Hamlet, antes del ensayo
?Qu¨¦ le pasa por la cabeza y el coraz¨®n a un director cuando est¨¢ a punto de empezar a ensayar un enorme texto? Miguel del Arco y Hamlet, por ejemplo, que presentar¨¢ en la Comedia en febrero, con Israel Elejalde, Ana Wagener, ?ngela Cremonte y Daniel Freire encabezando el reparto. Aqu¨ª van algunas cosas que anot¨¦. Le pregunto, para empezar, acerca de los riesgos de su elecci¨®n. ¡°Siempre he querido hacer Shakespeare, y Hamlet m¨¢s que ninguna otra obra. Entiendo que le llamen ¡®poema ilimitado¡¯: da v¨¦rtigo, porque tiene mil lados, mil puertas. Cuando entras no sabes por d¨®nde te va a conectar. A ratos me arrepiento: s¨¦ que que voy a pasarlo mal. Es un personaje duro y antip¨¢tico, mucho m¨¢s que Alcestes, el protagonista de El Mis¨¢ntropo, porque lleva al desastre a quienes le rodean, pero en su dolor y en su obsesi¨®n por discernir los l¨ªmites de la conciencia nos confronta con una serie de preguntas inc¨®modas: bregar con el sentido de todo esto y con la idea de la muerte. Yo tengo ahora cincuenta a?os y no es algo que me pille de nuevas: la desaparici¨®n de mi hermano, que fue mi primera muerte, cambi¨® mi vida. A Hamlet la idea de la finitud del tiempo le llega mucho antes, al final de la adolescencia, cuando su padre sale imprevistamente de escena, por as¨ª decirlo¡±.
Nos encontramos hablando de Hamlet y Falstaff, dos polos antag¨®nicos.
¡°Harold Bloom los enlaza. Los dos tienen un ingenio verborreico y un lado de payaso, aunque el pr¨ªncipe es un payaso peligroso, psic¨®pata. Falstaff se agarra al humor hasta el ¨²ltimo momento, y el ingenio de Hamlet desaparece en el quinto acto, tras la muerte de Ofelia y Polonio, tras la conversaci¨®n con los enterradores. Yo entiendo y comparto el vitalismo de Falstaff, pero mi fondo melanc¨®lico conecta muy bien con Hamlet. Bloom dice algo estupendo: que el problema de Hamlet no es que piense mucho, sino que piensa demasiado bien, y explora territorios a los que ser¨ªa mucho m¨¢s c¨®modo no llegar¡±.
Coincidimos en que Hamlet solo siente verdadero afecto por los c¨®micos: por la compa?¨ªa itinerante y por Yorick, su compa?ero de infancia. Y que ¨²nicamente Horacio le merece confianza. Con los dem¨¢s es despiadado. Del Arco me cuenta que quiere que el espacio del montaje sea ¡°una caja, con techo. Quiero convertir el primer acto en un espacio mental: Hamlet con Ofelia, durante la fiesta de las bodas, encerrado en su habitaci¨®n. Quiere dormir, para que su cabeza deje de dar vueltas, pero no cesan de acosarle los fantasmas. Ofelia es lo ¨²nico hermoso que hay en su vida, y a ella se aferra. Estoy todav¨ªa en la fase de la b¨²squeda, de las intuiciones¡±.
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