¡°?Querida, has derribado un bombardero Heinkel!¡±
Lyuba Vinogradova explica en ¡®Las brujas de la noche¡¯ la valiente lucha de las aviadoras sovi¨¦ticas contra los nazis y contra el machismo
Mujeres que vuelan, que combaten, que vencen y que caen, acribilladas, abrasadas, destrozadas, v¨ªctimas incluso de ¡°la peor de las muertes¡±: precipitarte desde el cielo, tras saltar de tu aparato ardiente, sin paraca¨ªdas. El mundo heroico, vertiginoso y terrible de la aviaci¨®n de guerra, en femenino. En Las brujas de la noche (Pasado y Presente), la investigadora Lyuba Vinogradova (Mosc¨², 1973), colaboradora habitual y prestigiosa de los historiadores Antony Beevor (que firma la introducci¨®n) y Max Hastings, traza desde las mismas fuentes documentales originales y los testimonios directos la gran aventura de las aviadoras sovi¨¦ticas de la II Guerra Mundial. Lo hace con una voz de mujer, atenta a detalles conmovedores que se suelen pasar por alto, como la separaci¨®n de las familias, la dificultad de contar con ropa adecuada ¨Cal principio les suministraron vestimenta de hombre, incluidos calzoncillos- , las l¨¢grimas cuando les cortaban las trenzas, el acoso y las chanzas de los compa?eros pilotos masculinos, habitualmente pasados de vodka; el problema con los anticonceptivos (Vinogradova describe una escena en la que las aviadoras observan con envidia un cond¨®n capturado al enemigo, una rareza entonces) o la confecci¨®n de lencer¨ªa con la seda de los paraca¨ªdas de los aviadores alemanes derribados. Uno imagina lo que deb¨ªa humillar eso a los pilotos nazis. Que te derribe una mujer ya es duro, se dir¨ªan los machos de la Luftwaffe, pero que se hagan las bragas con tu equipo¡
¡°Los alemanes no ten¨ªan mujeres como combatientes en su ej¨¦rcito, no digamos pilotos¡±, explica a este diario Vinogradova. ¡°Naturalmente, las aviadoras les provocaban mucha curiosidad. No obstante, a las que cog¨ªan prisioneras las trataban con enorme dureza¡±. De entrada, las desnudaban para comprobar el g¨¦nero. Cuando Lina Smirnova fue derribada, cuenta la autora, se peg¨® un tiro antes de que la cogieran.
La emoci¨®n de las victorias era la misma que la de los hombres, expresada a veces de modo particular. ¡°?Has derribado un Heinkel, querida!¡±, le espet¨® su mec¨¢nica a Lera Khomyakova al aterrizar tras un combate contra una formaci¨®n de bombarderos alemanes. Inmediatamente el resto de chicas del personal de tierra la rode¨® y la besaron. La aviadora cay¨® poco despu¨¦s. Encontraron su cuerpo en un campo de girasoles.
?Fue la lucha contra el machismo en sus propias filas tan dura para las aviadoras como la guerra contra los alemanes? ¡°Comparadas con la mayor¨ªa de las mujeres en el ej¨¦rcito sovi¨¦tico, que constantemente sufr¨ªan acoso sexual y a veces violencia sexual, las aviadoras eran un grupo privilegiado. El acoso abierto no se toleraba. Sin embargo hab¨ªa mucha discriminaci¨®n. Los hombres se apropiaban de los cazas de ellas, ninguneaban a las aviadoras, las llamaban ¡®mu?ecas¡¯. Un ejemplo cl¨¢sico son las exclamaciones de los pilotos hombres en el campo cerca de Stalingrado cuando les informaron de que un regimiento de bombardeo femenino llegaba: ¡®?A cubierto, hay chicas tratando de aterrizar!¡¯. La gran aviadora Raisa Belyaeva, que hab¨ªa participado en shows a¨¦reos antes de la guerra, ten¨ªa que escuchar al comandante del regimiento de cazas en que combat¨ªa decirle: ¡®No quiero enviarte de misi¨®n, eres demasiado bonita¡¯, lo que, por supuesto, ella se tomaba como un insulto. Las mujeres, que muchas veces pose¨ªan m¨¢s experiencia de vuelo que sus camaradas masculinos ten¨ªan que probar constantemente su habilidades y su coraje¡±. Paulatinamente, dej¨¢ndose la piel, se ganaron el respeto.
