Anatom¨ªa de la edici¨®n
Generalmente erudito y con criterio, el editor es la sombra de todo escritor: hace de consejero, psic¨®logo, conseguidor
?Un lector omn¨ªvoro, un especialista en dise?o, estrategias de marketing e historia de la encuadernaci¨®n? ?Alguien que lee 100 libros por a?o ¡ªquiz¨¢s m¨¢s¡ª, que sabe de cine y de teatro, de fotograf¨ªa y de moda? ?Una persona a la que no hay que explicarle cu¨¢l es el hotel en el que conviene hospedar al escritor equis porque no s¨®lo sabe perfectamente cu¨¢l es ese hotel, sino que, adem¨¢s, sabe qu¨¦ clase de almohada, whisky y comida le gustan al escritor equis y conoce los sitios que es mejor evitar para que no se encuentre con el escritor eme, a quien odia? ?Alguien que sabe qu¨¦ decir cuando el escritor zeta lo llama llorando porque un cr¨ªtico ha destrozado su novela? Alguien, en todo caso, que un d¨ªa recibe un manuscrito y que, para convertirlo en libro, atraviesa un largo proceso que incluye sugerir cambios en el texto, apoyar al autor en momentos de incertidumbre o miseria econ¨®mica, pensar un t¨ªtulo, evaluar la portada, planificar en qu¨¦ mes conviene hacer el lanzamiento, contener la ansiedad del autor ante las primeras cr¨ªticas, vivir los triunfos del autor como si fueran propios, los golpes del autor como si fueran propios, el crecimiento del autor como si fuera propio, y todo eso para que, al final del camino, si todo sale bien, se le cite entre un grupo de gente para el cual nombres como Robert Gottlieb, Jorge ?lvarez, Bennett Cerf, Maxwell Perkins, Kurt Wolff, J¨¦r?me Lindon o Giulio Einaudi quieren decir alguna cosa. Un grupo de gente, por cierto, bastante peque?o.
¡°La cualidad n¨²mero uno del editor respetable¡±, escribi¨® la chilena Andrea Palet, editora de Libros del Laurel, en su texto Brev¨ªsimo manual para j¨®venes editores, ¡°es la capacidad de quedarse inmensamente callado (¡) Es duro ser una sombra, y ni siquiera eso te lo van a agradecer, pero si eres editor es porque te gustan los libros, leerlos, tocarlos, rodearte de ellos, pensarlos, crearlos: bien, esa y no otra ha de ser tu callada recompensa¡±. M¨¢s all¨¢ de la crisis, de los cambios que ha sufrido el negocio, de la irrupci¨®n de la tecnolog¨ªa, ?en qu¨¦ consiste el trabajo ¡ªla vocaci¨®n¡ª de ser una sombra; el trabajo ¡ªla vocaci¨®n¡ª de ser un editor?
¡°Es trabajar con gente interesante y talentosa, correr el riesgo de tomar una decisi¨®n acertada, presentar cosas nuevas a los lectores¡±, dice Pilar Reyes, directora de la editorial Alfaguara. ¡°Es estar tras la escena del talento, y esa conversaci¨®n con los autores es fant¨¢stica¡±.
Claudio L¨®pez Lamadrid, director literario de Penguin Random House, estudiaba Derecho sin convicci¨®n cuando su t¨ªo, Toni L¨®pez, al frente de Tusquets con Beatriz de Moura, le pidi¨® ayuda para hacer un trabajo de fuerza bruta.
Cuando eres un editor peque?o, haces los paquetes para los env¨ªos, la maqueta, eres tu propio jefe comercial Juli¨¢n Rodr¨ªguez
¡°Mi primer trabajo editorial fue trasladar el archivo de libros de Tusquets desde la casa de Beatriz de Moura a otro sitio. El siguiente fue borrar el precio de los libros en la primera p¨¢gina. Se anotaban all¨ª, y cuando cambiaban hab¨ªa que borrarlos. Luego empec¨¦ a revisar las traducciones. Es un trabajo muy artesanal, que se ha perdido. Los editores que hoy tienen 30 a?os no trabajan los textos. Para m¨ª, ser editor es trabajar con los textos. Para los de hoy en d¨ªa, es vender libros¡±.
