El decisivo apoyo de Hitler en la Guerra Civil
El Tercer Reich lanz¨® en Espa?a su primera aventura militar en el extranjero. La ayuda al bando nacional result¨® a la postre decisiva
Cuando estall¨® la Guerra Civil en Espa?a, la pol¨ªtica exterior de Hitler hab¨ªa sido una sucesi¨®n de ¨¦xitos. A mediados de 1936, el Tercer Reich estaba llevando a cabo un rearme de tales dimensiones que pon¨ªa en rid¨ªculo el Tratado de Versalles, por no hablar del servicio militar obligatorio, el abandono de la Sociedad de Naciones y la interrupci¨®n de los pagos de indemnizaciones que hab¨ªan supuesto una carga tan tremenda para la Rep¨²blica de Weimar. En fecha reciente, el 7 de marzo, Hitler hab¨ªa logrado remilitarizar Renania sin que nadie le dijera nada.
Conseguir dichos objetivos hab¨ªa sido impensable antes de que los nazis llegaran al poder, a principios de 1933. Pero Hitler lo hab¨ªa hecho, y adem¨¢s hab¨ªa puesto en marcha una s¨®lida recuperaci¨®n de la econom¨ªa alemana. Por supuesto, el r¨¦gimen ten¨ªa sus puntos d¨¦biles, como el conflicto con las Iglesias y una situaci¨®n financiera endeble, pero en 1936 pocos pod¨ªan discutir el poder del F¨¹hrer. La remilitarizaci¨®n de Renania parec¨ªa el culmen del renacimiento alem¨¢n que tanto gustaba proclamar a los propagandistas nazis; era evidente que el equilibrio de poder en Europa se hab¨ªa alterado. Al mismo tiempo, sin embargo, el inesperado cruce militar del Rin hab¨ªa acercado a Europa a otra conflagraci¨®n continental como nunca desde 1918. Y resulta que el canciller era perfectamente consciente tanto de los triunfos como de las dudas. ?Habr¨ªa moderaci¨®n despu¨¦s del ¨¦xito? Durante el transcurso de la Guerra Civil espa?ola, de julio de 1936 a abril de 1939, la pol¨ªtica exterior de Hitler se centraliz¨® todav¨ªa m¨¢s, se hizo m¨¢s en¨¦rgica y m¨¢s agresiva. Pero el 24 de julio de 1936 eso no se sab¨ªa a¨²n.
La primera petici¨®n de ayuda que hicieron los nacionales a Alemania no se la dirigieron a Hitler. El 22 de julio, al d¨ªa siguiente de que Bol¨ªn llegara a Roma, el segundo de Franco en Marruecos, Juan Beigbeder, envi¨® ¡°una solicitud muy urgente¡± al agregado militar alem¨¢n en Par¨ªs en la que ped¨ªa ¡°diez aviones de transporte con la m¨¢xima capacidad de asientos¡±. El prop¨®sito era evidente: trasladar a las tropas experimentadas a la Pen¨ªnsula. Pero Beigbeder nunca tuvo una respuesta clara. En el norte, el general Mola, ya en la Junta de Defensa Nacional, tambi¨¦n intent¨® entrar en contacto con empresas privadas alemanas a trav¨¦s de la Embajada alemana en Lisboa.
El general Mola, ya en la Junta de Defensa Nacional, tambi¨¦n intent¨® entrar en contacto con empresas privadas alemanas
Ese mismo d¨ªa se reunieron con Franco el anciano l¨ªder del partido nazi en la min¨²scula legaci¨®n en Tetu¨¢n, Adolf Langenheim, y un obeso hombre de negocios prusiano que hab¨ªa perdido su peque?a fortuna en el crash burs¨¢til de 1929, Johannes Bernhardt. Franco no estaba en la Junta de la rebeli¨®n como Mola. Con los soldados atrapados en Marruecos, municiones escasas y pr¨¢cticamente nada de dinero en efectivo, la situaci¨®n de los rebeldes era complicada, sobre todo ante la perspectiva de una guerra prolongada. El joven Bernhardt seguramente vio una oportunidad y mostr¨® tal entusiasmo que consigui¨® entrar en el viaje: Franco y los generales necesitaban toda la ayuda posible.
