La conquista del agrado
Nancy Meyers pretende reflexionar queriendo ser agradable: ganan los buenos sentimientos y una cierta superficialidad.
Las pel¨ªculas profundas no suelen ser agradables. Porque la ponderaci¨®n te dirige hacia el claroscuro, porque la trascendencia pocas veces otorga respuestas aduladoras, porque la complejidad de la vida te hace caminar por el desequilibrio emocional. En El becario, donde Nancy Meyers pretende reflexionar queriendo ser agradable, una de las dos vertientes gana la partida: naturalmente lo hacen los buenos sentimientos y una cierta superficialidad. Pero, he ah¨ª la paradoja, est¨¢ bien que sea as¨ª, al menos comercialmente. La nueva apuesta de la autora de Cuando menos te lo esperas y Vacaciones va de eso, de apuntar hacia multitud de temas alrededor de la vida contempor¨¢nea, casi todos ellos en comparaci¨®n con los modos de vivir de la burgues¨ªa occidental de hace unas d¨¦cadas, abriendo el abanico a multitud de cuestiones, las m¨¢s esenciales y las m¨¢s peregrinas, para acabar abrazando un estado de autosatisfacci¨®n basado precisamente en su propia esencia: en el hecho de ver una pel¨ªcula que parece que te va a hacer sufrir pero que te acaba arreglando el d¨ªa. Y eso tambi¨¦n es posible.
EL BECARIO
Direcci¨®n: Nancy Meyers.
Int¨¦rpretes: Robert De Niro, Anne Hathaway, Rene Russo, Anders Holm, Zack Pearlman.
G¨¦nero: comedia dram¨¢tica. EE UU, 2015.
Duraci¨®n: 121 minutos.
A trav¨¦s de la figura del becario jubilado que adoptan algunas empresas de la modernidad, Meyers nos habla de amor y matrimonio, de hijos y de conciliaci¨®n, del intercambio de roles entre hombres y f¨¦minas que no es m¨¢s que la naturalizaci¨®n de los tiempos, de la experiencia y de la calma, del ¨ªmpetu y de la sabidur¨ªa, del dise?o y de la empresa, de los hipsters y de los cl¨¢sicos, de fidelidad y de imposibilidad, de sexo y de cari?o. ?Con gracia? Bastante. Aunque, eso s¨ª, cuando la pel¨ªcula se vuelve loca, en el sentido cinematogr¨¢fico del t¨¦rmino (es decir, en plan screwball comedy), le sienta fatal; de hecho, la secuencia que se pretende m¨¢s graciosa, la del robo del ordenador en casa de la madre, es precisamente la menos c¨®mica por culpa de sus equivocados montajes y puesta en escena. ?Con profundidad? No, es imposible. ?Con agrado? Mucho. Y con dos int¨¦rpretes magn¨ªficos, Robert de Niro, sin aspavientos, y Anne Hathaway, ojos que no caben en una pantalla.
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