Luis Solano lleva 11 a?os al frente de su editorial, Libros del Asteroide. Siempre supo que lo suyo eran los libros, pero hab¨ªa estudiado Derecho y trabajaba en una consultora, donde le encargaron llevar los temas del libro electr¨®nico en Planeta.
¡°En Planeta empec¨¦ a darle vueltas a la posibilidad de montar una editorial. Los libros me parec¨ªan lo m¨¢s grande a lo que pod¨ªa dedicarle mi vida. Ya que no me reconoc¨ªa talento para escribir, no se me ocurr¨ªa una manera de estar m¨¢s cerca de los libros que esa. Si est¨¢s en esta profesi¨®n es porque tienes claro que el talento est¨¢ en otro lado. En el triunfo del autor est¨¢ tu triunfo¡±.
¡°?ramos pobres, en Extremadura¡±, dice el espa?ol Juli¨¢n Rodr¨ªguez, escritor y editor de Perif¨¦rica. ¡°En casa s¨®lo hab¨ªa un Quijote y una Biblia. Los libros fueron el primer patrimonio con el que pudimos hacernos por nuestros propios medios. Para m¨ª una editorial es un proyecto intelectual. Hay personas que pensaron una serie de ideas y devienen empresarios para poder defenderlas. No me fascina la parte pop star que puede tener un editor en este tiempo. La literatura nunca ha sido una chaqueta que te pones para declararte intelectual¡±.
Al escritor argentino Dami¨¢n Tabarovsky, exeditor de Interzona y ahora de Mardulce, le hab¨ªan ofrecido, en los noventa, dirigir una colecci¨®n de nouvelle en una gran editorial.
¡°Y dije que no, porque me parec¨ªa que los editores eran todos delincuentes. Ten¨ªa la idea de que ten¨ªas que hacer concesiones comerciales. En 2008, Fogwill me cont¨® que estaban buscando un editor en Interzona. Le dije lo mismo: los editores son todos delincuentes. Y me dijo: ¡®No seas boludo, nadie sabe m¨¢s que vos de la historia de la edici¨®n. Y adem¨¢s, vos entr¨¢s y me pag¨¢s anticipos m¨¢s altos¡¯. Entr¨¦ a Interzona y descubr¨ª un oficio que me encant¨® y que no quisiera perder. Para m¨ª un editor es una persona erudita, que lee mucho y tiene un criterio de lectura, y editar es una forma subrepticia de opinar sobre el estado de la cultura contempor¨¢nea¡±.
Jorge Herralde, fundador de Anagrama, estudi¨® ingenier¨ªa aunque su gusto por el mundo editorial ven¨ªa desde la adolescencia y lo compart¨ªa con su amigo Carlos Dur¨¢n.
¡°Su padre era encuadernador, muy amigo y colaborador de Jan¨¦s, el gran editor de los a?os cuarenta y cincuenta, y yo iba a menudo a su casa, donde ten¨ªan todo el fondo de Jan¨¦s. All¨ª descubr¨ª lo que era ser un editor, elaborar un cat¨¢logo coherente e imaginativo, con vocaci¨®n artesanal y elevado sentido de la est¨¦tica¡±.
Si est¨¢s en esta profesi¨®n es porque tienes claro que el talento est¨¢ en otro lado. En el triunfo del autor est¨¢ tu triunfo Luis Solano
Reci¨¦n en 1969 salieron los primeros t¨ªtulos de Anagrama. Si la editorial comenz¨® como ¡°caja de resonancia de la izquierda heterodoxa¡±, a fines de los setenta el inter¨¦s por los libros pol¨ªticos decay¨®, pero, para entonces, Herralde ya hab¨ªa iniciado la colecci¨®n Contrase?as y, luego, Panorama de Narrativas (con autores como Bukowski, Nabokov y un largu¨ªsimo etc¨¦tera), lo cual hace pensar que el editor es no s¨®lo una persona tozuda ¡ªalguien que quiere contar su visi¨®n del mundo¡ª, sino tambi¨¦n alguien capaz de ejecutar las maniobras de ajuste necesarias para que el negocio no se estrelle y, en cambio, siga en turbulento pero muy seguro vuelo hacia el destino final.
