Bye bye blackbird
Carles Flavi¨¢ era un p¨¢jaro inclasificable, una instituci¨®n barcelonesa m¨¢s popular que Copito de Nieve
Carles Flavi¨¢ era un p¨¢jaro inclasificable, una instituci¨®n barcelonesa m¨¢s popular que Copito de Nieve y un aut¨¦ntico teatro ambulante. Fue sacerdote (durante 17 a?os, que se dice pronto), m¨¢nager de Rubianes, Gato P¨¦rez y la Orquesta Plater¨ªa (entre otros), relaciones p¨²blicas y empresario de diversos locales nocturnos, monologuista, entrevistador televisivo y vividor a lo grande, pues consigui¨® el raro privilegio de no acostarse nunca antes del alba y no levantarse jam¨¢s antes del mediod¨ªa. El gran Flavi¨¢ ech¨® el cierre el pasado viernes ("Palmolive", como dir¨ªa ¨¦l) pero deja una tonelada de recuerdos felices y mucho, mucho teatro. Teatro del bueno, dentro y fuera de la escena. Del que brota de la experiencia, de mirarle el culo a la vida y re¨ªrse de la luna y de su sombra.
A finales de los setenta era aquel tipo divertid¨ªsimo que hablaba sin parar, anclado a la barra del viejo Zeleste, que ten¨ªa teor¨ªas deslumbrantes sobre todo, y que de repente gritaba: "?Hostia, la misa!" y trepaba mal que bien a su vespino para cruzar la ciudad y oficiar en la lejan¨ªsima parroquia de San Ram¨®n. Entonces te enterabas de que era cura, hab¨ªa estudiado teolog¨ªa en Par¨ªs y ejerc¨ªa su apostolado en barrios obreros.
En los ochenta, Flavi¨¢ colg¨® los h¨¢bitos, le cayeron veinte millones de una quiniela loqu¨ªsima (la historia es demasiado larga para contarla aqu¨ª), se cas¨®, mont¨® un garito llamado Batikano, de vida tan breve como intensa, y se convirti¨® en m¨¢nager. Diez a?os m¨¢s tarde, Sergi P¨¤mies le dijo una noche: "?Por qu¨¦ no cuentas en un teatro todo lo que llevas a?os contando en los bares?". Su amigo y representado Rubianes le empuj¨® a escena y, en 1997, cumplidos los cincuenta, debut¨® en la Bodega Bohemia con un show que bautiz¨® como Ep¨ªstolas. Escrib¨ª: "Carles Flavi¨¤, con su glorioso catal¨¢n cherokee, tan barriobajero y descre¨ªdo como un taxista de Brooklyn o un? humorista jud¨ªo de los Catskills, con su eterno aspecto de "promotor de boxeo falto de sue?o", como le describi¨® una vez Guillem Mart¨ªnez, parece encarnar al hombre perpetuamente cabreado, pero solo lo parece: ah¨ª est¨¢ la gracia". Tuvo ¨¦xito. Siguieron M¨¢s ep¨ªstolas, Prensamiento, El estado del malestar, El evangelio seg¨²n Flavi¨¤, 10-9-45. Y Con lo bien que ¨ªbamos, con su hermano Sisa. Y mucha radio y mucha televisi¨®n: se hizo popular¨ªsimo por su p¨²lpito nocturno en BTV, un programa de comentarios a medianoche que parec¨ªa la versi¨®n canalla de El alma se serena, donde reflexionaba, imprecaba, desbarraba, ataba moscas por el rabo o las echaba a volar. No hubo plataforma que no aprovechara: incluso lleg¨® a ser c¨®mico de revista junto a Norma Duval en el Apolo. Shows y copas con los amigos por las noches y, a la que llegaba el buen tiempo, mediod¨ªas gloriosos tirado al sol en el Club Nataci¨®n Barcelona, "escuchando a los m¨¢s viejos del lugar", contaba, "de los que estoy a punto de formar parte". No fue una mala vida, amigo. Incluso dir¨ªa que fue la tuya una vida requetecontracojonuda. Y la vida vivida puede m¨¢s que el dolor, como cant¨® Gato.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.