Cuando la utop¨ªa se viene abajo
Thomas Vinterberg pincha con ¡®Kollektivet¡¯, sobre su experiencia creciendo en una comuna danesa durante los setenta
Debut¨® hace dos d¨¦cadas con Celebraci¨®n, que pasar¨ªa a la historia como la primera pel¨ªcula del Dogma 95, pero hace tiempo que Thomas Vinterberg ya no firma pel¨ªculas igual de arrebatadoras. El director dan¨¦s ya no es aquel prometedor enfant terrible a quien Lars von Trier convirti¨® en su protegido, sino que ha acabado haciendo un cine situado a a?os luz de la radicalidad que caracteriza al de su mentor. Lo demuestra, una vez m¨¢s, su nueva pel¨ªcula, Kollektivet (¡°La comuna¡±), presentada ayer en la deca¨ªda competici¨®n de la Berlinale, donde fue escogida con aplausos escasos. En el filme, un grupo de familias idealistas se instalan en una casa de 450 metros cuadrados en el Copenhague de los setenta. La utop¨ªa no tardar¨¢ en venirse abajo, al descubrir que la vida en com¨²n es menos id¨ªlica de lo que quisieron creer.
El director se inspira en su propia experiencia: cuando ten¨ªa siete a?os, sus padres se mudaron a una comuna parecida, integrada por intelectuales, profesores, periodistas y un pu?ado de ni?os. ¡°Un tipo sugiri¨® que pag¨¢ramos el alquiler de manera proporcional a cada sueldo, ?y ¨¦l era el que ganaba m¨¢s de todos!¡±, explic¨® ayer Vinterberg en rueda de prensa. ¡°La pel¨ªcula est¨¢ pensada como una declaraci¨®n de amor a unos tiempos en los que se compart¨ªa todo. Esos d¨ªas terminaron y los echo de menos¡±. Para el director, esta es una pel¨ªcula sobre ¡°la caducidad de las cosas¡±. ¡°El tiempo se desvanece, igual que el amor, las relaciones e incluso la vida. Todo termina de repente, y nunca he logrado entender por qu¨¦. Mi mujer es te¨®loga y siempre le estoy preguntando cosas, aunque sigo sin entender de qu¨¦ me habla. Por eso hago pel¨ªculas que tratan de este tema¡±, a?adi¨® Vinterberg.
La paradoja es que la pel¨ªcula no desprenda ninguna a?oranza por ese modo de vida. Sus protagonistas, hippies muy relativos, son un profesor de arquitectura y una presentadora del telediario, que apuestan por dar una oportunidad al amor libre cuando ¨¦l se enamora de una de sus alumnas. Pero esa relaci¨®n abierta nunca se acabar¨¢ de materializar: ¨¦l abandona a su abnegada esposa en un par de secuencias para vivir una nueva historia de amor mon¨®gama con la estudiante, mientras que ella termina cayendo por una espiral alcoh¨®lica y psic¨®tica, provocada por el trauma de la ruptura.
Al final, incluso se dir¨ªa que echan de menos aquella existencia burguesa que desestimaron por estar tan chapada a la antigua, lo que confiere un reflejo conservador a una pel¨ªcula que aspira a ser cualquier cosa menos reaccionaria. ¡°Nunca he cre¨ªdo en las relaciones abiertas¡±, admiti¨® Vinterberg. ¡°Pero aprecio que esa generaci¨®n experimentara cosas nuevas e intentara escapar a la mediocridad. Hubo que hacer sacrificios y no funcion¨® para todo el mundo, pero tuvieron una misi¨®n valiente¡±, a?adi¨® el director, que no dud¨® en compararlo con sus inicios en el cine. ¡°Crecieron en los cincuenta, cuando era obligatorio crecer en familias patriarcales. Hicieron algo inaudito y casi ilegal que les hizo sentirse bien. Saltaron del precipicio sin saber si hab¨ªa agua debajo. Hasta cierto punto, con el Dogma hicimos lo mismo¡±, sostuvo.
En la pel¨ªcula, Vinterberg se conforma con alinear situaciones incongruentes y de una comicidad forzada, que ofrecen un reflejo facticio de la experiencia libertaria. Sus personajes no hacen nada especialmente positivo juntos, si no es ba?arse desnudos en el B¨¢ltico (una sola vez), participar en interminables asambleas en las que no se decide gran cosa o pelearse por qui¨¦n paga y qui¨¦n no paga el alquiler. M¨¢s interesante resulta la segunda parte de Kollektivet, cuando Vinterberg se concentra en su protagonista femenina, interpretada por Tryne Dyrholm, surgida de las filas del Dogma y que ya aparec¨ªa en Celebraci¨®n. La actriz logra entender la gravedad del asunto pese a las flaquezas de un guion caricaturesco y hace brillar su retrato de una mujer madura y menos moderna de lo que cre¨ªa, enfrentada a la cruel experiencia de ser sustituida por una doble m¨¢s joven. ¡°Es algo brutal. Yo mismo tambi¨¦n lo he hecho¡±, admiti¨® Vinterberg.
Sin embargo, el drama de esta mujer que deja de ser deseable podr¨ªa acontecer en cualquier otro lugar. En realidad, nunca queda muy claro qu¨¦ ha querido contar el director. ?Fracasaron las comunas porque romper con la tradici¨®n resultaba quim¨¦rico, o lo hicieron porque su modelo era intr¨ªnsecamente malo? Vinterberg nunca responde, aunque tal vez tampoco se lo pregunte. ¡°La comuni¨®n que predomin¨® en 1975 qued¨® sustituida por el individualismo de 1985, que tambi¨¦n fue magn¨¦tico y fant¨¢stico. Lo que he querido decir es que existe un final natural para todo¡±, se limit¨® a aclarar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.