El p¨ªcaro que siempre ca¨ªa de pie
'El mundo de la tar¨¢ntula' ofrece una catarata de aventuras, donde el Carbonell actual contempla, m¨¢s divertido que arrepentido, las trastadas del Pablo pret¨¦rito
Es sabido que, en Espa?a, el hipismo lleg¨® tarde y mal. S¨ª, hubo minor¨ªas que, en pleno franquismo, se apuntaron al fen¨®meno v¨ªa Ibiza, pero Pablo Carbonell pertenece a una variedad tard¨ªa de los ni?os de las flores: el freak, criatura con avidez de experiencias qu¨ªmicas y sexuales, que se benefici¨® del descontrol social que sigui¨® a la muerte del dictador.
Los freaks eran, son, hippies sin ilusiones de cambiar el mundo, generalmente libres de bagaje intelectual. A partir de 1975, nos lleg¨® abundante informaci¨®n sobre la insurgencia contracultural, pero qued¨® sepultada entre la fiebre pol¨ªtica, como testimonia la evoluci¨®n de la revista Ajoblanco. De cualquier modo, los freaks eran m¨¢s de praxis que de teor¨ªa.
Conviene recordar que Carbonell naci¨® en C¨¢diz (1962). Es decir, que creci¨® en un clima amable, donde se tolera cierta extravagancia y se venera el ingenio verbal; el t¨ªtulo de su libro deriva del malapropismo de la madre de un compa?ero actor, que pretend¨ªa referirse al mundo de la far¨¢ndula.
El mundo de la tar¨¢ntula ofrece una catarata de aventuras, puntualizadas por reflexiones en cursiva donde el Carbonell actual contempla, m¨¢s divertido que arrepentido, las trastadas del Pablo pret¨¦rito. Se lo puede permitir ya que, si hay una revelaci¨®n en el libro, es la prodigiosa potra del protagonista. Desde el principio, no se reconoce l¨ªmites: con una carpetilla de chistes, se presenta en Barcelona e intenta ser fichado por Editorial Bruguera; con igual frescura, en compa?¨ªa de Pedro Reyes, transforma un tosco espect¨¢culo de mimo callejero en pasaporte para entrar en, eh, la tarantula.
Aterriza en Madrid cuando esta es una ciudad en flujo. Con total desfachatez, se instala en el piso de Wyoming hasta que el anfitri¨®n le explica ¡°que hay unos sitios que se llaman pensi¨®n donde por muy poco dinero alojan a la gente¡±. Se cuela en ¡°La bola de cristal¡±, hace papeles en pel¨ªculas y por serendipia se encuentra al frente de Los Toreros Muertos.
Muchos nunca encontramos el punto a ese grupo. Pero funcion¨® extraordinariamente en Hispanoam¨¦rica, ya predispuesta al gamberreo espa?ol por Hombres G. All¨ª, Los Toreros Muertos se encuentran tocando en grandes recintos y ¨Cnoche inolvidable- en una fiesta de los Ochoa, narcos colombianos. Se benefician de la tolerancia general: comparten discogr¨¢fica con Isabel Pantoja, que ten¨ªa motivos para considerar que el nombre del grupo era ofensivo.
Carbonell sobrevive a todo. A la coca¨ªna, que reemplaza a aquellos ¨¢cidos que le llevaban a vagar semidesnudo. A los vetos de la industria musical, tras sonados enfrentamientos con el omnipotente Rafael Revert. Al enfado de la madre de su primera hija, que le encuentra en la cama con un amigo. Sencillamente, es indestructible.
Su candor le protege en sus etapas como reportero de TV, actor de cine e incluso director (con At¨²n y chocolate, pel¨ªcula mal entendida en su refugio favorito, Zahara de los Atunes). El ¨²ltimo tercio de El mundo de la tar¨¢ntula se parece a tantas memorias de famosos, con sus desfiles de fabulosos personajes que indefectiblemente se muestran ingeniosos y humildes. Carbonell sale de ese pantano con un agridulce viaje a los or¨ªgenes: la cr¨®nica de la vida y muerte de su hermana Nuria, aquejada del llamado s¨ªndrome de Prader Willi. En su comportamiento, Pablo encuentra la admirable inocencia del ser no contaminado por las convencionales sociales.
Dos formas de entender El mundo de la tar¨¢ntula. Como una estimulante aportaci¨®n a la (escasa) bibliograf¨ªa de la contracultura espa?ola, adem¨¢s contada en primera persona. Alternativamente, como el retrato de un histri¨®n con una flor en el culo: hasta Toreros Muertos se re¨²nen regularmente para dar conciertos lucrativos.
El mundo de la tar¨¢ntula. Pablo Carbonell. Blackie Books. Barcelona, 2016. 374 p¨¢ginas. 19,90 euros
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