¡°En muchas ocasiones pones tanto o m¨¢s trabajo en libros que fracasan como en libros que funcionan¡±, dice Miguel Aguilar, editor del sello Debate. ¡°Con lo cual cu¨¢nto de ese ¨¦xito se te atribuye a ti es cuestionable. Un requisito fundamental es la capacidad de entusiasmarse permanentemente, porque si un libro fracasa y te desilusionas, te vas a casa y no editas nunca m¨¢s¡±.
¡°Cuando eres un editor peque?o, haces los paquetes para los env¨ªos, la maqueta, eres tu propio jefe comercial¡±, dice Juli¨¢n Rodr¨ªguez, de Perif¨¦rica. ¡°Te vas a tomar un vodka tonic con el autor y al d¨ªa siguiente est¨¢s haciendo cajas. Este trabajo te obliga a ser humilde. El texto siempre es m¨¢s importante que t¨². Eres un lector privilegiado. Pero no eres el autor¡±.
¡°Hay muchos escritores con los que he trabajado much¨ªsimo el texto y jam¨¢s han tenido una palabra de reconocimiento¡±, dice Claudio L¨®pez Lamadrid, ¡°y est¨¢ muy bien, yo no lo espero en absoluto. Me gustar¨ªa que mis autores sintieran que conmigo pueden hablar de sus libros. La parte m¨¢s bonita es el trabajo con el autor. El escritor es una persona fr¨¢gil y yo siento que puedo ser desde mam¨¢ hasta guardaespaldas, me gusta hacerlo.
¡°Yo tengo todos los pecados menos la envidia¡±, dice Mat¨ªas Rivas, director editorial de Ediciones Universidad Diego Portales, de Chile. ¡°Hay que pasarlo bien cuando a los otros les va bien. Eres el entrenador del equipo. Sabes que si el equipo se cae, te echan a ti. No van a echar a los jugadores¡±.
¡°Ten¨ªa un amigo argentino¡±, dice Luis Solano, ¡°que me dec¨ªa que con las mujeres tienes que estar en la APC: actitud permanente de conquista. La APC de un editor es estar siempre con las antenas alerta a los libros. Si est¨¢s en una conversaci¨®n y alguien menciona un libro, tomas nota y lo miras al d¨ªa siguiente¡±.
El cat¨¢logo es el sello y la patria de un editor, un sitio con fronteras definidas que emite un mensaje claro
El editor es, quiz¨¢s, un entusiasta serial que recoge las esquirlas del entusiasmo ajeno y alimenta su caldera con intuici¨®n, erudici¨®n, ambici¨®n, curiosidad y algo de buena suerte: Francisco Porr¨²a supo de la existencia de Ray Bradbury porque ley¨® un art¨ªculo de Jean-Paul Sartre en Les Temps Modernes donde se lo mencionaba, compr¨® los derechos por poco dinero y Cr¨®nicas marcianas fue, en 1955, el primer libro de su editorial, Minotauro; luego, siendo editor de Sudamericana, lleg¨® a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez al leer una entrevista incluida en Los nuestros, el libro de Luis Harss: lo contact¨® y Garc¨ªa M¨¢rquez le ofreci¨® su nueva novela, Cien a?os de soledad, que ya hab¨ªa ofrecido, sin ¨¦xito, a Carlos Barral en Espa?a. El argentino Jorge ?lvarez fue el primero en publicar a Piglia, Rodolfo Walsh, Saer y Manuel Puig; Kurt Wolff reuni¨®, en 1917, a Kafka, Robert Walser y Georg Trakl en su cat¨¢logo. La importancia de esos autores dentro del sistema literario resulta ahora muy clara, pero la dificultad para evaluar la obra de un contempor¨¢neo ha producido cat¨¢strofes que la indulgencia de los a?os transform¨® en grandes momentos de morbo en la historia editorial, como, por ejemplo, cuando Andr¨¦ Gide, trabajando para Gallimard, rechaz¨® Por el camino de Swann, de Marcel Proust.
