¡°El defecto nacional es que nadie escucha ni cambia sus paradigmas¡±
'Diario del anciano averiado', una nueva entrega de la serie de textos diar¨ªsticos del fil¨®sofo, editor y empresario catal¨¢n ven la luz
El eco de las palabras de Salvador P¨¢niker (Barcelona, 1927) parece en ocasiones casi prof¨¦tico ahora que ve la luz una nueva entrega de la serie de textos diar¨ªsticos en la que el fil¨®sofo, editor y empresario catal¨¢n se ha volcado en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Su Diario del anciano averiado (Literatura Random House) recoge el principio, el tiempo en el que trabaj¨® en el Cuaderno amarillo, el exitoso primer libro de la serie ¡ªque continu¨® con Variaciones 95 y Diario de oto?o¡ª. En la primera entrada del 2 de enero de 2000, P¨¢niker comenta los buenos pron¨®sticos econ¨®micos con que se saludaba entonces el nuevo a?o y escribe que ¡°habr¨¢ que ver qu¨¦ pasa con el empleo¡±.
Unas p¨¢ginas m¨¢s adelante emprende una anatom¨ªa de los t¨®picos y concluye: ¡°Tampoco hay tanta diferencia entre pensar mediante t¨®picos o refranes y acogerse a mitos seculares que est¨¢n de moda. Lo contrario del pensamiento cr¨ªtico. El refugio de unas narrativas que dan forma incluso a nuestros sentimientos. Porque tambi¨¦n los sentimientos pueden ser muy t¨®picos¡±. Tambi¨¦n adelanta su visi¨®n sobre el problema catal¨¢n afirmando que ¡°asimilar naci¨®n con Estado conduce a conflictos innecesarios¡±. ?C¨®mo ve ahora las cosas? ¡°Se ha hecho muy mal por ambos lados. El problema se superar¨¢ por elevaci¨®n, y creo que est¨¢ en Europa¡±, explica. ¡°Hay que poner m¨¢s racionalidad. El defecto nacional es la hiperemotividad, que nadie escucha, ni cambia sus paradigmas¡±.
Entre presentaciones, comentarios sobre las noticias, cenas con amigos, veraneos en el Ampurd¨¢n y complicidades con la pareja, P¨¢niker introduce su pensamiento filos¨®fico. ¡°Ahora tienen m¨¢s importancia mis ideas que mis an¨¦cdotas¡±, afirma, sentado en un sal¨®n de su particular torre en el alto de Pedralbes. ¡°Creo que lo atractivo es simultanear vida y escritura. Hay muy buenos escritores como Pessoa o Borges que en el fondo han vivido poco¡±.
Dice P¨¢niker que ¨¦l da mucha importancia a las primeras impresiones, porque ah¨ª se computan muchas cosas inconscientemente. Vestido de impecable azul, con voz grave, se muestra como un ¨¢gil conversador pendiente tanto de la conexi¨®n inmediata como de la idea m¨¢s abstracta. Sin aspavientos, introduce sus ideas tao¨ªstas, niega la rivalidad con su hermano Raimon P¨¢niker, cita a Nietzsche, enmienda a Sartre o rompe una lanza a favor de su amigo Francisco Umbral, mientras explica el prop¨®sito que hay tras sus libros: ¡°Mis libros tratan de la condici¨®n humana y me tomo a m¨ª como pretexto. Es un recurso narrativo¡±, asegura.
Carlos Barral, el otro gallo en el corral
El 14 de diciembre de 2004 se celebr¨® un homenaje a Salvador P¨¢niker en el Colegio de Periodistas de Barcelona. En una de las ¨²ltimas entradas de su Diario del anciano averiado, el fil¨®sofo recuerda el ¨¦xito de aquella convocatoria en la que Jorge Herralde tom¨® la palabra para recordar la irrupci¨®n de Kair¨®s en los sesenta. "Medio indio y medio pijo, fil¨®sofo e ingeniero, rico empresario, con una casa en Pedralbes y otra en Ibiza, y lo que es m¨¢s sorprendente, autor de dos inesperados best sellers, dos magn¨ªficos libros de entrevistas, Conversaciones en Madrid y Conversaciones en Catalu?a",parafrasea P¨¢niker de aquel discurso, y a?ade, "Menciona que Carlos Barral y yo, inevitablemente, nos detest¨¢bamos".
