El estruendo del metr¨®nomo
Hermann Bonnin dirige en Barcelona 'Interior' de Maeterlinck
Magritte pint¨® una serie de cuadros que titul¨® El imperio de las luces. En uno se ve la fachada de una casa en sombras, la noche oscurecida por los enormes ¨¢rboles del jard¨ªn. La c¨¢lida luz de una farola dialoga con dos ventanas iluminadas para distinguir la silueta de un hogar reflejado en la quietud de una l¨¢mina de agua. Sobre esta escena nocturna brilla un cielo azul manchado con las serenas nubes de un d¨ªa luminoso. Hipn¨®tica divergencia que podr¨ªa estar ocupada por los personajes de Interiorde Maeterlinck. Los mensajeros de la parca camuflados en la oscuridad exterior; la familia ignorante de la proximidad de la muerte exponi¨¦ndose a la luz dorada que se escapa por la ventana, como lo har¨¢ su fr¨¢gil placidez.
Es el escenario ideal para un texto que usa el silencio ¡ªque es lo que emana el cuadro¡ª para visibilizar que la vida es una realidad m¨²ltiple que solapa en un mismo momento dolor y felicidad. S¨®lo la palabra romper¨¢ ese tiempo suspendido. Lo que tarde un personaje en llamar a la puerta y anunciar la muerte. El tiempo de espera necesario y suficiente para avanzarse a la llegada del cortejo mortuorio con el cad¨¢ver de una hija amada. La tensi¨®n del silencio lleno de significado, atrapado entre el coro del Hades que se aproxima inexorablemente y el instante previo a romper en pedazos la existencia.
INTERIOR
De Maeterlinck. Direcci¨®n: Hermann Bonn¨ªn. Int¨¦rpretes: Carles Arquimbau, ?scar Intente, Padi Padilla, Laia de Mendoza. Voz M¨¦lisande: Nausicaa Bonn¨ªn. Traducci¨®n: Jordi Coca. La Seca Espai Brossa, Barcelona, 6 de abril.
La obra de Maeterlinck ¡ªque subtitul¨® como ¡°teatro para marionetas¡± con todas las connotaciones imaginables¡ª es un recital de evocaciones que invita al espectador a cobijarse tras los personajes de la noche (el anciano y sus nietas, el extranjero, el campesino) y observar la escena a trav¨¦s de sus ojos y sus palabras. Vemos lo que ellos describen y sentimos aquello que ellos callan.
Es en el silencio cuando el pensamiento complementa la tragedia del presente. Esa situaci¨®n se intuye ¡ªsin completarse¡ª en el montaje de Hermann Bonn¨ªn. Quiz¨¢ porque el silencio que sale al escenario participa en el drama con el estruendo de un metr¨®nomo. Se oye lo inaudible, se percibe la dictadura del tic-tac, como si los int¨¦rpretes estuvieran contando los segundos necesarios para que el p¨²blico comience a sentir que ha entrado en una dimensi¨®n teatral diferente. Como ver el reflejo de los hilos de las marionetas, como si hubieran colocado un micro y un altavoz a un reloj de arena o a una colonia de termitas devorando madera. C¨®mo si perdiera su valor como s¨ªmbolo.
La direcci¨®n de Bonn¨ªn busca la trascendencia, conscientemente alejada de toda convenci¨®n, pero por el camino ha perdido su capacidad po¨¦tica y evocadora. Es extra?amente ¨¢rida y presa del mundo visible. Proyecta la angustia del sino latente, pero s¨®lo a trav¨¦s de la tensi¨®n de la espera sin que participe eso otro mundo invisible hecho de palabras.
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