Guti¨¦rrez Arag¨®n: tributo al actor
El cineasta y escritor dedica un emocionante libro-homenaje a los grandes de la pantalla
¡°Ser y no ser¡±, dentro de esa reformulaci¨®n del dilema hamletiano ¡ªsustituyendo la o por una y¡ª, encuentra Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n (Torrelavega, 1942) la gracia del actor. ¡°Poder vivir varias vidas sin abandonar la propia¡±, insiste para definir el ideal de este tipo de criaturas fr¨¢giles, tan volubles como irascibles, que representan la carne de pantalla m¨¢s fiable, el veh¨ªculo transmutado en cuerpo de ideas, acciones.
Son sagrados para el cine, m¨¢s cruciales dentro de una narraci¨®n en pantalla que lo que suponen personajes en tinta para la literatura, cree el autor. Absolutos corp¨®reos que si bien pueden convertirse en insufribles entes en rebeld¨ªa, siempre supondr¨¢n la medida del ¨¦xito para un director. ¡°Trabajar con ellos es lo que m¨¢s a?oro del cine¡±, confiesa Guti¨¦rrez Arag¨®n, hoy dedicado casi exclusivamente a la literatura y a punto de ingresar en la Real Academia Espa?ola.
De ah¨ª que les haya dedicado su libro A los actores (Anagrama), t¨ªtulo homenaje con intenci¨®n de llenar un vac¨ªo: ¡°Los te¨®ricos del lenguaje del cine han tratado mucho el tema. Los actores parecen estorbar en todas partes. A los pol¨ªticos, a los te¨®ricos¡ e incluso a algunos directores. En realidad, decido escribirlo cuando me doy cuenta de que existen muchos textos sobre lo espec¨ªfico del lenguaje f¨ªlmico, las elipsis, la imagen, los planos, pero no hay mucho sobre el papel del actor-personaje, alguien que se sale del guion¡±.
Lo aborda a lo largo de un viaje que abarca desde la memoria infantil a la experiencia tras la c¨¢mara. ¡°La literatura y el cine llevan caminos cruzados, aunque la imagen y la palabra son irreductibles la una a la otra. Cuando yo era ni?o y no pod¨ªa ir al cine, me contaban la pel¨ªcula una muchacha de servicio, que le pon¨ªa sentimentalismo, y una t¨ªa abuela¡¡±.
Le entusiasmaba contrastar las versiones desde su reposo casero, por una enfermedad que requer¨ªa paciencia y sopas. ¡°Tuve unos comienzos muy raros en el cine, casi perversos. Para m¨ª, la chica de la pel¨ªcula era la cara de quien me la contaba, pero yo me sent¨ªa capaz de modificarla¡±.
La clave est¨¢ en saber elegirlos bien. ¡°Todas las personas son misteriosas, ¨²nicas. Encontrar un actor que encarne cada personaje resulta una tarea complicada. Ahora el director de casting tiene un t¨ªtulo de cr¨¦dito tan grande como el guionista. Despu¨¦s del guion, decisivo, lo m¨¢s importante es el actor, los actores. Representa un privilegio contar con algunos de ellos para los que ya est¨¢s escribiendo el guion. Les oyes hablar, les ves moverse¡¡±.
Guti¨¦rrez Arag¨®n ha escrito para varios int¨¦rpretes ic¨®nicos del cine espa?ol. Pocas veces le dieron calabazas a causa de sus guiones hechos a medida para Fern¨¢n G¨®mez, ?ngela Molina, Juan Luis Galiardo... que pueblan de an¨¦cdotas el libro. As¨ª como aquellos que custodia en la retina de la memoria: desde John Wayne a Olivia de Havilland, esa guapa que hac¨ªa tan bien de fea, como le hac¨ªa notar con agudeza su t¨ªa abuela al comentarle La heredera, de William Wyler.
O Charles Chaplin, que sali¨® triunfante del paso m¨¢s traum¨¢tico que ha existido en la historia del cine para los actores: el salto del mudo al sonoro. ¡°S¨ª, es el ¨²nico cambio importante. Ni el color, ni lo digital suponen un cambio narrativo. El sonido s¨ª, acab¨® con las met¨¢foras de la imagen, con la po¨¦tica. El cine se acerc¨® peligrosamente a la literatura¡±. Y a la irrupci¨®n de algo que detesta: eso que dan en llamar la naturalidad. ¡°Estoy en contra, tanto dentro del cine, como en la literatura¡±.
Nada como la familia
Un nuevo mundo para un medio revolucionario, en el que acabar¨ªan apareciendo todo tipo de escuelas. Aunque para Guti¨¦rrez Arag¨®n, ninguna como la familia: ¡°S¨ª, desde luego. Por ejemplo, en los silencios. Lo que no se dice, lo que no se puede decir dentro de casa, se convierte en una forma de elipsis. En realidad, los silencios se advierten m¨¢s, parad¨®jicamente, en el cine sonoro. La familia es la gran escuela de interpretaci¨®n. Ofrece escenas de cari?o, de amor, de violencia, de humillaci¨®n¡ Est¨¢ todo, escuela de vida y de representaci¨®n¡±.
Una mina que bien guiada, alimenta el arte. En el caso del cine, sin que este se d¨¦ de manera an¨¢rquica, con cierto orden en el que no ri?a la intenci¨®n del autor con las explosiones creativas del int¨¦rprete. Encarriladas, sin riesgos, como advert¨ªa Galiardo: ¡°Un actor sin direcci¨®n es siempre un bulto sospechoso¡±. Guti¨¦rrez Arag¨®n est¨¢ de acuerdo.
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