En el camino
Gary Snyder traduce magistralmente a poemas y ensayos su querencia por los libros y los paisajes
Gary Snyder (San Francisco, 1930) se acuerda en estos libros de Jack Kerouac, que lee en el poema La migraci¨®n de las aves el Sutra del diamante, de Allen Ginsberg, que le acompa?a en la ascensi¨®n a un pico en uno de los ensayos aqu¨ª reunidos; o de Lew Welch, al que dedica un poema en el que cae la nieve, y al que homenajea sin citar en otro en el que Snyder ruge a un mapache que ha entrado en su caba?a destrozando su cocina como aquel hiciera en otro con las ratas que le imped¨ªan conciliar el sue?o (sin que a ninguno de los dos, por cierto, les hayan servido de freno sus votos budistas de compasi¨®n por todas las criaturas).
Ecolog¨ªa de la amistad de alguien que, dentro de la generaci¨®n beat, va destac¨¢ndose, a medida que pasan los a?os, como uno de sus integrantes m¨¢s ¨ªntegros, hondos y genuinos. Gary Snyder, trascendentalista y budista a partes iguales, aprende de Thoreau y de Dogen, los dos maestros m¨¢s visitados en estas p¨¢ginas, lo que denomina ¡°lecciones de lo salvaje¡± (el gusto por la libertad, el agradecimiento por lo doloroso y lo transitorio, el vivir ligero, el buen humor, la audacia, la austeridad, la resistencia, la escucha del cuerpo o la confianza instintiva en los seres de la naturaleza) y, sobre todo, a practicar una modalidad de la existencia donde es dif¨ªcil distinguir lo individual de lo social, lo espiritual de lo material, y lo pensado de lo llevado a cabo.
Snyder, que afirma que los libros son ¡°nuestros ancianos¡± (y por eso hay que leerlos con la misma actitud con la que uno escucha las historias de sus abuelos), se?ala tambi¨¦n la importancia de saber interpretar ese gran mandala que forman los paisajes (r¨ªos, bosques, monta?as), un diagrama geogr¨¢fico pleno de sentido cuyo conocimiento le ayuda a uno a orientarse en los laberintos de sus necesidades, ideas o sue?os. Es lo que ¨¦l hace: agota bibliotecas (conversa con los ancianos) y agota senderos (recorre a pie los espacios abiertos por ese mandala); y escucha, adem¨¢s de a las letras, lo que tienen que decirle los muchos pueblos con los que se cruza (los concow, nisenan, inupiaq, atabascanos, haida, hopi, crow, washo, chehalis, yupik, lakota, pintubi, beduinos, yanas y un largo etc¨¦tera) sobre plantas, animales, vocablos, costumbres o mitos.
Budista y trascendentalista, aprende de Thoreau y de Dogen, los maestros m¨¢s visitados en estas p¨¢ginas
El resultado de esta doble dedicaci¨®n es una forma de sentir y de estar en el mundo que ¨¦l traduce magistralmente en poemas y ensayos. En los poemas procura no tener opiniones para no enturbiar su visi¨®n de lo real, le da las gracias a su gran familia (Tierra, Plantas, Aire, Seres Salvajes, Agua, Sol, el Gran Cielo) o a su ordenador port¨¢til (que es halc¨®n posado, caballo nervioso o granizo en la roca), toma nota de las profundas ense?anzas de un mango de hacha o de un cubo abollado, y saluda a sus colegas (poetas de tierra, aire, agua, fuego, espacio o mente) mientras corta le?a o descansa comiendo un bocadillo.
En los ensayos, frutos del activista y del fil¨®sofo a partes iguales, reflexiona acerca de la ecolog¨ªa (espiritual, ecum¨¦nica), de la solidaridad comunitaria, de la conciencia biorregional, de la purificaci¨®n mental planetaria, de la gesti¨®n de las tierras comunales, de la teolog¨ªa agr¨ªcola, de la gesti¨®n cineg¨¦tica espiritual, de las cuatro dignidades chinas (levantarse, acostarse, sentarse y caminar), del lado oscuro de la naturaleza (y de la imaginaci¨®n asimismo oscura que promueve) o de una mujer que se cas¨® con un oso. En ambos, poemas y ensayos, Snyder usa las palabras, cuya naturaleza biol¨®gica reivindica, no para dejar un repertorio de significados, sino como si el escritor se hubiera metamorfoseado en ¡°un alce que fuera dejando un rastro de huellas en la nieve¡±. ¡°Ecolog¨ªa del lenguaje¡± que solo conf¨ªa en frases que saben convertirse en musgo de un arroyo o en piedra de un desierto.
Lo salvaje que da t¨ªtulo a estos dos vol¨²menes complementarios tiene que ver con el camino, donde de nuevo aparecen, como fantasmas ben¨¦volos, Thoreau y Dogen. En el ensayo En el camino, fuera del sendero, por un lado, Snyder recuerda que cuando uno (cazador, recolector) se adentra en un camino trillado vuelve con las manos vac¨ªas, raz¨®n por la cual tiene que atreverse a adentrarse en lugares no roturados y sin explorar. En el poema Fuera, por otro, se afirma que ¡°el camino es todo lo que pasa¡± y que ¡°no tiene objetivo en s¨ª mismo¡±, raz¨®n por la cual lo importante no es saber ad¨®nde se va (ese caer en la dictadura y la ceguera de los mapas), sino saber que uno est¨¢ yendo. Fuera el camino, donde se borra el camino (y la misma noci¨®n de camino): el lugar de la poes¨ªa y del pensamiento verdaderamente salvajes, que son, loado sea el universo, los que practica el gran Gary.
La mente salvaje. Gary Snyder. Traducci¨®n de Nacho Fern¨¢ndez. ?rdora Ediciones. Madrid, 2016. 332 p¨¢ginas. 18 euros.
La pr¨¢ctica de lo salvaje. Gary Snyder. Traducci¨®n de Nacho Fern¨¢ndez y Jos¨¦ Luis Regojo. Varasek Ediciones. Madrid, 2016. 261 p¨¢ginas. 18 euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.