El ritual alegre de la amistad
Los amigos de Carlos Bouso?o evocan en el tanatorio las ocurrencias del poeta y te¨®rico que tantos disc¨ªpulos ha dejado
Carlos Alberto, el hijo mayor de Bouso?o, ten¨ªa poco m¨¢s de un a?o cuando su padre y Ruth, su madre, lo llevaban a fiestas y conciertos po¨¦ticos. Antes, entonces y toda su vida, el autor de Las monedas contra la losa fue un hombre de amistad alegre, de risa f¨¢cil, un todopoderoso del ¨¢nimo que siempre arrostr¨® vendavales y rigores con el ¨¢nimo capaz de navegar en cualquier mar. En una de esas, en medio de la fiesta, Carlos Alberto, que ahora se va a casar, solloz¨® en el capazo y el padre pens¨® que quer¨ªa algo, agua, por ejemplo. Entre las copas que hab¨ªa alrededor Carlos Bouso?o eligi¨® una de l¨ªquido transparente. ?l crey¨® que era agua y era ginebra. El ni?o no llor¨®, ni hizo gesto alguno, pero alguien advirti¨® que quiz¨¢ se inauguraba demasiado pronto en los licores. A la an¨¦cdota que constituy¨® el equ¨ªvoco sigui¨® la risa de Carlos, su alegr¨ªa, que era la firma con la que acud¨ªa a todas partes, con la que transit¨® por la vida como si ¨¦sta fuera de aire y de poes¨ªa, y de amistad. Este mediod¨ªa, en el Tanatorio de la M30, se evocaban estas cosas de Carlos, sus ocurrencias, su disponibilidad para cumplir con los amigos aunque para ¨¦l fuera tiempo nublado; y mientras se dec¨ªan estas cosas se esperaba precisamente, a Carlos Alberto, que ya est¨¢ a punto de casarse y ven¨ªa de Estados Unidos, donde trabajo, y all¨ª estaba Alejandro, su hijo menor, saludando con Ruth Bouso?o, la viuda, a los compa?eros de Academia y a los amigos que acudieron a despedir al maestro que tantos disc¨ªpulos tuvo. Ruth cont¨® que en los ¨²ltimos d¨ªas Carlos recay¨® de sus dolencias, se agravaron sus padecimientos bronquiales y fue hospitalizado un par de veces; pero que su ¨¢nimo fue hasta el fin el de un hombre feliz que hizo del ritual de querer a sus amigos y de conservarlos una religi¨®n a la que no renunci¨® jam¨¢s. A pesar de los a?os y de las enfermedades siempre procur¨® cumplir con sus deberes, dec¨ªan los acad¨¦micos, a cuyo frente estuvo en la primera hora en esta despedida del Tanatorio el vicedirector de la RAE, Jos¨¦ Antonio Pascual, y otros compa?eros suyos, junto a amigos de toda la vida, entre los que hab¨ªa juristas, profesores, poetas y ex alumnos. Estaba tambi¨¦n Enrique Loewe, empresario que cre¨® el premio que lleva su nombre y que es un reconocido benefactor de la poes¨ªa espa?ola y gran amigo de Bouso?o. Carlos era ya, a los 92 a?os, el decano de todos los acad¨¦micos vivos.
En Las monedas contra la losa, que dedic¨® a su gran amigo Francisco Brines, escribi¨® Bouso?o estos versos: ¡°¡Y he aqu¨ª que nosotros, a¨²n no salvados, vivos, golpeamos la sombra, en medio de la noche¡¡± En esos versos, y en otros de ese mismo libro, la noche, la sombra y la oscuridad son el sustento de su melancol¨ªa; en persona, sin embargo, siempre luch¨® por dejar en los otros el ritual alegre de la amistad, y eso era lo que recordaban los que al mediod¨ªa fueron a decirle adi¨®s a la sala 6 del Tanatorio.
Babelia
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