Juan Villoro: ¡°Nuestra falta de literatura de viajes es un d¨¦ficit intelectual¡±
El autor mexicano repasa en un libro su trayecto sentimental por Yucat¨¢n ¡°En nuestra tradici¨®n literaria tenemos una dificultad con el yo¡±, asegura
Juan Villoro (Ciudad de M¨¦xico, 1956) se est¨¢ tomando una cerveza y unas chips con guacamole. Detr¨¢s tiene la India y China y enfrente alt¨ªsimas monta?as. ?l mismo se encuentra en regiones yucatecas. No es que el mundo se haya hecho raro, es que la cita con el escritor es en la cafeter¨ªa de la librer¨ªa de viajes Alta?r, en Barcelona, y Villoro est¨¢ enmarcado por las secciones de Oriente y Alpinismo mientras ojea su propio libro, Palmeras de la brisa r¨¢pida, un viaje a Yucat¨¢n. Recibe con gran cordialidad aunque, dado que ha pasado largamente la hora del almuerzo y a¨²n no ha comido, marca con la mirada el territorio del aperitivo y parece capaz de transmutarse en El Santo, el Enmascarado de Plata ¡ªcuyo hijo, por cierto, aparece en el libro¡ª, para defenderlo.
Su libro, el primero y el ¨²nico que tiene plenamente adscrito al g¨¦nero de la literatura de viajes, es una delicia: un relato divertido, culto y entra?able ¡ªque hace pensar en un Bill Bryson hispanoamericano¡ª de un itinerario sentimental y asombrado por ese Estado mexicano en la punta de la pen¨ªnsula del mismo nombre y que fue una de las zonas mayores de la civilizaci¨®n maya, am¨¦n de la tierra de la abuela de Villoro y el lugar en que naci¨® su madre. El libro lo public¨® en 1989 Alianza Editorial Mexicana y ahora lo recupera en una iniciativa que solo cabe aplaudir la propia Alta?r en su sello Heterodoxos.
¡°Me ofrecieron escribir un libro de viajes sobre Acapulco pero yo no quer¨ªa hacer una obra de encargo y respondiendo a un impulso s¨²bito me decid¨ª a ir a Yucat¨¢n¡±, explica Villoro. ¡°Es un Estado muy distinto del resto, 'la hermana rep¨²blica de Yucat¨¢n', le llamamos, un pa¨ªs dentro del pa¨ªs; la gente es separatista y reconoce la influencia de Espa?a, a diferencia del resto de M¨¦xico. Es una zona relacionada con el Caribe y el Golfo de M¨¦xico que tiene m¨¢s que ver con Nueva Orleans y La Habana que con otras partes del pa¨ªs. Yo o¨ªa a mi abuela hablar de Yucat¨¢n, y desde ni?o me hice una idea con lo que ella explicaba. Quise saber c¨®mo era el mundo real, el Yucat¨¢n verdadero y el libro tiene su origen en esa b¨²squeda y en el contraste entre las ilusiones y la realidad¡±.
En la m¨¢s pura tradici¨®n de lo mejor del g¨¦nero, y a la vez jugando con ella, Villoro marca el itinerario por ese Yucat¨¢n de antes de que se inventara el sello tur¨ªstico de la Riviera Maya con descripciones de lugares y personajes pintorescos, encuentros inesperados, retazos de historia (el esclavismo, la aristocracia del henequ¨¦n, la guerra de castas), jugosas an¨¦cdotas, peque?as aventuras y desdichas, grandes dosis de humor, porciones de melancol¨ªa y mucha literatura.
El autor, que viaja tras los pasos de ilustres predecesores como los exploradores y mayistas avant la lettre John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood, se transmuta con autoiron¨ªa en un viajero patoso, inevitablemente simp¨¢tico, sorprendido por el calor y confundido por el choque entre sus expectativas y lo que encuentra. Por ejemplo, los trovadictos o la huella de los antiguos mayas en sus ruinas sobrevoladas por los zopilotes. ¡°Resulta que todo lo de ellos lo damos por sabido, cuando encontr¨¦ que incluso en el lugar m¨¢s excavado, Chich¨¦n Itza, el llamado 'pozo de los brujos', hay mucho a¨²n que investigar y averiguar. El pasado maya¡±, afirma en una afortunada frase tomando otra patata, ¡°tiene mucho futuro¡±.
En su trayecto, el viajero Villoro mezcla figuras legendarias, como los conquistadores (ese capit¨¢n Valdivia al que se lo comi¨®, sazonado, un cacique yucateco, o el desmembrado cham¨¢n Jacinto Canek), con personajes cotidianos. ¡°Yo no quer¨ªa entrevistar a gente famosa sino a habitantes del lugar, como ese bater¨ªa de rock, que dif¨ªcilmente asociar¨ªas en primera instancia con Yucat¨¢n¡±. Deja frases hermosas (¡°?Qui¨¦n piensa en civilizaciones cuando tiene amigos?¡±) y enigm¨¢ticas (¡°Una calzonera para el ba?o de tanque¡±, puro espa?ol yucateco). Es un ¡°viajero sentimental¡± que, al contrario que el explorador o el turista, ¡°deja que sea la vida la que se ocupe de las sorpresas¡±. Y que puede anotar como bot¨ªn de un paseo haber visto ¡°un ligue y un romance fracasado, una belleza evanescente y algunas fachadas abrasadas por el sol¡±.
El libro conduce hacia un final a la vez c¨®mico y l¨ªrico, con el autor confundido con su t¨ªo Poncho al localizar la antigua casa de la familia. ¡°El libro era la b¨²squeda de un origen, la casa de mi madre, era un prop¨®sito lindo, y la realidad me regal¨® esa fantasmagor¨ªa. Me convirti¨® en protagonista de mi propia historia. La casa estaba a punto de ser derruida este a?o y argumentaron para no tirarla abajo que aparec¨ªa en un libro. Al final he preservado la realidad al querer preservar mi memoria¡±.
Del g¨¦nero de viajes dice que siempre le ha sorprendido la larga tradici¨®n anglosajona y que en cambio en la nuestra sea tan raro. ¡°Tenemos alg¨²n especialista como Javier Reverte, pero en general hay pocos libros. Es un d¨¦ficit intelectual¡±. ?Y por qu¨¦ no se cultiva m¨¢s? ¡°Tenemos una dificultad con la primera persona, que es consustancial al viaje. Eso est¨¢ cambiando ahora con la autoficci¨®n. Pero nos cuesta, como escribir memorias y asumir con franqueza que tienes algo relevante que contar. Somos poco dados a no tener ese pudor. Preferimos ponernos la m¨¢scara de la novela para contar una historia¡±.
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