La URSS moviliz¨® a sus mujeres en la lucha a vida o muerte contra los nazis como nunca se hab¨ªa hecho ni se ha vuelto a hacer: cerca de un mill¨®n engrosaron las filas del Ej¨¦rcito Rojo en todos los puestos: zapadoras, tanquistas, francotiradoras (a ellas dedicar¨¢ su pr¨®ximo libro Vinogradova), servidoras de ametralladora, ganando 92 el rango de Hero¨ªnas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, 50 a t¨ªtulo p¨®stumo. Fueron las sovi¨¦ticas las ¨²nicas mujeres del mundo que en ese sangriento conflicto pilotaron aviones en misiones de combate, enfrent¨¢ndose de t¨² a t¨² en numerosas ocasiones a los mism¨ªsimos ases de la Luftwaffe de Hitler, para sorpresa, a veces letal, de estos.
¡°Cuando veo un aeroplano con las cruces negras y la esv¨¢stica en la cola, tengo un solo sentimiento: odio; esa emoci¨®n hace que apriete a¨²n m¨¢s firmemente el disparador de mis ametralladoras¡±, dec¨ªa la fr¨¢gil y min¨²scula, pero tan corajuda y vital, Lilya Litvyak, la Chica Vengadora, el Lirio Blanco de Stalingrado y Kursk, a la que se atribu¨ªa haber derribado a un as de ases alem¨¢n, que qued¨® patidifuso cuando le presentaron al rival que le hab¨ªa vencido. Se dice que trat¨® de besarle la mano, pero Vinagrodova apunta que es un cuento de la propaganda. Litvyak, la aviadora de caza m¨¢s famosa, con 12 derribos confirmados, desapareci¨® a los 21 a?os los mandos de su Yak-1 con el n¨²mero 18, como un Saint-Exup¨¦ry en femenino o una Amelia Earhart de kaki, durante una misi¨®n en agosto de 1943. Hasta 1979 no se encontraron sus restos identificados en parte, precisamente, por fragmentos de ropa interior, especialmente un brassiere, confeccionado con seda de paraca¨ªdas. Resultaba claro que se trataba de un piloto particular.
?Estaba realmente Litvyak a la altura de su leyenda? ¡° Era peque?ita y muy guapa, con ojos verdes, un cabello precioso y muy buen tipo, era una gran bailarina. Le encantaban las ropas bonitas y flirteaba con los pilotos j¨®venes. Era estilosa. Como muchas otras, quer¨ªa ser buen piloto sin dejar de ser una mujer atractiva. Y a la vez ten¨ªa much¨ªsimo car¨¢cter. Su coraje era el de un demonio temerario¡±.
La historia favorita de Vinagrodova tiene que ver con Litvyak: ¡°En una ocasi¨®n, tras un combate, realiz¨® un aterrizaje forzoso en un terreno con la hierba muy alta. Dos soldados sovi¨¦ticos corrieron a rescatar al piloto. No lo encontraban. Entonces escucharon la voz aguda de una chica: ¡®Yo soy el piloto¡¯. Lilya era tan bajita que no pod¨ªan verla en la hierba alta¡±.
Litvyak, explica Vinagrodova, era de armas tomar. Fue sancionada numerosas veces por desobediencia y comportamiento indecoroso. Se hizo amante del as de caza Salomatin, con el que volaba en pareja y que se estrell¨® poco antes que ella en un caso de ¡°holiganismo acrob¨¢tico¡±.
?C¨®mo era el amor y el sexo para esas chicas aviadoras? ¡°Eran muy j¨®venes y al principio el estado de ¨¢nimo dominante era ¡®la guerra no es lugar para romances¡¯. Despu¨¦s mientras la contienda se alargaba se dieron cuenta de que no pod¨ªan esperar hasta el final para que la vida recomenzara, porque la guerra era su vida en ese momento y resultaba muy posible que no hubiera otra despu¨¦s, dado que tantas estaban muriendo. Muchas volvieron de la guerra ya casadas, y otras muchas perdieron a sus compa?eros en combate¡±. La escritora menciona numerosos idilios y al menos un caso de amor¨ªo homosexual.
