¡°El problema es que tenemos un gobierno poco ilustrado¡±
F¨¦lix de Az¨²a, escritor , fil¨®sofo, profesor de est¨¦tica y periodista ocupar¨¢ el sill¨®n H
Cuando el 4 de noviembre de 1970 F¨¦lix de Az¨²a era un joven escritor rebelde y desde?aba instituciones como la RAE emprendi¨® el camino, sin saberlo, que lo ha tra¨ªdo hasta entrar en ella. Desde este domingo, un escritor, fil¨®sofo, profesor de est¨¦tica, traductor y periodista prestigioso, desenga?ado y protest¨®n ocupa el sill¨®n H. Llega en sustituci¨®n del medievalista y experto en El Quijote Mart¨ªn de Riquer, fallecido en 2013. Precisamente la persona que hace 45 a?os, con una conferencia sobre el lenguaje guerrero de los siglos XI al XV, empez¨® a dirigirle sus pasos hasta el sal¨®n de actos de la RAE donde ingres¨® con un discurso sobre la serendipia y el rosario de casualidades que lo han llevado hasta all¨ª. Su discurso de ingreso lo contest¨® Mario Vargas Llosa.
F¨¦lix de Az¨²a (Barcelona, 1944) empez¨® a asegurar su nombre en la cultura espa?ola como poeta, luego como narrador, despu¨¦s como ensayista y, siempre, como un autor e intelectual independiente cuyas ideas suelen suscitar o agitar la pol¨¦mica. Su pen¨²ltimo acto fue dejar Barcelona, en 2011, para instalarse en Madrid, ante la espiral del nacionalismo desatada en Catalu?a.
Az¨²a es ebullici¨®n mental. En esta entrevista, d¨ªas antes de su ingreso en la RAE, el articulista de EL PA?S y autor de obras como Historia de un idiota contada por ¨¦l mismo, no escapa a su naturaleza guerrera y un tanto incendiaria. Es r¨¢pido en mostrar las ideas a contestar y pausado en su desarrollo.
En esta ocasi¨®n las dice a unos cien metros de la sede de la RAE en Madrid. Az¨²a est¨¢ en el Cas¨®n del Buen Retiro, sede del Centro de Estudios del Museo del Prado. Aunque all¨ª tiene un peque?o despacho como investigador y responsable de dos seminarios, la entrevista la concede en la sala de espera del director del Centro de Estudios.
El otrora joven que entr¨® en los anales literarios espa?oles como uno de los Nueve Nov¨ªsimos, los poetas seleccionados por Josep Maria Castellet, y consideraba anticuadas instituciones como la RAE, se ha convertido en un se?or muy respetado que as¨ª explica su cambio de perspectiva: ¡°El elenco de acad¨¦micos en los 60 y 70 daba un poco de risa. Hab¨ªa hasta obispos. No ten¨ªa seriedad. Por eso no se nos pasaba por la cabeza entrar un d¨ªa all¨ª. En los ochenta cambi¨® radicalmente. Hoy quienes la integran son personas muy respetables y dignas, incluso hay amigos como Javier Mar¨ªas, ?lvaro Pombo, Soledad Pu¨¦rtolas, Arturo P¨¦rez-Reverte y algunos m¨¢s. La Academia es una de las instituciones m¨¢s ¨²tiles dentro del conjunto de las instituciones espa?olas y, sin embargo, recibe muy pocas ayudas. Aun as¨ª sus tareas son enormes¡±.
?Qu¨¦ ha pasado con el Az¨²a rebelde, se ha amansado? Tras una risa furtiva, el nuevo acad¨¦mico esboza un autorretrato: ¡°Fui un pelmazo. Agresivo. En los 70 y 80 era lo que tocaba porque est¨¢bamos en una dictadura. Con la democracia todo cambi¨®. Pero sigo siendo protest¨®n. No tengo enemigos ni en la derecha ni en la izquierda, sino en un ¨¢rea m¨¢s grande: en la de la estupidez. Me resulta muy dif¨ªcil tragar en el partido de la estupidez, posiblemente el m¨¢s numeroso de este pa¨ªs¡±.
Az¨²a comparte las palabras del hispanista Paul Preston de que ¡°en Espa?a quien discrepa es visto como un enemigo¡±. La prueba, asegura, ¡°es que tras las elecciones presidenciales en diciembre los pol¨ªticos no han elegido presidente. Es intolerable que una gente a la que le pagamos un sueldo no sea capaz de ponerse de acuerdo. Un pol¨ªtico que no sabe negociar es un in¨²til. Queda claro que los pol¨ªticos son narcisistas, vanidosos y chulos. Espa?a no ha aprendido a vivir en democracia. La democracia no es otra cosa que negociar, ceder y llegar a acuerdos. Nuestra clase pol¨ªtica no es dem¨®crata¡±.
¡°El principal problema¡±, lamenta Az¨²a, ¡°es que tenemos un gobierno poco ilustrado. Las clases pol¨ªticas son muy ignorantes. Y la ignorancia en el idioma se aplica sobre el pensamiento. Quien no habla bien, no piensa bien¡±. Algo que contrasta, afirma el escritor, con el uso del lenguaje en las clases populares y campesinas latinoamericanas.
