionero cat¨®lico galo, San Jean Th¨¦ophane V¨¦nard, escribe a su padre desde Tonkin (Vietnam), en la celda donde est¨¢ preso, d¨ªas antes ser decapitado por proselitismo. El texto, en tinta azul, est¨¢ bellamente caligrafiado en franc¨¦s por Phung V¨, quien no habla ninguna lengua occidental. Para ¨¦l es un dibujo abstracto. Ajeno a la historia que cuenta.
"Un ligero corte del sable separar¨¢ la cabeza de mi cuerpo" ¡ªrelata Jean Th¨¦ophane V¨¦nard¡ª "como la flor de primavera que el Maestro del jard¨ªn recoge para su placer. Todos somos flores plantadas en esta Tierra, que Dios cosecha cuando llega el tiempo propicio: algunos m¨¢s pronto, otros m¨¢s tarde¡ Yo, m¨ªsera polilla, me marcho primero. Adi¨®s". Danh V¨ ha transformado la l¨ªrica misiva en una edici¨®n (02.02.1861, 2009) sin l¨ªmite que se puede adquirir por 300 euros y a trav¨¦s del correo. "Es una forma de interrogarse por el significado de la obra m¨²ltiple en el arte. Porque es un artista que, como Picasso, no busca: encuentra", sostiene Joa? Fernandes, subdirector del Museo Reina Sof¨ªa y comisario de la exposici¨®n. Ese adi¨®s a la vida es, argumenta V¨, su obra "m¨¢s significativa".
![Detalle de la obrsa expuestas en el Palacio de Cristal.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5QQB6NTUYSZ6CELC2MNTLI3DSA.jpg?auth=a59a443754dd8fccaf9d3e6a18a5b4afdb947e7e2e0bb43d4bbae796e1b33eea&width=414)
Pero en el Palacio de Cristal impacta ver 600 fragmentos fosilizados de mamut (que ha comprado a pescadores holandeses) suspendidos en el aire entre un Cristo, un s¨¢tiro y una Madona de hace cientos de a?os. Todo es una provocaci¨®n que mezcla tiempo, materia y religi¨®n. El Cristo es de marfil. Otro tipo de hueso. Ahora de un mamut moderno. A la vez, los restos del animal mantienen una presencia escult¨®rica. "Todo objeto que toca Danh, desde el m¨¢s banal al m¨¢s complejo, adquiere un nuevo significado y una nueva belleza", apunta Chantal Crousel, su galerista parisina.
A Madrid el artista ha llegado acompa?ado de su padre. Durante el montaje ha escrito en el suelo del palacio, con una bella caligraf¨ªa g¨®tica y a l¨¢piz, algunos versos de la canci¨®n Afraid que interpret¨® en los a?os setenta la cantante alemana Nico. Los trazos desaparecer¨¢n a medida que la gente camine sobre ellos. Una de esas frases da nombre a la muestra: Banish the faceless/Reward your grace. Porque Destierra a los sin rostro/Premia tu gracia es un camino con muchas direcciones.
Y en esos predios hay roturas, desmembramientos, maridajes a contrapelo, uniones. La obra de Danh V¨ gira sobre s¨ª misma y hace extra?as paradas. En Lick Me, Lick Me (el t¨ªtulo, Ch¨²pame, ch¨²pame, procede de la pel¨ªcula de 1973 El exorcista, que relata la historia de una ni?a cat¨®lica pose¨ªda por el demonio) secciona por la mitad un torso de m¨¢rmol griego del siglo II de Apolo y lo encaja en un embalaje de madera que lleva el logo de Carnation Milk. La parte blanca y lisa, cercenada con l¨¢ser, mira al espectador. Recuerda la textura tambi¨¦n blanca y pastosa de la marca de leche condensada estadounidense, que a principios del siglo pasado vendi¨® su producto en todo el mundo. F¨¢cil verlo como una denuncia del colonialismo comercial.
Poco a poco, la famosa pel¨ªcula de terror de William Friedkin se ha convertido en una referencia constante para Danh V¨. Lo cuenta otra de sus obras. Dimmy, why you do this to me (en el filme, la pregunta la lanza el demonio al cura que intenta exorcizar a la ni?a) es una Madona del G¨®tico franc¨¦s temprano en roble policromado junto a un torso romano de m¨¢rmol de un s¨¢tiro de hace 2.000 a?os que, uno al lado del otro, lucen inquietantemente enfrentados. "Creo", apunta el artista, "que si de algo habla mi trabajo es de las contradicciones. Porque eso es la vida".
Quiz¨¢ esa sea tambi¨¦n la gran virtud de un artista que tiene un ¨¦xito cr¨ªtico, muse¨ªstico y comercial ¨²nico en su generaci¨®n. Ha representado a Dinamarca en la ¨²ltima Bienal de Venecia, mostrado su obra en algunas de las instituciones m¨¢s prestigiosas del mundo y trabaja con Marian Goodman, la marchante m¨¢s poderosa del planeta arte. Y sus piezas alcanzan en subasta los 400.000 euros. Es cierto que sufre algunos sustos. El coleccionista holand¨¦s Bert Kreuk le ha demando por no entregarle, seg¨²n sostiene, una pieza (valorada en 350.000 d¨®lares) a la que se hab¨ªa comprometido. La Justicia, en principio, ha fallado a favor de Kreuk. Frente a este tema, Danh sonr¨ªe en el Palacio de Cristal: "Es parte del precio que tengo que pagar por el ¨¦xito. Alguna gente interfiere. Son personas m¨¢s interesadas en el aspecto del mercado de mi trabajo que en otra cosa".
Es un reto ser joven, 39 a?os, soportar la presi¨®n de las casas de subasta, las galer¨ªas, las ferias, los coleccionistas y salir indemne. "En todos los proyectos tiene que haber riesgo. Nada malo hay en fracasar. Es donde de verdad aprendes. Ojal¨¢ lo hiciera m¨¢s", sentencia Danh V¨. Lo va a tener dif¨ªcil.
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