Las mujeres en la aviaci¨®n de la URSS en la segunda contienda, destaca Vinagrodova, no solo pelearon a los mandos de cazas y bombarderos y fueron tripulantes, observadoras, radiotelegrafistas o artilleras, sino que formaron el escal¨®n de tierra de las escuadrillas como mec¨¢nicas, suministradoras de munici¨®n o combustible. De hecho el Ej¨¦rcito Rojo tuvo en su fuerza a¨¦rea tres regimientos completos compuestos ¨²nicamente de mujeres: uno de caza (586) otro de bombardeo pesado (587) y un tercero de bombardeo nocturno (588). Este ¨²ltimo era el de las Brujas de la Noche, nombre que da t¨ªtulo (de manera algo reductiva) a la edici¨®n espa?ola del libro de Vinogradova (originalmente Defending the Motherland). ¡°La leyenda sostiene que ese nombre se lo pusieron los alemanes, a los que acosaban continuamente con sus fr¨¢giles avioncitos, los insustanciales biplanos de entrenamiento U- 2 (Po-2), de contrachapado, a los que denominaban por su sonido m¨¢quinas de coser. Pero yo creo que se bautizaron as¨ª ellas mismas. Son admirables, se requer¨ªa much¨ªsimo valor para combatir en esos aparatos que se incendiaban a la m¨ªnima. Muchas tuvieron una muerte horrible. En general, entre las mujeres pilotos y navegadoras que combatieron en unidades de primera l¨ªnea las bajas fueron tremendas. Quiz¨¢ un tercio. Es dif¨ªcil de cuantificar. En el regimiento de bombardeo nocturno, donde las bajas se cubr¨ªan con el propio personal, las muertas y heridas ascendieron al 50 % de los efectivos iniciales del regimiento¡±.
Las aviadoras ten¨ªan distintas procedencias, estudiantes, campesinas, obreras. Muchas de ellas se hab¨ªan adiestrado en las escuelas de vuelo del Komsomol, las juventudes comunistas. Para otras, como para sus equivalentes masculinos, la guerra proporcionaba la ocasi¨®n para cumplir el sue?o de volar. Lo hicieron en condiciones dur¨ªsimas, mat¨¢ndose en accidentes y combates. En la guerra no tiene rostro de mujer (Debate), la Nobel Svetlana Alexi¨¦vich, recoge el testimonio de una de las Brujas, Aleksandra Popova ¨Cfallecida a los 91 a?os en 2013-, de que a algunas se les retir¨® la menstruaci¨®n por el estr¨¦s. Pero, como testimoniaba otra aviadora, la capitana Klaudia T¨¦rejova:¡±?Las chicas vol¨¢bamos y derrib¨¢bamos a los ases de la aviaci¨®n! Los hombres nos observaban perplejos. Nos admiraban¡±.
Entre la galer¨ªa de las aviadoras destacan la gran Marina Raskova, que ya era una pionera de la aviaci¨®n, art¨ªfice de los regimientos femeninos y que adem¨¢s era agente secreta del NKVD de Beria; su lema fue: ¡°Podemos hacerlo todo¡±.
?Qu¨¦ ocurri¨® con las aviadoras supervivientes tras la guerra? ¡°Muy pocas permanecieron en el ej¨¦rcito. De hecho solo se las hab¨ªa reclutado a causa de la guerra. Muchas de las que hab¨ªan sido pilotos civiles antes volvieron a su profesi¨®n. Pero la vida de piloto es dif¨ªcil de combinar con crear una familia. Las pocas que permanecieron en la fuerza a¨¦rea fueron desalentadas por sus comandantes: la patria las hab¨ªa necesitado durante la guerra, les dijeron, pero luego ten¨ªan que marcharse y dejar el trabajo de los hombres a los hombres¡±.
?Se recuerdan hoy en Rusia las aventuras de las aviadoras? ¡°Los rusos en general est¨¢n muy orgullosos de los h¨¦roes y hero¨ªnas de la Gran guerra patri¨®tica. Sin embargo, muchos o la mayor¨ªa a¨²n prefieren la versi¨®n de la propaganda sovi¨¦tica a las versiones m¨¢s aut¨¦nticas. Las mujeres pilotos de las que he escrito no son muy conocidas, excepto las m¨¢s famosas de ellas como las Brujas de la Noche¡±. Hoy, dice Vinagrodova, ya no queda ninguna de aquellas valientes aviadoras. ¡°Cuando empec¨¦ las entrevistas en 2009 a¨²n pude hablar con algunas. Estaban muy orgullosas de lo que hab¨ªan hecho, ?y yo muy orgullosa de ellas!¡±. ?Cu¨¢l fue su contribuci¨®n real al esfuerzo de guerra y a la victoria? ¡°Un regimiento de aviaci¨®n, aunque contara solo con una docena de pilotos era algo muy precioso en el frente del Este: el ej¨¦rcito rojo sufr¨ªa una gran escasez de aviones y de pilotos experimentados. Los tres regimientos de mujeres sin duda fueron muy ¨²tiles. Jugaron adem¨¢s un important¨ªsimo papel en levantar los ¨¢nimos de lucha tanto de las mujeres soldado como de las civiles que cargaban un gran peso sobre sus espaldas¡±.
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