Cuando la Semana Santa iba en serio
Bajo el franquismo, comer carne en estas fechas era una actividad sospechosa. Pese a las procesiones, la Pascua ha cambiado mucho
De los viejos tiempos, de la ¨¦poca en la que la Semana Santa iba en serio, quedan las pel¨ªculas de romanos en televisi¨®n, aunque las de tem¨¢tica sagrada ¨C?cu¨¢ntas veces hemos visto Ben Hur, Rey de reyes, Barrab¨¢s o La t¨²nica sagrada!¨C dieron paso a todo tipo de p¨¦plum que, como Espartaco, no tienen nada que ver con la historia b¨ªblica. Tambi¨¦n persisten liberaciones de presos a petici¨®n de cofrad¨ªas, costumbres gastron¨®micas y un mayor consumo de pescado. Incluso en las grandes ciudades se pueden ver palmas en los balcones desde el Domingo de Ramos, en el que se conmemora la llegada triunfal de Jes¨²s a Jerusal¨¦n antes de su captura y ajusticiamiento en la cruz, el viernes siguiente seg¨²n la tradici¨®n.
Y, naturalmente, est¨¢n las procesiones. En muchas ciudades espa?olas, incluyendo la capital, siguen teniendo un enorme arraigo y una imponente presencia callejera, como acontecimientos religiosos, pero tambi¨¦n sociales y tur¨ªsticos. Sin embargo, pese a su inconfundible importancia actual, resulta dif¨ªcil imaginar c¨®mo era la Semana Santa bajo la dictadura franquista, cuando cerraban los cines y los teatros, comer carne pod¨ªa representar un aut¨¦ntico problema con las fuerzas de seguridad (y los vecinos) y toda la vida pol¨ªtica y social giraba en torno a este acontecimiento que no ten¨ªa nada que ver con unas vacaciones de primavera.
¡°Durante las posguerra y los cincuenta cerraba realmente todo, en algunos casos hasta los bares, las iglesias no pod¨ªan tocar campanas, hab¨ªa una vigilancia para que no se comiera carne¡±, explica el historiador Juli¨¢n Casanova, catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad de Zaragoza y uno de los grandes expertos en el franquismo, autor entre otros del ensayo La iglesia de Franco. ¡°Coincidi¨® que el 1 de abril de 1939, d¨ªa oficial de la Victoria, era s¨¢bado de pasi¨®n, el d¨ªa anterior al Domingo de Ramos, y la Semana Santa fue una extraordinaria ocasi¨®n para restaurar en algunas ciudades como Madrid, Valencia o Barcelona la liturgia de fechas tan se?aladas, el triunfo de la Ciudad de Dios y la Resurrecci¨®n de Espa?a¡±, prosigue este historiador. ¡°Era el inicio de una nueva liturgia barroca, pol¨ªtico-religiosa, llena de gestos, creencias y fervor, con el Cristo crucificado saliendo de las iglesias hacia las procesiones y la multitud recibi¨¦ndole con el saludo fascista¡±.
Las cosas empezaron a cambiar en los a?os sesenta, cuando comenzaron a relajarse las costumbres y, con el desarrollo econ¨®mico, el Seat 600 y el turismo, esos primeros d¨ªas de primavera empezaron a transformarse en unas vacaciones. La Semana Santa se convirti¨® en otra cosa y otras tradiciones importadas fueron mezcl¨¢ndose con las cristianas, los conejos de Pascua, que nacen en la Alemania protestante, con los pescados en escabeche o las monas. Como ocurre en la mayor¨ªa de las celebraciones religiosas que tienen que ver con la agricultura y el cambio de las estaciones, las fiestas paganas no andan nunca muy lejos.
La Pascua jud¨ªa, durante la que Jes¨²s fue ajusticiado en Jerusal¨¦n, es una celebraci¨®n relacionada con la primavera, que el calendario hebreo sit¨²a entre los d¨ªas 15 y 21 del mes de Nis¨¢n. Este a?o, por ejemplo, tiene lugar a partir del 22 de abril. Algunos a?os coincide con la Semana Santa cristiana, establecida en el Concilio de Nicea (325), que decret¨® que la Pascua que conmemora la resurrecci¨®n de Cristo deb¨ªa celebrarse el primer domingo despu¨¦s de la primera luna llena del equinoccio de primavera (entre el 22 de marzo y el 25 de abril). La palabra Pascua viene del griego y el lat¨ªn que a su vez tiene su origen en el hebreo P¨¦saj. En cambio, Easter, que se utiliza en el mundo anglosaj¨®n, tiene una etimolog¨ªa muy diferente.
¡°El origen de la palabra Easter es pagano, no jud¨ªo¡±, afirma Carl Savage, profesor de arqueolog¨ªa b¨ªblica en la Universidad de Drew (Estados Unidos). ¡°La palabra viene seguramente de los festivales en honor de la diosa Eostre, que pudieron asimilarse luego con la celebraci¨®n cristiana asociada a la resurrecci¨®n de Jes¨²s¡±. Los huevos de Pascua, por ejemplo, forman parte de la tradici¨®n cristiana, pero tambi¨¦n de celebraciones muy anteriores, relacionadas con los alimentos de los que todav¨ªa se puede sacar energ¨ªa al final del invierno. De huevos de aves decorados se pas¨®, en el siglo XIX en Francia y Alemania, a los huevos de chocolate. Desde aquella ¨¦poca en la que la Semana Santa iba en serio hasta el consumo han cambiado mucho las cosas. Todo, salvo las pel¨ªculas de romanos.
Babelia
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