Demasiadas l¨ªneas rojas
La novela de Beatriz Rodr¨ªguez aborda un asunto criminal en un medio rural inventado, y falla en el uso del punto de vista
Los cr¨ªticos solemos poner algunas l¨ªneas rojas cuando leemos. Es lo que hace distintivo una rese?a de peri¨®dico de una investigaci¨®n erudita. Una funciona con el instinto literario (adem¨¢s del saber) y la otra con el saber. Una es falible, como toda lectura basada en el gusto (adem¨¢s del saber) y la otra tiende a lo contrario. Ejemplos. Si leo una novela donde la voz omnisciente emplea el neologismo ¡°rumorolog¨ªa¡±, tiendo a descorazonarme. Si esa misma voz incurre en un vulgarismo de calado como ¡°follar¡± (que lo dice la voz omnisciente y no un personaje, y por eso es un vulgarismo), comienzo a alarmarme por lo que seguir¨¢ despu¨¦s. Y ya no digamos lo que me asusto, sobre todo por el mal gusto, si leo una cl¨¢usula como la siguiente: ¡°La punta del cl¨ªtoris le sab¨ªa a almendras¡±. Si leo tambi¨¦n una frase como esta otra: ¡°La reacci¨®n de Fernando ante el tema del asesinato le hab¨ªa resultado falsa¡±, tambi¨¦n se me cae el alma a los pies. Otra l¨ªnea roja que se enciende en mi lectura es cuando un libro incluye en cada cap¨ªtulo una receta de cocina (excepto cuando se trata de un libro de cocina). Y si eso ocurre en una pretendida novela con intriga (aunque tambi¨¦n lo es generacional) mi des¨¢nimo aumenta exponencialmente, porque pienso que eso ya lo hizo Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n mucho mejor y con m¨¢s argumentos narrativos, dada la singular idiosincrasia de Pepe Carvalho.
Todo esto viene a cuento de la publicaci¨®n de Cuando ¨¦ramos ¨¢ngeles, la nueva novela de Beatriz Rodr¨ªguez. Las l¨ªneas rojas que me saltaron mientras la le¨ªa, son las descritas m¨¢s arriba. Hay otra m¨¢s, aunque para m¨ª la m¨¢s grave de todas, junto a las otras, es el infortunado uso del punto de vista. La novela aborda un asunto criminal en un medio rural inventado. Hay una protagonista, Clara Ib¨¢?ez, que es periodista y se compromete en la intriga. Hay otros personajes, descritos en ¨¦pocas diferentes, seguidos en su desarrollo moral y psicol¨®gico, que se convierten en ¨®ptimos sospechosos. Clara es periodista pero sus andanzas recuerdan m¨¢s a un detective de serie policiaca espa?ola. Tiene que lidiar, adem¨¢s, con el cacique del pueblo y otras cuestiones afines con el caciquismo.
Volvamos al punto de vista. Despu¨¦s de Henry James sabemos que la narraci¨®n omnisciente no tiene ning¨²n sentido si no se focaliza en la conciencia del personaje central. Esa ense?anza fue crucial para el posterior desarrollo de la novel¨ªstica contempor¨¢nea. No solo liquidaba la subordinaci¨®n de los personajes al dictamen del Se?or que narraba, sino que inauguraba la aut¨¦ntica verosimilitud narrativa. En la novela de Beatriz Rodr¨ªguez la voz omnisciente funciona a su antojo (al antojo de la autora). No hay manera de hallar en los personajes que rodean a Clara algo tamizado por su conciencia, un m¨ªnimo rastro de visi¨®n oblicua de los hechos. La inapropiada voz que inventa Beatriz Rodr¨ªguez es tan desordenada, que un servidor termin¨® por aferrarse solo al buen hacer que emplea la autora en los tramos descriptivos.
Cuando ¨¦ramos ¨¢ngeles. Beatriz Rodr¨ªguez. Seix Barral. Barcelona, 2016. 256 p¨¢ginas. 18 Euros
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