La apoteosis de los excluidos, seg¨²n Paz Err¨¢zuriz
La fot¨®grafa chilena muestra sus travestis, enfermos mentales o indigentes en Mapfre
Las primeras im¨¢genes que realiz¨® Paz Err¨¢zuriz (Santiago de Chile, 1944) tienen que ver con los intensos y conflictivos a?os que a comienzos de los setenta se vivieron en Chile: el Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende (1970-1973) y la dictadura fascista de Augusto Pinochet (1973-1990). Durante la primera semana del golpe, la casa familiar de Err¨¢zuriz fue allanada por los militares, lo que no impidi¨® a la joven salir a la calle armada con su Nikon de 35 mil¨ªmetros y retratar los amplios sectores de la poblaci¨®n que participaron en huelgas, manifestaciones y protestas contra el r¨¦gimen. Encaramada en lo m¨¢s alto de un edificio del centro de Santiago, plasm¨® en 1985 uno de sus primeros y m¨¢s celebrados trabajos: la celebraci¨®n del D¨ªa de la Mujer, que paraliz¨® la marcha de los autom¨®viles y en el que las manifestantes fueron dispersadas con chorros de agua.
Muy poco despu¨¦s decidi¨® que la mejor manera de defender los derechos humanos consist¨ªa en dirigir su objetivo hacia los excluidos por el r¨¦gimen y por la sociedad, hacia aquellos que por su apariencia o circunstancias representaban a una sociedad recluida y encarcelada: los locos, las prostitutas, los transexuales, los viejos o los ind¨ªgenas. El resultado de ese empe?o al que Err¨¢zuriz lleva dedicada cuatro d¨¦cadas son 170 impactantes fotograf¨ªas que en forma de retrospectiva se pueden contemplar hasta el 28 de febrero en la Fundaci¨®n Mapfre. Premiada en la ¨²ltima edici¨®n de PhotoEspa?a junto a Colita, esta es la primera gran antol¨®gica que se le dedica en Espa?a a una artista que est¨¢ representada en los grandes museos de arte contempor¨¢neo y que logr¨® que el pabell¨®n de Chile fuera uno de los m¨¢s visitados en la Bienal de Venecia que se acaba de clausurar.
La exposici¨®n arranca sin concesiones al espectador. De la primera a la ¨²ltima de las 10 series resulta dif¨ªcil relajarse o dejarse llevar por la contemplaci¨®n. Err¨¢zuriz retrata a sus excluidos con un mimo id¨¦ntico con el que Avedon, por ejemplo, retrat¨® a sus glamourosas modelos, pero el resultado produce un profundo desasosiego.
La primera serie se titula Los dormidos y est¨¢ protagonizada por indigentes, personas durmiendo a la intemperie, sobre bancos, sobre cartones o directamente sobre el asfalto. La artista quiso mostrar en estas fotos tomadas a comienzos de los setenta el panorama de un pueblo sumido en la indigencia. Como contrapunto, mezcla retratos de se?oras de clases adineradas a las que denomina Las regias y cuyos rostros contorsionados por gestos resultan sobrecogedores en su desprecio.
Cuatro a?os de su hijo
La reflexi¨®n sobre el paso del tiempo, sobre la vida y la muerte, uno de los temas a los que la autora ha dedicado m¨¢s tiempo, ocupan m¨¢s espacio. A mediados de los ochenta se dedic¨® a fotografiar a su hijo Tom¨¢s una vez al mes a lo largo de cuatro a?os. Como en la pel¨ªcula Boyhood, de Richard Linklater, las transformaciones f¨ªsicas en el chico son un c¨²mulo de sorpresas y de desgarro. Pero es frente a la vejez donde mejor recrea ese desgarro, mostrando una mirada muy cr¨ªtica hacia la infantilizaci¨®n de los ancianos y el olvido hacia ellos de la sociedad y sus propias familias.
Las im¨¢genes de desnudez de los mayores y c¨®mo utilizan su tiempo de ocio con bailes o elecciones de reinas de belleza resultan tan tiernas como impactantes. El apartado se cierra con Momento mori, que incluye fotograf¨ªas tomadas en las sepulturas de un cementerio de Santiago en las que, a modo de ornamento, se han colocado im¨¢genes y recuerdos de la persona muerta.
En un pa¨ªs que soport¨® la dictadura 17 a?os, el confinamiento de las personas fue m¨¢s all¨¢ de las c¨¢rceles. Los psiqui¨¢tricos permanecieron llenos de gente cuya raz¨®n para su internamiento era m¨¢s que confusa. Err¨¢zuriz visit¨® en numerosas ocasiones el hospital psiqui¨¢trico Philippe Pinel de Putaendo, a 200 kil¨®metros de Santiago, donde se encontr¨® con personas desatendidas por sus seres m¨¢s cercanos. All¨ª hizo dos conjuntos de fotograf¨ªas, El infarto del alma (1992-1994) y Antesala de un desnudo (1999). En el primer conjunto se ven escenas de internos con inocentes gestos de afecto como pasear de la mano o acariciarse la mejilla. Mucho m¨¢s perturbador es el segundo bloque: los internos posan desnudos en una nave donde van a limpiar su cuerpo bajo unos enormes chorros de agua. Los suelos y paredes desconchados o los boquetes en las paredes completan unas escenas de completa desolaci¨®n.
En la exposici¨®n, boxeadores, ind¨ªgenas y ciegos son tambi¨¦n retratadas por la c¨¢mara de esta gran artista.
El sexo como forma de supervivencia
El sexo como forma de supervivencia es otro de los temas que m¨¢s apasionan a Paz Err¨¢zuriz. Entre 1982 y 1987 frecuent¨® a un grupo de hombres que se travest¨ªan y prostitu¨ªan en distintos burdeles de Santiago y Talca. Despu¨¦s, en 1990 se public¨® un fotolibro en el que recoge esas fotos en blanco y negro en La manzana de Ad¨¢n, as¨ª como textos y entrevistas a los integrantes de una familia que en nada encajaba con el modelo burgu¨¦s. Una gran familia heterodoxa que romp¨ªa moldes y que se vio diezmada por el sida, la precariedad econ¨®mica y la persecuci¨®n policial.
Su ¨²ltima incursi¨®n en el tema de la prostituci¨®n fue el pasado a?o, cuando inmortaliz¨® el deprimente local denominado Mu?ecas, situado en la frontera entre Chile y Per¨². Retratadas en color, las mujeres posan sonrientes con gestos de camarader¨ªa entre ellas. Pese a ello, el espectador no puede dejar de preguntarse sobre sus terribles condiciones de vida.
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