Cronista de la Am¨¦rica invisible
El fot¨®grafo Bruce Davidson construy¨® su leyenda retratando la realidad social de su pa¨ªs desde los m¨¢rgenes
Bruce Davidson (Oak Park, Illinois, 1933), miembro hist¨®rico de la agencia Magnum conocido por su inmersi¨®n desde los a?os 50 en la realidad m¨¢s invisible de EE?UU, posee ese don que convierte a unos pocos en grandes: esa capacidad para atrapar con una clarividencia y naturalidad pasmosa el alma de un momento. Bajo su premisa, de poco sirve la mejor t¨¦cnica o la mejor c¨¢mara sin la coherencia, ¨¦tica y, sobra decirlo, humanidad del fot¨®grafo. Una retrospectiva en la Fundaci¨®n Mapfre de Barcelona, que incluye 190 im¨¢genes, recoge por primera vez en Espa?a la obra del hombre que document¨® durante cinco a?os los movimientos por los derechos civiles en Estados Unidos, que durante otros dos convivi¨® con los vecinos del Spanish Harlem neoyorquino cuando ni la polic¨ªa se atrev¨ªa a entrar all¨ª o que amans¨® con su tr¨ªpode a las fieras de las bandas de adolescentes encallados en el Brooklyn de los a?os sesenta. Historias marginales que ¨¦l, con paciencia y sin un atisbo de impudicia o sensacionalismo, abord¨®, en palabras de Carlos Gollonet, comisario de la exposici¨®n, ¡°sin excesos sentimentales, moralistas o compasivos¡±.
A sus 82 a?os, Davidson se despoja de la gorra y tiende la mano con educaci¨®n. Al verlo acompa?ado por su mujer, sus dos hijas y dos asistentes, todo mujeres, la primera pregunta resulta obligada: ?Qu¨¦ importancia tuvo su madre soltera en su destino como fot¨®grafo? ¡°Mi padre huy¨®, no sabemos bien, es probable que acabara en la c¨¢rcel. Mi madre era muy menuda, pero all¨¢ del que se cruzara en su camino. A mi hermano, 17 meses m¨¢s peque?o que yo, y a m¨ª, nos ense?¨® a ser limpios, a comer bien y a saber encauzar nuestra masculinidad, sab¨ªa defenderse. Fue ella quien me instal¨® a los diez a?os un cuarto oscuro en el s¨®tano de casa, algo muy raro en aquella ¨¦poca. Mi hermano era un estudiante brillante pero yo estaba totalmente a la deriva. Hasta que entr¨¦ en ese cuarto oscuro y una imagen surgi¨® entre mis manos. Por primera vez, me sent¨ª vivo. No s¨¦ qu¨¦ hubiera sido de m¨ª sin aquel descubrimiento¡±.
La primera imagen que tom¨®, de una cr¨ªa de b¨²ho, ilumin¨® el camino. Pero fue su primer proyecto, con 22 a?os, el que sentar¨ªa las bases de su futuro trabajo. Durante meses, mientras hac¨ªa la mili en Arizona, se instal¨® en la casa de una pareja de ancianos, John y Kate Wall, de 94 y 79 a?os, que hab¨ªa conocido en la carretera, en la frontera con M¨¦xico, y a los que pidi¨® fotografiar. Los Wall le acogieron y hoy, m¨¢s de medio siglo despu¨¦s, estas sombras crepusculares, delicadas e intensas a¨²n sobrecogen. ¡°Crec¨ª viendo pel¨ªculas de vaqueros, intuyendo que el Oeste mor¨ªa. Cuando conoc¨ª a los Wall sent¨ª de una manera muy fuerte que pertenec¨ªan a ese mundo que se desvanec¨ªa¡±. Esa misma atracci¨®n hacia un mundo en transici¨®n le acerc¨® al circo y a otra de sus series m¨¢s reconocidas, El enano, la primera para Magnum. Al preguntarle por los l¨ªmites emocionales que se impone al trabajar recuerda una an¨¦cdota del a?o (1959) que vivi¨® junto a los pandilleros de Brooklyn. ¡°Les advert¨ª de que nunca me meter¨ªa en sus asuntos pero que si la cosa se pon¨ªa fea har¨ªa algo: llamar a los bomberos. Eran m¨¢s r¨¢pidos que la polic¨ªa y el agua enfr¨ªa como nada los ¨¢nimos¡±.
Aclara que no se le puede confundir ni con un activista (¡°eso se lo dejo a mi mujer y a mi hija Anna¡±) ni con un fotoperiodista. Menos a¨²n con un artista, pese a que su famosa serie del Spanish Harlem, Calle 100 Este, se expuso completa en el MoMA en 1969. ¡°Yo soy fot¨®grafo. Mis fotos est¨¢n colgadas en museos pero ese no soy yo¡±. Integrado en la corriente de los Concerned Photographers, t¨¦rmino acu?ado por Cornell Capa para definir a los fot¨®grafos embarcados en la cruzada de cambiar con su c¨¢mara el mundo, Davidson recuerda que no existe una buena foto que no se cuestione a s¨ª misma. ¡°La fotograf¨ªa requiere preguntas ¨¦ticas que deben estar presentes antes, durante e incluso despu¨¦s de disparar. A m¨ª, por ejemplo, nunca me interes¨® sacar fotos sexies de aquellos adolescentes conflictivos, yo quer¨ªa saber por qu¨¦ la sociedad les hab¨ªa olvidado, qu¨¦ ocurr¨ªa en sus hogares, donde radicaba tanta desesperaci¨®n¡±.
Estudi¨® filosof¨ªa, pintura y fotograf¨ªa en Yale y trabaj¨® por encargo para cabeceras como Vogue o Life para poder financiarse sus proyectos. La edad le impide aventurarse como antes pero sigue trabajando, le basta perderse en su vecindario neoyorquino. ¡°Tengo un proyecto en el Museo de Ciencias Naturales, lo hago de forma clandestina; si pidiese permiso me arruinar¨ªan la idea¡±, dice con picard¨ªa. Sobre las nuevas tecnolog¨ªas, pregunta obligada, no merece ni discutir: ¡°Mi mujer y yo somos la ¨²nica pareja que conozco que no tienen iPhone. Vivo apegado a un mundo que ya no existe¡±.
Babelia
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