Turistas de T¨¢natos
La Ruta de la Muerte del Disco nos dar¨ªa interesantes lecciones
![Fans de Jim Morrison junto a la tumba del cantante en Francia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BYQYNAKTNJGQDJTT5CUK6GCEX4.jpg?auth=fb258f41ea59e15e352bf094aa5688dded91690bb5aa6b4c2779e9c026c91925&width=414)
A?os noventa: varios periodistas musicales espa?oles estamos visitando La Habana. Volando por debajo del radar, creemos. Pero no, un funcionario nos convoca a una reuni¨®n. Pretende advertirnos: el Gobierno cubano detesta que la prensa extranjera siempre insista en las carencias, en las jineteras. Nos sugiere otros temas: ¡°Vayan al Cementerio Col¨®n, en el Vedado; es uno de los m¨¢s bonitos del mundo. Estamos impulsando el turismo funerario¡±.
Ponemos cara de p¨®quer, pero el mordaz Mingus B. Formentor revienta: ¡°Con la carne viva que hay por las calles ?nos est¨¢ diciendo que vayamos a un dep¨®sito de carne muerta?¡±. El comecandelas enrojece y nos despide r¨¢pido. Sin embargo, le recuerdo como la primera persona a la que o¨ª mencionar algo que hoy es tendencia y negocio: el ¡°turismo de la muerte¡±.
Otros lo llaman tanatoturismo. Y no se limita a los panteones. Incluye tambi¨¦n escenarios de desastres, batallas, masacres. Y recintos de inmenso sufrimiento: c¨¢rceles, centros de tortura o campos de concentraci¨®n. Cierto, siempre ha existido, pero ahora tiene nombre. O nombres: se habla igualmente de dark tourism. Interesa mucho al mundo acad¨¦mico: he computado al menos tres libros recientes alrededor del asunto, procedentes de universidades estadounidenses.
En realidad, lo que nos venden son experiencias que recortan la distancia entre los textos hist¨®ricos y un horror que se va alejando en el tiempo. No siempre comportan empat¨ªa o educaci¨®n: reconvertida en museo, la penitenciaria de Alcatraz se ha convertido en una ¡°atracci¨®n¡± popular en Estados Unidos, un pa¨ªs que cree fervientemente en las virtudes punitivas del encarcelamiento, con el mayor porcentaje de presos en el mundo. El gancho reside en acercarse, sin riesgos, a espacios anta?o prohibidos para el ciudadano de a pie.
En comparaci¨®n, resulta relativamente inocente la curiosidad por los sitios donde reposan los muertos ilustres. En Par¨ªs, ofrecen recorridos por los locales que frecuentaba Jim Morrison durante sus ¨²ltimos d¨ªas. Inteligentemente, el paseo comienza por la necr¨®polis de P¨¨re-Lachaise: no ser¨ªa buena t¨¢ctica comercial cerrar la excursi¨®n con el impacto del modesto sepulcro.
Imagino una posible ruta madrile?a que reflejara la desaparici¨®n de la industria del disco, desde las tiendas a las sedes de discogr¨¢ficas. Varias compa?¨ªas estaban en el eje de Avenida de Am¨¦rica y eran verdaderos complejos industriales: aparte de las oficinas, pod¨ªan incorporar almacenes, f¨¢bricas, estudios.
Todo ha sido barrido. Ni rastro del lugar donde Camar¨®n grab¨® la mayor¨ªa de sus discos. Imposible explicar c¨®mo el estudio de Hispavox gener¨® el llamado sonido Torrelaguna. Acaban de demoler lo que originalmente fue el orgulloso edificio de Discos Columbia y en el solar construyen pisos de lujo; alguno de los ¨¢ticos costar¨¢ 3.456.000 euros. La Ruta de la Muerte del Disco nos proporcionar¨ªa interesantes lecciones de econom¨ªa real.
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