Holocausto con humor (y amor)
Martin Amis logra risas con su manejo de la s¨¢tira en una novela distinta en un campo de exterminio
¡°Si lo que estamos haciendo es bueno ?por qu¨¦ huele tan mal?¡±, se pregunta uno de los personajes de la nueva novela de Martin Amis (Swansea, 1949). Un trabajo que viene, como es ya de rigor medi¨¢tico, con la pol¨¦mica necesaria para que no pases las hojas de cultura a golpe de bostezo. Una controversia que, una vez le¨ªdo el libro, uno no acaba de entender. La Zona de Inter¨¦s ha sido elogiada en Gran Breta?a y EE UU como la vuelta del mejor Amis. Cierto, aunque el peor Amis siempre suele ser m¨¢s que el mejor de muchos otros. En 1991 con La flecha del tiempo ya entr¨®, aunque fuera de modo indirecto, en este territorio del Holocausto. Aqu¨ª lo pone frente a nosotros de una manera fascinante y ese uno de los logros.
El drama es un escenario. Las v¨ªctimas son el tema, el problema, los miembros del coro que nunca pierden la dignidad por mucho que los protagonistas de la opereta bromeen, les insulten o les vejen. Ni siquiera la pierden cuando la maestr¨ªa en el uso de la s¨¢tira y la comedia negra de Amis te hace sonre¨ªr y hasta divertirte. Eres consciente de que ese tipo est¨¢ haciendo f¨¢cil lo que es casi imposible. Comicidad sobre una de las barbaridades m¨¢s execrables de la historia. Complicidad costumbrista sobre el estr¨¦s laboral de gente que ya no sabe c¨®mo liquidar a tantos hombres, mujeres y ni?os. Hacer desaparecer sus cad¨¢veres. Erradicar de una maldita vez ese pestilente olor a carne, grasa, entidad subhumana gaseada y quemada. La clave es que no te r¨ªes del dolor de las v¨ªctimas. No te entretiene ese drama. Sino que te lo coloca de fondo, distante al principio y que, poco a poco, te va calando como una lluvia que no notas. Sin ¨¦pica, como un escenario de muertos que regresan a la vida (ya que la maquinaria asesina no da abasto: siempre hay muchos m¨¢s), un walking dead jud¨ªo, que tiene mucho de bosque de Birnam. A ratos, el libro recuerda aquel momento de Una noche en la ?pera en el que Harpo va cambiando los fondos de escenario mientras un cantante declama un aria a su amada. El tono no es el de esa comedia desenfrenada, pero s¨ª, en ocasiones, de nave de locos porque quiz¨¢ desde la imposibilidad de entender lo que pas¨® solo pueda uno convencerse de que aquello pas¨®.
La novela tiene tres voces, tres protagonistas, que ponen en marcha la narraci¨®n de manera eficaz desde la primera p¨¢gina. Tenemos a Golo, joven oficial que llega a un Campo de Exterminio con el objeto de que la maquinaria sea m¨¢s r¨¢pida, m¨¢s limpia y definitiva. Tenemos al comandante Paul Doll, borracho, grotesco, mezquino y, otra muesca en el talento de Amis, cre¨ªble. Golo, una suerte de Valmond en pieza a ratos Lubitsch, se prenda y luego se enamora de la mujer de su comandante. La tercera voz es para Szmul, uno de esos jud¨ªos que hac¨ªan de vigilantes de sus hermanos y colaboradores de los nazis. El vodevil bien manejado por su autor, el dise?o de las escenas en esos escenarios terribles, sobreimpresionados, los problemas del d¨ªa a d¨ªa, del trabajo, la noci¨®n de que la maquinaria deb¨ªa seguir porque solo llevada hasta la Soluci¨®n Final cabr¨¢ un armisticio con la Historia.
Los personajes masculinos siempre humanos, comprensibles, tremendos, c¨®micos, deleznables est¨¢n gestionados por su autor con un perfecto dominio del oficio. Personajes contrapuestos a los femeninos, una amplia paleta que incluso en lo m¨¢s abyecto, en lo m¨¢s est¨²pido no dejan de ser v¨ªctimas, o fuego amigo de una tormenta generada por la violencia de padres, maridos, amantes, comandantes, dioses laicos pero siempre hombres. Mujeres que con unas pinceladas ¡ªla representaci¨®n del ballet, el aborto, la valent¨ªa de Hannah¡ª te dan emoci¨®n, verdad. Todo ello, con la satisfacci¨®n lectora de la pr¨®xima derrota ¨Cla acci¨®n se sit¨²a en 1942-1943-. La sensaci¨®n de que los acorralados son los que acorralan, los carceleros, los matarifes los que han perdido el alma, la capacidad de amar, de tener esperanza presos de una paranoia que los va ahuecando la humanidad, como si fueran c¨¢scaras vac¨ªas.
Tienen que ganar de una manera absoluta porque su derrota, de acaecer, ser¨¢ absoluta, ignominiosa, sin parang¨®n. Ser¨¢n matarifes, cobardes, basura, no carlomagnos ni napoleones. Ya no hay Dios, no hay bien ni mal, s¨®lo actos que resultan positivos y otros no. Y ellos no consiguen ni exterminar a una raza desarmada, rota y enga?ada. El capricho, luego amor, de Golo por Hannah Doll no podr¨¢ ser, pero al menor les generar¨¢ valor, la necesidad de verse en los ojos del otro y gustarse. Pero, claro, sigue oliendo mal all¨ª porque no cabe la generosidad en ese amarse, hacerlo en un Campo de Exterminio, en un r¨¦gimen totalitario, sin libertad, injusto, sin esperanza.
La novela abandona poco a poco el tono de s¨¢tira hacia un final de decepci¨®n sentimental. Un final bien orquestado, l¨®gico y cerrado por su autor pero que deja un regusto a que el ¨²ltimo fondo de escena que ha dejado colgado Harpo Marx pod¨ªa ser el acertado para que saludaran los actores pero no para un ¨²ltimo acto de una comedia negra. El tono hubiera sido demoledor sin por ello no dejar de estar controlado como en todo el libro por Amis con esos amantes, despu¨¦s de la guerra, que no pueden amarse porque no saben olvidarse. Martin Amis cambia el dial y pone otra emisora. La m¨²sica sigue siendo excelente pero es otro tono, otra pieza, otra suite. Con todo, es de las pocas ?anotaciones en el ¡®debe¡¯ que podr¨ªa se?alar de esta novela r¨¢pida, distinta, literaria, divertida al mismo tiempo que siempre indagatoria. O como dice Golo Thomsen, ¡°?Qui¨¦n eres? No lo sabes. Entonces llegas a la Zona de Inter¨¦s y ella te dice quien eres¡±.
La zona de inter¨¦s / La zona d¡¯inter¨¨s. Martin Amis. Traducci¨®n de Jes¨²s Zulaika y Ernest Riera. Anagrama. Barcelona, 2015. 307 p¨¢ginas. 19,90 euros.
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