Soltad amarras, mujeres
La obra de Carolina ?frica llega al Teatro Valle-Incl¨¢n despu¨¦s de una gira internacional
Casi un lustro lleva la abuela intentando reba?ar con la cuchara las fresas pintadas sobre el hule, mandando a la mierda a su nuera y a sus nietas y tocando una campanilla desde su silla de ruedas. Casi un lustro lleva Lola Cord¨®n siendo esa abuela, nexo de uni¨®n y abismo al mismo tiempo de una familia en la que ya solo quedan las mujeres. Pilar Manso, Laura Cort¨®n, Virginia Frutos, Almudena Mestre y Carolina ?frica, madre e hijas, autora y directora la ¨²ltima de Verano en diciembre, ahora en el Teatro Valle-Incl¨¢n despu¨¦s de cuatro a?os rodando por escenarios espa?oles y de Latinoam¨¦rica.
Una puesta en escena sobria y una historia cuajada de la realidad de muchos hogares dan a la obra parte del ¨¦xito que las ha llevado, ¡°como cumpliendo un sue?o¡±, al teatro del Centro Dram¨¢tico Nacional en la plaza de Lavapi¨¦s (Madrid). Un piso peque?o donde los yogures caducados no se tiran y la ¨²nica hija que todav¨ªa vive en la casa familiar es compa?era perpetua y enfermera de la abuela mientras la madre trabaja. Carolina ?frica (Madrid, 1980) ha conseguido con este argumento, aparentemente sencillo, sentar al p¨²blico en el sof¨¢ de esa casa.
'Verano en diciembre'
Texto y direcci¨®n: Carolina ?frica.
Int¨¦rpretes: Lola Cord¨®n, Pilar Manso, Laura Cort¨®n, Virginia Frutos, Almudena Mestre y Carolina ?frica.
Hasta el 21 de febrero en el Teatro Valle-Incl¨¢n (Plaza de Lavapi¨¦s).
Ernesto Caballero, director del CDN, conoci¨® la obra en La Becholl, la sala del grupo hom¨®nimo en la madrile?a calle de las Pe?uelas. ¡°Hemos actuado tanto ah¨ª, como en salas peque?as o en teatros m¨¢s grandes. No solo aqu¨ª en Espa?a, tambi¨¦n en Latinoam¨¦rica. El CDN ahora es la guinda del pastel, creo que es algo que nos hemos ganado y la cuesti¨®n es que haya m¨¢s apuestas por la dramaturgia que empieza¡±, cuenta Carolina ?frica la ma?ana del estreno. Ella es Alicia, la hermana de en medio, pintora, agridulce, a ratos sombr¨ªa. ¡°Hay de todo. Carmen, la mayor, la que parece que pasa de todo, y Paloma, la peque?a, un poco beata y miedosa¡±, enumera la directora, todav¨ªa sumergida en el ba?o de aplausos que la noche anterior, en la previa, le regal¨® el p¨²blico.
Est¨¢ tambi¨¦n Teresa, esa madre de camisa abotonada hasta el cuello, mo?o y traje de chaqueta que baja a misa de ocho y visionaria de otro futuro para sus hijas; y la abuela, que sigue en casa porque no hay dinero para una residencia y que mantiene la ternura y parte de la tensi¨®n en esa espacio de caracteres chocantes. ¡°A todas les cuesta soltar el pasado de alguna manera, pero sigue habiendo miedo y fragilidad, y sobre todo, todas intentan encaminar su vida. A su manera, eso s¨ª¡±. Ese batiburrillo de reacciones crea un mundo reconocible casi para cualquiera. ¡°La familia¡±, aclara ?frica, ¡°esa instituci¨®n tan compleja que nunca termina de cambiar¡±.
La escribi¨® en 2011, durante un verano en diciembre que pas¨® en Argentina con una beca en Timbre 4, escuela, compa?¨ªa, teatro y casa, dirigido por Claudio Tolcachir. Desde entonces, una y otra vez, ha sonado el timbrazo de ese tel¨¦fono que marca la despedida de ese relato tan costumbrista como crudo. ¡°El final siempre ha causado controversia. Creo que solo cuando est¨¢ todo perdido somos capaces de plantarnos en un aeropuerto y romper con todo¡±. C¨®mo termina la obra tiene mucho que ver con c¨®mo se march¨® la abuela de ?frica. ¡°Muri¨® con 101 a?os, nos acababan de conceder una residencia con cuidados paliativos, la ambulancia ten¨ªa que venir a por ella a las cuatro de la tarde. A la una se comi¨® unas natillas, suspir¨® y se muri¨®¡±.
No est¨¢ muy claro si es de cobardes o valientes levantar el vuelo solo cuando no queda nada, pero es lo que hay. Durante los aplausos de la noche de previa, un apunte del p¨²blico se queda en el aire: "Qu¨¦ maravilla, ah¨ª, la vida, en dos metros cuadrados".
Babelia
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