(...) El 25 de julio, Hans Heinrich Dieckhoff, responsable en funciones del Ministerio de Asuntos Exteriores alem¨¢n, escribi¨® un memor¨¢ndum lleno de cautela: ¡°Ayer [el 24 de julio] llegaron a Berl¨ªn, en un avi¨®n de Luft Hansa aterrizado en Tempelhof [el aeropuerto berlin¨¦s], dos oficiales de los rebeldes espa?oles con instrucciones del general Franco para negociar con nuestras autoridades la compra de aviones y material de guerra¡±. [...] Es necesario que por ahora los responsables del Gobierno alem¨¢n y el Partido [nazi] sigan rehuyendo cualquier contacto con los dos oficiales. La entrega de armas a los rebeldes se sabr¨ªa enseguida. Todas las autoridades oficiales deben permanecer completamente al margen¡±. En el documento original aparecen ¡°s¨ª¡± y ¡°correcto¡± en letra del superior de Dieckhoff, el ministro Konstantin von Neurath, diplom¨¢tico y arist¨®crata responsable de la Wilhelmstrasse y que, hasta entonces, hab¨ªa resistido las presiones para unirse al partido nazi. Pero a los dos les hab¨ªan ocultado la realidad. Ambos, diplom¨¢ticos de carrera ¡ªy alejados del c¨ªrculo hitleriano de toma de decisiones¡ª, ignoraban que el 25 de julio el propio F¨¹hrer hab¨ªa decidido otra estrategia diferente para abordar el incipiente conflicto. Y que consist¨ªa en cualquier cosa menos en permanecer ¡°al margen¡±.
(...) El F¨¹hrer estaba en el Festival de Bayreuth, la puesta en escena anual de obras de Richard Wagner que nunca se perd¨ªa. (...)A ¨²ltima hora de esa noche, que sol¨ªa ser su momento m¨¢s productivo, Hitler estaba lleno de energ¨ªa y dispuesto a hablar de pol¨ªtica internacional. Es inevitable pensar que ya le hab¨ªan descrito la poco halag¨¹e?a situaci¨®n de los rebeldes espa?oles. Un informe de la embajada alemana en Madrid recibido esa ma?ana predec¨ªa acertadamente que el golpe de Estado fallido iba a desencadenar una guerra civil en toda regla. Dec¨ªa tambi¨¦n que la alianza franco-sovi¨¦tica ¡ªuna realidad oficial desde 1935¡ª saldr¨ªa reforzada de la victoria republicana, porque el r¨¦gimen vencedor ser¨ªa sin duda de izquierdas.
(...) El ministro de la Guerra, Werner von Blomberg, el almirante Wilhelm Canaris, entonces jefe de los servicios de inteligencia alemanes (Abwehr), y el ubicuo jefe de la Luftwaffe, Hermann G?ring, estuvieron tambi¨¦n presentes en la reuni¨®n. (...) Hitler orden¨® enviar a Franco m¨¢s material del que hab¨ªa pedido originalmente: veinte aviones de transporte Junkers Ju 52, seis aviones de combate Heinkel He 51S, artiller¨ªa y m¨¢s. Los suministros ir¨ªan acompa?ados de pilotos, mec¨¢nicos e incluso de una unidad m¨¦dica.
La importancia de esta decisi¨®n fue extraordinaria: la decisi¨®n wagneriana de Hitler no solo dio comienzo a su primera aventura militar en el extranjero sino que desafi¨® de manera directa el deseo anglo-franc¨¦s de construir ¡°una nueva paz europea¡± (...). Adem¨¢s, con una medida que empuj¨® a Mola a contemplar la misma suerte de su hermano Ram¨®n, Hitler decidi¨® enviar material a Franco, y solo a Franco. Con esa decisi¨®n, el F¨¹hrer alter¨® de manera inmediata e irrevocable la din¨¢mica del liderazgo de la rebeli¨®n, al no tener en cuenta la estructura de la Junta espa?ola creada unos d¨ªas antes. Es muy dif¨ªcil pensar que Franco hubiera podido monopolizar el poder tan f¨¢cilmente y tan temprano sin el voto de confianza de Hitler.
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