Tren de medianoche
Angela Davis defiende que la revitalizaci¨®n de la democracia debe pasar por la construcci¨®n de una alternativa al sistema carcelario
Hay una vieja canci¨®n folkl¨®rica estadounidense, de principios del siglo pasado, que se titula Midnight Special. Su argumento describe a unos presidiarios afroamericanos que cada noche se hacinan ante las ventanas de sus celdas para ver pasar el tren especial de medianoche, en la creencia de que aquellos que consigan que la luz del tren se refleje en sus rostros lograr¨¢n pronto su libertad. Muchas cosas han cambiado desde entonces, sin duda, desde la exitosa lucha por los derechos civiles en la d¨¦cada de 1960 a la llegada de Barack Obama a la presidencia. Lo que Angela Davis cuenta en Democracia de la abolici¨®n es que muchos de estos cambios no han llegado a traspasar los muros de las c¨¢rceles.
Davis nos recuerda las conexiones entre el viejo c¨®digo esclavista y la formaci¨®n del sistema carcelario contempor¨¢neo, que convirti¨® la prisi¨®n en buena medida en un ¡°castigo para esclavos¡± en el cual el racismo es un componente com¨²n de la criminalizaci¨®n de las comunidades negras. Las mujeres afroamericanas, al carecer en general del estatuto de ciudadan¨ªa, no pod¨ªan ser privadas de derechos civiles, y por ello el castigo corporal dom¨¦stico sigui¨® persistiendo entre ellas cuando ya hab¨ªa ca¨ªdo en desuso en otros grupos sociales. Cuando entraban en el sistema p¨²blico punitivo, a menudo eran destinadas a instituciones ¡°mentales¡± en las cuales se las formaba en los h¨¢bitos de sumisi¨®n y de dominaci¨®n masculina. Pero hoy las mujeres han alcanzado la ¡°igualdad¡± con los varones tambi¨¦n en este perverso sentido. Desde la d¨¦cada de 1980 se ha producido una adaptaci¨®n del sistema carcelario a la vida econ¨®mica general de EE UU (y del mundo industrializado en general).
La aparici¨®n de la ¡°prisi¨®n-empresa¡± ha seguido unas pautas de privatizaci¨®n que han hecho que a principios de este siglo ¡°poner freno a la delincuencia¡± se convirtiese en negocio, y lo que Davis llama el ¡°complejo industrial-penitenciario¡± mantiene relaciones estrechas con el viejo y conocido ¡°complejo militar-industrial¡±, que ha producido un desmantelamiento progresivo de los programas educativos en las c¨¢rceles. En este contexto, el ¨ªndice de mujeres encarceladas crece m¨¢s r¨¢pidamente que el de los varones, y entre la poblaci¨®n femenina reclusa el abuso sexual (a veces enmascarado en los ¡°registros corporales exhaustivos¡±) se ha convertido, explica Angela Davis, en una forma de castigo permanente.
Este diagn¨®stico inspira en las p¨¢ginas de este escrito su aliento activista, que es su principal v¨¦rtebra: la idea de que la revitalizaci¨®n de la democracia debe pasar necesariamente por la construcci¨®n de una alternativa al sistema carcelario. Lo que en este sentido se considera ¡°alternativa¡± a la c¨¢rcel no son medios como el arresto domiciliario o el brazalete electr¨®nico. Para Davis, la principal alternativa a la c¨¢rcel es la escuela, inserta en un tejido social de regeneraci¨®n del sistema educativo y de la atenci¨®n sanitaria gratuita que rompa con el racismo, con la dominaci¨®n masculina, la homofobia y la discriminaci¨®n de clase y de g¨¦nero; un tejido de ¡°despenalizaci¨®n¡± que se oriente hacia una concepci¨®n reparadora y reconciliadora de la justicia, es decir, no exclusivamente de retribuci¨®n y de represalia, que mine la idea de que el castigo es la consecuencia inevitable del crimen y conduzca a una reducci¨®n significativa de la poblaci¨®n reclusa. Una alternativa reformista pero a la vez ut¨®pica como el resplandor del tren de medianoche, que confirma aquello que una vez dijo Gilles Deleuze a prop¨®sito de Angela Davis; cuando el juez que instru¨ªa el proceso contra ella tuvo un gesto paternalista al considerar que se hab¨ªa convertido en revolucionaria ¡°porque estaba enamorada de Malcolm X¡±, el fil¨®sofo protest¨® airadamente: ?y no podr¨ªa ser al rev¨¦s? ¡ªpreguntaba¡ª ?no ser¨¢ que se enamor¨® de Malcolm X porque su deseo era revolucionario? Yo creo que ten¨ªa raz¨®n. ?
Democracia de la abolici¨®n. Angela Davis. Traducci¨®n de Irene Fortea. Trotta. Madrid, 2016. 192 p¨¢ginas. 13 euros
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.