¡°De todos modos¡±, dice con pragmatismo calc¨¢reo Miguel Aguilar, ¡°no eres editor s¨®lo para descubrir a Proust. Si descubres a Proust y no consigues que nadie lo lea, es como si no lo hubieras descubierto. La parte bonita del trabajo del editor es que est¨¢s en contacto con la realidad m¨¢s descarnada, que es el mercado.
El cat¨¢logo es el sello y la patria de un editor, un sitio con fronteras definidas que emite un mensaje claro: dice a los lectores ¡°aqu¨ª encontrar¨¢s La muerte de Virgilio, mas no Juan Salvador Gaviota¡±. Pero cuando el cat¨¢logo a¨²n no existe, ?con qu¨¦ criterios se dirime qu¨¦ s¨ª y qu¨¦ no?
¡°El cat¨¢logo mismo va seleccionando autores¡±, dice Leonora Djament, editora de Eterna Cadencia. ¡°Nos ha pasado con libros buen¨ªsimos y sentir que quedan sueltos en el cat¨¢logo, y tener que decir que no porque un libro que queda suelto no tiene buen augurio. Y no alcanza con el gusto. Uno no puede publicar s¨®lo lo que le gusta. Hay libros con los que puedo no estar de acuerdo, pero me parecen fundamentales para pensar una cuesti¨®n determinada¡±.
El editor italiano Giulio Einaudi hablaba de ¡°la edici¨®n s¨ª¡± (la que no sale al encuentro de los gustos del p¨²blico, sino que introduce nuevas tendencias) y ¡°la edici¨®n no¡±, que trata de satisfacer los deseos m¨¢s obvios del p¨²blico.
Un buen editor es un tipo que trabaja con animales salvajes. Que hace que los animales salvajes produzcan y que nunca los domestica Mat¨ªas Rivas
¡°No es tanto que los libros se lleven bien entre ellos, sino que no se odien¡±, dice Luis Solano. ¡°Saber mejor lo que no te vas a encontrar que lo que s¨ª. Dos textos en dos editoriales distintas le est¨¢n diciendo al lector cosas diferentes. Zweig era un autor de best sellers en los a?os treinta y Jaume Vall?corba lo publica en Acantilado y propone una lectura distinta. Si a Zweig lo pones al lado de los ensayos de Montaigne, le est¨¢s diciendo al lector: ¡®Este autor est¨¢ al nivel de este¡¯. Por eso es importante la credibilidad del cat¨¢logo. Si la pierdes, desaprovechas el arma fundamental de convencer a los lectores de que lo que publicas es bueno¡±.
¡°Yo hab¨ªa sido librero, y cuando empec¨¦ en la UDP sab¨ªa que todo aficionado a la lectura alguna vez va a comprar algunos libros como Las flores del mal o Una temporada en el infierno¡±, dice Mat¨ªas Rivas. ¡°En Chile ten¨ªamos a Nicanor Parra, Enrique Lihn, pero no encontrabas sus libros. Decid¨ª hacerme cargo de eso y de la cr¨®nica, de los g¨¦neros h¨ªbridos. Pero no tiene que ver con mi gusto personal. Si fuera as¨ª, estar¨ªa publicando a T¨¢cito. La literatura es un reflejo de otras cosas sociales, como la moda. Miro los desfiles de Alexander McQueen, por ejemplo, porque cuando tipos como esos deciden que la moda es punki, el correlato es Cincuenta sombras de Grey. Siempre hay una relaci¨®n torcida entre una cosa y la otra¡±.
Cuando el manuscrito llega al editor es necesario, en ocasiones, ajustar tornillos, pulir aristas. En esa instancia hay editores que eligen hacer un trabajo de carpinter¨ªa fina y otros que irrumpen con intervenciones a coraz¨®n abierto.
¡°La escritura honesta deja a los autores tremendamente expuestos¡±, dice Diego Rabasa, de la mexicana Sexto Piso. ¡°Exige una enorme prudencia y un gran respeto sugerir una modificaci¨®n en una obra que no nos pertenece. En t¨¦rminos generales, los autores valoran mucho m¨¢s la honestidad que la zalamer¨ªa¡±.
