El desastre de ¡®Marseille¡¯
La serie de Netflix protagonizada por G¨¦rard Depardieu presenta una acumulaci¨®n de t¨®picos de ficciones pol¨ªticas con di¨¢logos vac¨ªos e interpretaciones igual de vacuas
S¨ª, Netflix tambi¨¦n hace series malas. En los ¨²ltimos tiempos, embarcados en un frenes¨ª productor que les lleva a estrenar contenido (series, pel¨ªculas, documentales, talk shows...) semana s¨ª, semana tambi¨¦n, ha habido algunas muestras de que no es oro todo lo que reluce en la plataforma online. Madres forzosas no era nada del otro mundo, o incluso se podr¨ªa mantener que era mala, pero al menos cumpl¨ªa con su funci¨®n nost¨¢lgica. Pero Marseille, la primera producci¨®n francesa de Netflix, es un total desastre solo entendible si en realidad en vez de encontrarnos con un drama pol¨ªtico estamos ante una parodia de un drama pol¨ªtico. Lo malo es que nos lo vendieron como un drama pol¨ªtico, la House of Cards francesa, llegaron a decir. Qu¨¦ suerte que en Francia s¨ª hagan series pol¨ªticas, no como en Espa?a, dijimos nosotros. Pues para esto, mejor nos quedamos como estamos.
La serie protagonizada por G¨¦rard Depardieu (lo ¨²nico medio salvable del naufragio, aunque eso no suponga un gran m¨¦rito) presenta una acumulaci¨®n de t¨®picos de ficciones pol¨ªticas con di¨¢logos vac¨ªos e interpretaciones igual de vacuas. Depardieu es el alcalde de Marsella, ya en retirada de su puesto tras a?os en el poder. Su intenci¨®n es ceder su puesto a su mano derecha pero antes, dejar para la posteridad el desarrollo de un casino cuya construcci¨®n est¨¢ encontrando mucha oposici¨®n por parte de diferentes sectores de la ciudad. Adem¨¢s, el alcalde tiene una hija periodista que se resiste a usar el apellido de su padre al firmar sus art¨ªculos. Adem¨¢s, el ambicioso segundo del alcalde pone todo el rato cara de sospechoso para que, poco despu¨¦s, descubramos que, efectivamente, era poco de fiar.
A todo ello se suma una m¨²sica descaradamente efectista y un montaje m¨¢s propio de una pel¨ªcula europea de sobremesa de fin de semana que de una serie que aspira a aportar cierto reconocimiento a la productora. Y, por supuesto, no puede faltar las dosis de sexo y violencia necesarias para ser una ficci¨®n adulta.
Marseille es un patinazo de Netflix, s¨ª. Pero la misma raz¨®n por la que los ¨¦xitos de la plataforma online no consiguen la misma repercusi¨®n en t¨¦rminos de conversaci¨®n social que series emitidas semanalmente, el que se lanzara toda la temporada a la vez les permite hacer borr¨®n y cuenta nueva sin que el da?o sea mayor que haber hecho perder al espectador una o dos horas (o m¨¢s, en funci¨®n del aguante o las ganas de masoquismo de cada cual). Ahora Marseille nos duele, pero dentro de un mes no ser¨¢ m¨¢s que un ligero recuerdo sepultado por otras tantas buenas series. Al menos queda ese consuelo.
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