?A qu¨¦ se debi¨® ese antagonismo? "Seg¨²n Herralde, ¨¦ramos dos seductores, dos gallos en el mismo corral barcelon¨¦s. ?l era muy vanidoso y yo ten¨ªa fama de serlo tambi¨¦n", explica P¨¢niker. "?l era m¨¢s importante como editor, yo sal¨ª m¨¢s tarde a la palestra porque antes resolv¨ª los problemas de intendencia, cosa que el pobre Carlos no hizo. Acabamos relativamente amigos". La publicaci¨®n de Segundas memorias, sin embargo, molest¨® al carism¨¢tico Barral, como recuerda P¨¢niker.
?Qu¨¦ era lo que m¨¢s le sorprend¨ªa del poeta y editor de Seix Barral? ¡°Creo que ¨¦l, como muchos de esa generaci¨®n, ten¨ªa algo muy religioso, protestaba como por un contrato no cumplido, porque la vida no tendr¨ªa que ser desagradable, el dolor no tendr¨ªa que existir, las cosas deb¨ªan ir bien... Pero las cosas van mal, el dolor existe y la vida puede ser desagradable. La vida no est¨¢ aqu¨ª para juzgarla sino para vivirla. No hay que protestar porque junto a la monta?a hay un desfiladero¡±.
Hijo de un empresario indio y una catalana, su primer diario se lo regal¨® un t¨ªo suyo a los 15 a?os. Dice que de ah¨ª han salido sus libros de ensayo. Licenciado en Ingenier¨ªa y Filosof¨ªa, empresario de ¨¦xito, P¨¢niker quer¨ªa ser escritor, pero no sab¨ªa en qu¨¦ g¨¦nero emplearse. ¡°En los a?os cincuenta mi grupo generacional descubr¨ªa la lucha de clases y yo descubr¨ª que era medio indio. ?Caray! Me hab¨ªa educado como un espa?olito nacional-cat¨®lico. Estaba casado con una mujer maravillosa, Nuria Pompeia, que me anim¨® a montar la editorial Kair¨®s¡±, recuerda. Ah¨ª quiso recoger sus genealog¨ªas y tender un puente entre Oriente y Occidente.
?C¨®mo afronta la tarea de editar sus diarios? ¡°El diario es un m¨¦todo para lo que Ortega llamaba ponerse de acuerdo con la propia vocaci¨®n. Yo lo llamo la m¨²sica propia. Tienes que afinar mucho. Todo individuo consistente alberga un secreto y el diario es la ronda con este secreto¡±.
Se define como ¡°primario¡± y poco rencoroso. En sus escritos evita saldar cuentas. Dice que es demasiado superficial para sentirse culpable. Se siente agn¨®stico pero m¨ªstico ¡ª¡°porque tengo o¨ªdo para la m¨ªstica¡±¡ª. Una de sus grandes batallas ha sido la legalizaci¨®n de la eutanasia, desde la Asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente que fund¨®. ¡°La poblaci¨®n est¨¢ madura con este asunto, pero los pol¨ªticos a¨²n no. Deseo que se solucione¡±.
Religi¨®n como arte
La religi¨®n ha sido otra preocupaci¨®n recurrente para P¨¢niker. ¡°Identifico la religi¨®n con el arte: la conciencia est¨¦tica y la religiosa van absolutamente de la mano, aunque el artista sea ateo¡±. ?C¨®mo explica el fanatismo religioso que cuaja violentamente en una sociedad laica como la francesa? ¡°Cuando empiezan las palabras con may¨²sculas (partido, patria, Dios) empiezan los cr¨ªmenes. El hombre no puede vivir sin absoluto, pero esto es lo m¨¢s delicado, ¨ªntimo y peligroso que hay. Estos chicos se enganchan a un absoluto de cortocircuito que demuestra que la paideia, su formaci¨®n, est¨¢ mal hecha. No se integran. M¨¢s que una postura de tercer mundo es cansancio de civilizaci¨®n. La pedagog¨ªa es important¨ªsima¡±, sostiene.
En esa idea griega de la paideia P¨¢niker integra tres pilares b¨¢sicos: el est¨ªmulo de la curiosidad, la fe no como sentimiento religioso sino como confianza en el mundo, y el inculcar el arte de aprender. ¡°Esta man¨ªa de quitar, suprimir las humanidades y la filosof¨ªa del bachillerato me parece suicida¡±, apunta.
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