Monta?a rusa
Gerardo Vera dirige una versi¨®n de 'Los hermanos Karam¨¢zov' sobrecargada de melodrama y grandilocuencia
Hay que aplaudir la ambici¨®n de Jos¨¦ Luis Collado, que ha condensado en tres horas un librazo, las 1.000 p¨¢ginas de Los hermanos Karam¨¢zov, de Dostoievski, y de Gerardo Vera, que firma en el Valle-Incl¨¢n su puesta en escena, pero el espec?t¨¢culo tiene m¨¢s altibajos que la monta?a rusa de un parque de atracciones. Tanto el texto original (en mi recuerdo: lectura de adolescencia) como la adaptaci¨®n pecan de lo mismo: pasajes poderosos en un conjunto sobrecargado de melodrama, verbosidad y grandilocuencia. Lamento decir, porque el empe?o es grande, que la primera parte de la funci¨®n me pareci¨® muy tediosa. Me record¨® a aquellas novelas que TVE emit¨ªa en las tardes de los sesenta, donde los personajes contaban, en largas parrafadas, lo que les hab¨ªa sucedido hasta entonces. Ese material que hubiera merecido (y nosotros) la pluma de Valle-Incl¨¢n no ped¨ªa una reducci¨®n, sino, creo yo, una reinvenci¨®n, una esencializaci¨®n, a caballo, pongamos, entre Roberto Arlt y Arturo Ripstein.
A la ardua carga existencial de los Karam¨¢zov, los int¨¦rpretes suman la doble condena de tener que pasar una gran cantidad de informaci¨®n
A la ardua carga existencial de los Karam¨¢zov, los int¨¦rpretes suman la doble condena de tener que pasar una gran cantidad de informaci¨®n y moverse en los estrechos cauces de unos arquetipos con escasos matices. Juan Echanove es Fi¨®dor, el padre, libertino, tir¨¢nico y buf¨®n. Los hijos son Dimitri (Fernando Gil), salvaje atormentado; Iv¨¢n (Markos Mar¨ªn), nihilista t¨ªsico; Aliosha (Ferran Vilajosana), santo redentor; Smerdiakov (?scar de la Fuente), torvo bastardo (torvo con bastante causa: ¡°Hijo de Lisabeta la maloliente, una mendiga retrasada a la que su padre viol¨® mientras dorm¨ªa en una cuneta¡±). Ejes pasionales: Katerina Iv¨¢nova (Luc¨ªa Quintana), dama ¡°distante e inaccesible¡±, y Gr¨²shenka (Marta Poveda), mujer fatal que desaf¨ªa, escasa de ropa, al temible invierno ruso. El notable reparto defiende con much¨ªsimo m¨¦rito esa riada de texto, pese a que en la primera parte Vera parece haberles marcado tonos insistentemente crispados y gritones, y movimientos que hacen pensar en aquella parodia que Woody Allen titul¨® Los que se retuercen.
Bazas favorables: el espacio, firmado tambi¨¦n por Vera, desnudo y m¨²ltiple, es muy eficaz; la luz de G¨®mez Cornejo apoya de maravilla cambios y atm¨®sferas, y el vestuario de Alejandro And¨²jar (salvando alguna incongruencia, como la de Gr¨²shenka) es hermoso y evocador. Echanove abraza un papel falstaffiano, ideal para Zero Mostel: lo dice muy bien, con indudable entrega, pero en la primera parte detecto m¨¢s trepidaci¨®n que intensidad. El continuado pasmo del Aliosha de Ferran Vilajosana me hizo verle como un hermano estepario de Sheldon Cooper (Jim Parsons) en The Big Bang Theory: no s¨¦ si eso es lo adecuado.
El espacio, firmado tambi¨¦n por Vera, desnudo y m¨²ltiple, es muy eficaz; la luz de G¨®mez Cornejo apoya de maravilla cambios y atm¨®sferas
Pienso que a Luc¨ªa Quintana, actriz ideal para papeles con el sentimiento a flor de piel, no le va la frialdad de Katerina: para compensar, Vera hace que se arroje varias veces al suelo, ya desnuda, ya para ense?ar las ligas. Tampoco me parece buena idea que su careo con Gr¨²shenka, achulad¨ªsimas ambas, tenga un sorprendente aire de pelea en corrala. Por el contrario, hay justeza y verdad en el mano a mano entre Quintana y Markos Mar¨ªn, a principios del segundo acto, que abre la puerta a la solidez de la segunda parte, donde todo lo que pasa resulta mucho m¨¢s concentrado y acuciante. Escenas breves, di¨¢logos ce?idos, acciones concretas y narraci¨®n alternada, a ritmo vivo: ah¨ª hay un muy buen trabajo de Collado y Vera. En esa noche llena de amenazas y pasiones al l¨ªmite, conozco de verdad a los personajes porque hay verdadera tensi¨®n y los objetivos me parecen altamente dram¨¢ticos. Me convence Echanove, un Fi¨®dor encerrado en la casa, enloquecido, montenegresco, esperando a Gr¨²shenka, aterrado por Dimitri, luchando por sobrevivir. Y ?scar de la Fuente, un Smerdiakov m¨¢s cuervo, m¨¢s Peter Lorre que nunca, en la estupenda escena con Iv¨¢n, arrasado por la tisis, el alcohol y la culpa: no es dif¨ªcil verles como el doctor Frankenstein enfrent¨¢ndose a su criatura. Y me gusta la sobriedad del aplomado Grigori que dibuja el veterano Abel Vit¨®n, cant¨¢ndoselas claras a Fi¨®dor y Smerdiakov. A mitad de la segunda parte llegan mis escenas favoritas, en el barucio de Trifon (de nuevo Vit¨®n). Atm¨®sfera tanguera. Dimitri, pistola en mano, pate¨¢ndose la pasta a las cartas con Musialowicz (Chema Ruiz) y Wroblewski (Eugenio Villota), encanallados oficiales polacos, y luego al amanecer, con Gr¨²shenka: un amor furioso, sin esperanza. ?Ah, el amanecer de esa noche! Formidables, con verdadera qu¨ªmica, Fernando Gil y Marta Poveda. Un suculento aire de personajes de Fassbinder. ?Al fin parecen hablar y sentir como nunca antes! Veo luego el encuentro entre Katerina, Iv¨¢n, Gr¨²shenka, Aliosha y Smerdiakov en la casa del padre, al fin liberados del griter¨ªo y la agitaci¨®n motora, y pienso que si hubiera entrado en el teatro tras el intermedio entender¨ªa perfectamente de qu¨¦ va todo. Luego viene el juicio, con Antonio Medina mucho mejor como juez que como el envarado padre Zosima (Zosimo, en el libro). El carrusel de culpas, la redenci¨®n. Aqu¨ª me hace gracia, gracia de la buena, que el texto vire hacia el g¨¦nero de melodramazo procesal con mensaje, y Vera lo monta un poco a la antigua, a lo Testigo de cargo, pero se sostiene muy bien y tiene emoci¨®n. Y es otra buena idea que Los hermanos Karam¨¢zov acabe con una nost¨¢lgica, irrecuperable imagen familiar, que se dir¨ªa inspirada en la pen¨²ltima secuencia de El Padrino: segunda parte.
Los hermanos Karam¨¢zov, de Fi¨®dor Dostoievski. Direcci¨®n: Gerardo Vera. Interpretada por Juan Echanove, ?scar de la Fuente, Fernando Gil, Markos Mar¨ªn, Marta Poveda, Luc¨ªa Quintana. Teatro Valle-Incl¨¢n. Madrid. Hasta el 10 de enero de 2016.
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