A esa deformaci¨®n del lenguaje tambi¨¦n contribuyen los medios de comunicaci¨®n. ¡°El problema de los medios de masas es que son invasivos¡±, explica el autor de Diccionario de las Artes. Agrega que ¡°aunque son muy competitivos todos dicen y repiten lo mismo. Mucha gente no tiene otra fuente de modelar el lenguaje sino a trav¨¦s de la radio, la televisi¨®n o la prensa, y algunos medios son pedantes e ignorantes. La gente se fija en frases o expresiones incorrectas, en latiguillos, en lugares comunes; es una destrucci¨®n¡±.
Sus palabras entran en el pesimismo al considerar que la ense?anza buena del idioma pr¨¢cticamente ha desaparecido, al igual que las humanidades. ¡°El nivel es precario. La clase dirigente cree que la cultura es algo ornamental, cuando es la espina dorsal de un pa¨ªs¡±, dice. A eso se suma el hecho de que el acad¨¦mico considera que los espa?oles son muy maleducados, ¡°es su pecado, y es muy dif¨ªcil poner remedio a eso¡±.
Todas esas reflexiones del autor de Momentos decisivos confluyen hacia el actual panorama pol¨ªtico de Espa?a: ¡°Es un momento muy grave. La clase pol¨ªtica de la transici¨®n est¨¢ agotada. Hay que rehacer todo el sistema pol¨ªtico, pero es dif¨ªcil que se reforme... La educaci¨®n est¨¢ en un nivel rudimentario y la cultura no existe para el Estado. Es algo muy triste para los pr¨®ximos a?os¡±.
Vargas Llosa: ¡°Es una referencia inevitable¡±
F¨¦lix de Az¨²a entr¨® en el Sal¨®n de Actos de la RAE, en Madrid, escoltado por los acad¨¦micos Aurora Egido y Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n. Ocupa el sill¨®n H. El t¨ªtulo de su discurso de aceptaci¨®n fue Un neologismo y la Hache. Tras recordar a Mart¨ªn de Riquer, su predecesor, medievalista y experto en El Quijote, Az¨²a cont¨® un cuento relacionado con el neologismo serendipia. Todo empez¨® el d¨ªa en que conoci¨® a Riquer, en 1970 y continu¨® con la serie de casualidades que se han encadenado desde entonces hasta llevarlo a ese momento en que le¨ªa el discurso. Serendipias, dijo Az¨²a, "que van de Riquer a Carlos Barral, de este a Mario Vargas Llosa, de ah¨ª a Joanot Martorell y finalmente a Jean de Joiville y Javier Mar¨ªas".
Luego que Az¨²a desvelara estos hilos de su destino, Vargas Llosa le contest¨®. El nobel peruano dijo que el nuevo acad¨¦mico se ha ¡°convertido en una referencia inevitable y, por cercan¨ªa o rechazo, ejerce una influencia indiscutible en materias c¨ªvicas y culturales¡±. Destac¨® la ¡°independencia, la relativa soledad en que lo han colocado sus ideas y convicciones, tanto art¨ªsticas como literarias, c¨ªvicas y pol¨ªticas, algo de lo que ni siquiera ¨¦l mismo parece tener conciencia cabal¡±.
Seg¨²n Vargas Llosa, en F¨¦lix de Az¨²a el radicalismo es connatural desde hace mucho tiempo ya que ¡°nunca trata de escurrir el bulto a los grandes temas de actualidad¡±. Destac¨® el Nobel la prosa clara y los ¡°chispazos de humor negro e hiriente¡± que acostumbra utilizar Az¨²a.
Todos estos elementos llevaron a Vargas Llosa a recordar el buen poeta que fue Az¨²a en su juventud y como autor de ¡°excelentes¡± novelas, pero sobre todo un ensayista con una gran creatividad y agudeza. ¡°Tanto que, despu¨¦s de la muerte de Octavio Paz, no creo que haya en nuestra lengua un ensayista m¨¢s personal, cosmopolita e ilustrado¡±.
Vargas Llosa record¨® que el nuevo acad¨¦mico ¡°se mueve con perfecta desenvoltura entre las modas cr¨ªticas de su tiempo, desde el estructuralismo hasta la narratolog¨ªa pasando por el deconstructivismo, el lacanismo e ismos todav¨ªa m¨¢s intrincados, pero no ha sucumbido jam¨¢s a sus jergas ni esoterismos y m¨¢s bien los ha evitado, continuando la tradici¨®n cl¨¢sica¡±.
Hacia el final de su discurso, el Nobel rescat¨® una serie de frases de F¨¦lix de Az¨²a, de su libro Diccionario de las Artes, como prueba de su hondura, osad¨ªa y claridad de pensamiento. Vargas Llosa pidi¨® a su nuevo colega en la RAE que siguiera "alborotado el gallinero" y cerr¨® su intervenci¨®n con un: "Desalet¨¢rganos, por favor".
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