El circo de la diferencia
El filme avanza por el camino m¨¢s f¨¢cil de la sucesi¨®n, que no fusi¨®n, de g¨¦neros: secuencias c¨®micas, sucedidas por dram¨¢ticas
En el ¨²ltimo mes han llegado a los cines dos pel¨ªculas francesas con semejantes caracter¨ªsticas que demuestran hasta qu¨¦ punto la pincelada cinematogr¨¢fica es b¨¢sica para, aun partiendo de sendas historias reales de evidente curiosidad inicial, lograr encontrar el br¨ªo y el inter¨¦s en el posterior desarrollo. Una pincelada que se traduce en la elecci¨®n de tono, la intensidad con la que se recrean las circunstancias sociopol¨ªticas, el entusiasmo (o el regodeo) en la recreaci¨®n de la ¨¦poca, la trascendencia de la denuncia y el afecto por sus personajes.
MONSIEUR CHOCOLAT
Direcci¨®n: Roschdy Zen.
Int¨¦rpretes: Omar Shy, James Thierr¨¦e, Clotilde Hesme, Olivier Gourmet, Fr¨¦d¨¦ric Pierrot.
G¨¦nero: melodrama. Francia, 2015.
Duraci¨®n: 113 minutos.
Madame Marguerite, inspirada en la vida de una diva de la ¨®pera que en realidad cantaba como una rana, y ambientada en la segunda d¨¦cada del siglo XX, daba en el clavo con su pincelada tenue: en la comedia, como si no quisiera hacer re¨ªr, lo que la hac¨ªa m¨¢s graciosa; en el drama, sin hurgar en la herida, lo que la convert¨ªa en m¨¢s conmovedora. Monsieur Chocolat, basada en la existencia de Rafael Padilla, conocido como Chocolat, payaso negro que en los primeros a?os del siglo XX form¨® exitosa pareja con el brit¨¢nico George Footitt, y al que lleg¨® a pintar Toulouse-Lautrec, prefiere en cambio una pincelada m¨¢s gruesa, y la apuesta dura apenas media pel¨ªcula. Cl¨¢sica una, acad¨¦mica la otra, la primera arriesga con la fusi¨®n de g¨¦neros en una misma escena, incluso en una misma frase o plano (entre la comedia bufa y la tragedia existencial), mientras la segunda avanza por el camino m¨¢s f¨¢cil de la sucesi¨®n, que no fusi¨®n, de g¨¦neros: secuencias c¨®micas, sucedidas por dram¨¢ticas, melodram¨¢ticas o tr¨¢gicas, sin mezclarse.
En la primera mitad del relato, el misterio y la tristeza que desprenden los circos, y m¨¢s los de aquellos tiempos, de mujeres serpiente enfrentadas a ni?os cr¨¦dulos, junto al excelente trabajo de Omar Sy y, sobre todo, James Thierr¨¦e, revelaci¨®n de la pel¨ªcula en un precioso papel con el que se abunda en la opresi¨®n de las minor¨ªas (los negros, en una de las vertientes; los homosexuales, por otro lado), colocan al espectador en el camino del descubrimiento. Sin embargo, casi al tiempo que Roschdy Zen, habitual actor, aqu¨ª director, inicia sus rancios flashbacks del pasado esclavista de Chocolat, la historia va sumando grandes temas sin que encuentren hondo desarrollo m¨¢s all¨¢ de su exposici¨®n. Como si la pel¨ªcula se dejase llevar justo por lo que denuncia: el trazo grueso de un negro que se deja golpear cada noche por un blanco para risa de otros blancos.
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