¡°Est¨¢s manejando una materia absolutamente sensible¡±, dice Pilar Reyes. ¡°Hay una inmensa fragilidad, incluso en los autores m¨¢s consagrados, cuando terminan de escribir un texto. El editor es como un espejo en el que tienen que autoafirmarse. Y dar esa confianza exige que tengas un ego que te permita configurar ese espejo de una forma eficaz. A un escritor de esta clase no puedes decirle simplemente: ¡®Me gust¨®¡¯. Quieren saber por qu¨¦ funciona, por qu¨¦ no, y ah¨ª tienes que tener seguridad, para producirla en el autor. El editor es el gran interlocutor del creador, pero el texto es del escritor. Yo creo que es apropiaci¨®n indebida pensar que uno se homologa con el autor y vuelve lo bruto en un diamante¡±.
El editor es un tramoyista discreto que, mientras el trapecista est¨¢ en pleno vuelo, contempla las piruetas que ¨¦l no puede ejecutar y permanece en las sombras
¡°Un buen editor es un tipo que trabaja con animales salvajes. Que hace que los animales salvajes produzcan y que nunca los domestica¡±, dice Mat¨ªas Rivas. ¡°Si el autor funciona con ira, tienes que hacer que se vaya furioso cada vez que habla contigo, directo a la computadora dispuesto a sacar esa ira. Si el tipo necesita tranquilidad, hay que hacer de padre. A veces me dan pena los escritores. Es gente que trabaja mucho y el retorno real es muy simb¨®lico. El autor latinoamericano no gana mucho dinero, y trabaja lo mismo que el noruego, que el norteamericano. Lo primero que tiene que saber un editor latinoamericano es que est¨¢ trabajando con una persona pobre. Si trabajas con 40 libros al a?o, trabajas con 30 personas con problemas para llegar a fin de mes. Es muy duro ser escritor. T¨² como editor te puedes equivocar, sacas un libro que es m¨¢s o menos malo, dos que no. Pero cuando un autor se equivoca se cae ¨¦l. Tu complicidad con el creador va a significar mucho m¨¢s que las 10 cr¨ªticas buenas que le hagan en los peri¨®dicos¡±.
En un reportaje publicado por Paris Review, Robert Gottlieb, editor de Simon?& Schuster, Knopf y The New Yorker, dec¨ªa: ¡°La relaci¨®n del editor con el libro debe ser invisible (¡) Tu trabajo como editor es darte cuenta de qu¨¦ es lo que el libro necesita, pero el autor es el que tiene que darle eso al libro (¡) Cuando la gente me dice: ¡®Oh, eres tan creativo¡¯. Les contesto: ¡®No, yo no soy creativo. Simplemente tengo ciertas cualidades que se necesitan para mi trabajo¡¯. Hay editores que toda la vida se sienten culpables por no ser escritores. Yo puedo escribir, pero no me gusta la escritura. En cambio, leer es como respirar¡±. En el reportaje participaban algunos de los autores a quienes Gottlieb hab¨ªa editado; entre ellos, Cynthia Ozick, quien contaba que David Segal, que hab¨ªa sido su editor en Knopf, hab¨ªa muerto de un ataque al coraz¨®n en la Navidad de 1970, el mismo d¨ªa en que la primera hija de Robert Gottlieb ven¨ªa al mundo. Ozick recordaba que, inmediatamente despu¨¦s del nacimiento, Gottlieb la llam¨® desde el hospital y le dijo: ¡°No te preocupes, no est¨¢s abandonada. Tu editor se ha ido pero yo estoy aqu¨ª y ser¨¦ tu editor y te publicar¨¦. No sientas que est¨¢s perdida¡±. Y ese llamado, dec¨ªa Ozick, fue la demostraci¨®n de generosidad m¨¢s grande que haya experimentado en toda su vida. Y esa, quiz¨¢s, ser¨ªa una buena definici¨®n del editor: el tramoyista discreto que, mientras el trapecista est¨¢ en pleno vuelo, contempla las piruetas que ¨¦l no puede ejecutar y permanece en las sombras, atento, listo para aparecer cuando todo lo dem¨¢s desa?parezca.
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