La puesta en escena como gimnasia
Lo que parece una historia de Caperucita en tierra de lobos se transformar¨¢ casi en relato de amor fatalista en plano secuencia
En el imprescindible libro de entrevistas El cine seg¨²n Hitchcock, de Fran?ois Truffaut, el autor de La soga (1948) no tiene demasiado reparo en arrepentirse de haber rodado una pel¨ªcula apoyada en el radical dispositivo formal de simular un solo plano secuencia: ¡°No puedo considerarlo de otra manera que como un truco¡±. Su interlocutor tiene otra postura al respecto: ¡°Es la realizaci¨®n de un sue?o que todo director debe acariciar en un momento dado de su vida (¡): querer trabar las cosas con el fin de obtener un ¨²nico movimiento¡±.
VICTORIA
Direcci¨®n: Sebastian Schipper.
Int¨¦rpretes: Laia Costa, Frederick Lau, Franz Rogowski, Burak Yigit, Max Mauff, Andr¨¦ Hennicke, Ana Lena Klenke, Hans-Ulrich Laux, Adolfo Assor.
G¨¦nero: thriller. Alemania, 2015.
Duraci¨®n: 138 minutos.
Hitchcock tuvo que utilizar una serie de argucias para levantar una ilusi¨®n que topaba con el entonces insalvable obst¨¢culo de la finitud de los rollos de celuloide. Ahora, la revoluci¨®n digital abre dos caminos: es tan posible simular un (falso) plano secuencia totalizador como ejecutarlo sin trampa ni cart¨®n. Opt¨® por el primer camino la muy exhibicionista?Birdman (2014) y toma la bastante m¨¢s heroica segunda alternativa Victoria, pel¨ªcula dirigida por el actor y director alem¨¢n Sebastian Schipper y protagonizada por la catalana Laia Costa. Los dos trabajos, con todo, dan la raz¨®n a Hitchcock: ambas son pel¨ªculas donde el dispositivo formal ahoga el discurso, convirti¨¦ndolo en mero pretexto para una exhibici¨®n de fuerza de la puesta en escena que tiene m¨¢s de gimn¨¢stico que de art¨ªstico.
Una joven espa?ola decide prolongar una noche de juerga berlinesa en compa?¨ªa de un grupo de j¨®venes que transpiran la promesa de una potencial peligrosidad. A lo largo de casi dos horas y media, en ininterrumpido plano secuencia, lo que parec¨ªa una historia de Caperucita en tierra de lobos se transformar¨¢ casi en relato de amor fatalista vaciado de la leg¨ªtima desesperaci¨®n de Nicholas Ray. Victoria es una proeza admirable, pero digna de mejor causa: este cr¨ªtico no pod¨ªa evitar a?orar Kinatay (2009) de Brillante Mendoza ¨Cque jugaba con el tiempo real y no con el plano secuencia-, un estremecedor viaje al fin de la noche que sajaba la sociedad filipina.
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