La Bienal de Arquitectura de Venecia pone los pies en la tierra
Dirigida por el chileno Alejandro Aravena, se inclina hacia una dimensi¨®n m¨¢s pol¨ªtica y social
En el mapa, Palo Alto se ubica a la atura del kil¨®metro 14,5 de la carretera que conduce de Ciudad de M¨¦xico a Toluca, en Santa Fe. Pero eso es solo en los papeles: en realidad, la gente ubica a los habitantes de las casitas coloradas de Palo Alto como los corajudos que, durante d¨¦cadas, han luchado por algo tan elemental como poseer una vivienda digna y propia. En el horizonte, las peque?as casas parecen estar a punto de ser devoradas por los edificios alt¨ªsimos con helipuertos, epicentro de las corporaciones multinacionales en Santa Fe, de paso, una de las zonas m¨¢s ricas de la capital mexicana. En medio de tanta opulencia sobrevive la Cooperativa de Palo Alto, cuyos 300 socios se re¨²nen cada semana para tomar decisiones e impedir que la especulaci¨®n edilicia arrase con su techo.
Todo naci¨® en los a?os treinta del siglo pasado, cuando la periferia de la capital mexicana atrajo, como abeja al panal, mano de obra barata para trabajar en las minas de arena. Cuando las familias crecieron, edificaron reparos improvisados; sin embargo, en 1973, el Gobierno mexicano oblig¨® al propietario de los terrenos a cerrar las minas, porque la dinamita amenazaba las residencias de lujo que hab¨ªan comenzado a edificarse cerca de la zona. A partir de ese momento emerge la Cooperativa de Palo Alto, destinada a defender las viviendas que las familias hab¨ªan construido con sus recursos a lo largo de 35 a?os. Ahora, m¨¢s que un complejo residencial, Palo Alto representa uno de los grandes desaf¨ªos de la arquitectura contempor¨¢nea. Historias y protagonistas como los de Palo Alto ser¨¢n el hilo conductor de la pr¨®xima Bienal de Arquitectura de Venecia, la m¨¢s pol¨ªtica y revolucionaria de todas.
Nacida en 1975 como la hermana menor de la de Arte, la Bienal de Arquitectura de Venecia (del 28 de mayo al 27 de noviembre) no expondr¨¢ edificios de curvas caprichosas, sino, m¨¢s bien, una serie de experimentos y soluciones posibles a problemas vinculados con el oficio del arquitecto: las periferias, la inequidad, la migraci¨®n, el tr¨¢fico, la criminalidad, el d¨¦ficit de viviendas, la contaminaci¨®n ambiental, los desastres naturales y la participaci¨®n de las comunidades, entre otros. Al tim¨®n, el arquitecto chileno Alejandro Aravena (Santiago de Chile, 1967), ganador del premio Pritzker, porque escogi¨® dedicarse a hacer propuestas visionarias en un mundo donde reinan los recortes y las desigualdades. Camisa blanca fuera del pantal¨®n, Aravena, explica a EL PA?S por qu¨¦ el cambio dr¨¢stico de su Bienal. ¡°Lo que estamos tratando de hacer es ampliar el espectro de respuesta de la arquitectura. Los arquitectos damos forma a los lugares donde vivimos. La arquitectura tiene ganado el terreno m¨¢s art¨ªstico-cultural pero menos el de las necesidades b¨¢sicas satisfechas. Lo que queremos decir aqu¨ª, en Venecia, en primer lugar es que la arquitectura debe pensar en lo social y lo ambiental. Y segundo, queremos retomar el rol de la arquitectura que, consiste en sintetizar diversas dimensiones con astucia, creatividad y buen sentido¡±.
El t¨ªtulo de la exposici¨®n, Reportando desde del frente, invita a los proyectistas a volcar la mirada hacia una arquitectura comprometida con los problemas sociales y que, seg¨²n Aravena debe, sobre todo, ¡°combatir batallas como la burocracia, la avaricia, la impaciencia del capital y la falta de visi¨®n¡±. Nunca antes se hab¨ªa puesto en los zapatos de un comisario; por eso, advierte: que nadie se espere una rese?a de soluciones formales creadas para el club de amigos de los arquitectos y destinadas exclusivamente para arquitectos. Aravena ha pensado en mostrar una serie de historias exitosas, ¡°batallas ganadas¡± que, a su juicio, merecen la pena ser contadas. ¡°Quisiera que la gente viniera a ver casos ejemplares donde la arquitectura hizo, hace y har¨¢ la diferencia en ganar aquellas batallas y expandir aquellas fronteras. Son arquitecturas que, a pesar de la escasez de medios, aprovechan lo que est¨¢ disponible, en vez de quejarse de lo que carecen. Todo esto para entender qu¨¦ herramientas de dise?o son necesarias para alterar las fuerzas que privilegian la ganancia individual sobre el beneficio colectivo. Se ver¨¢n casos que resisten el reduccionismo y la simplificaci¨®n, y no renuncian a la misi¨®n de la arquitectura de penetrar el misterio de la condici¨®n humana¡±, explica.
Sangre joven
La sangre relativamente joven distingue a los escogidos por Aravena: unos 90, la mayor¨ªa con menos de 40 a?os. Aravena no da muchas pistas de los relatos arquitect¨®nicos y los protagonistas que ocupar¨¢n los antiguos espacios del Arsenal veneciano. Eso s¨ª, los pabellones oficiales enclavados en los Jardines de la Bienal han seguido las indicaciones de Aravena: Gran Breta?a afronta la emergencia habitacional con las propuestas de los frescos talentos Shumi Bose, Jack Self e Finn Williams; Espa?a, bajo los comisarios I?aqui Carnicero y Carlos Quint¨¢ns Mux¨ªa hablar¨¢ de las grandes obras inconclusas; Alemania mostrar¨¢ el rol de la arquitectura en la acogida y la asistencia de los migrantes; Estados Unidos relanza la ciudad de Michigan, sacudida por la crisis. Por otra parte, estar¨¢n presentes algunas de las m¨¢s luminosas estrellas de la arquitectura: Peter Zumthor, David Chipperfield, Herzog & de Meuron, Kazuyo Sejima, Kengo Kuma, Norman Foster, Rem Koolhaas, Richard Rogers, Eduardo Souto de Moura, Tadao Ando y, c¨®mo no, Renzo Piano y sus muchachos del grupo G124, j¨®venes arquitectos que el genov¨¦s financia con su salario de senador vitalicio para ¡°remendar¡± las periferias italianas.
Pero hay algo que no cuadra. No est¨¢ por dem¨¢s preguntar al comisario chileno por qu¨¦ ha brindado espacio a los arquitectos que forman parte del club de las estrellas. ¡°No todo lo que hacen estos profesionales nos interesan, pero por qu¨¦ no poner a disposici¨®n su creatividad para resolver los problemas que hemos escogido¡±, responde Aravena, esperando que la arquitectura ponga, de una vez por todas, los pies en la tierra.
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