La guerra espa?ola en el re?idero de Europa
Varios libros analizan sin t¨®picos y con rigor historiogr¨¢fico el conflicto que estall¨® el 18 de julio de 1936, hace ahora 80 a?os
En julio de 1936 una parte importante del ej¨¦rcito espa?ol se alz¨® en armas contra el r¨¦gimen republicano. El golpe militar no pudo lograr de entrada la conquista del poder. Si lo hubiera conseguido, no habr¨ªa tenido lugar una guerra civil, sino una dictadura del tipo que estaba comenzando a dominar en Europa en ese momento y que se estableci¨® en Espa?a a partir de abril de 1939.
La sublevaci¨®n, al ocasionar una divisi¨®n profunda en el Ej¨¦rcito y en las fuerzas de seguridad, debilit¨® al Estado republicano y abri¨® un escenario de lucha armada, de rebeli¨®n militar y de revoluci¨®n popular all¨ª donde los militares no pudieron conseguir sus objetivos. Espa?a qued¨® partida en dos. Y as¨ª continu¨® durante una guerra de mil d¨ªas.
Espa?a era un pa¨ªs marginal en el escenario europeo hasta el golpe de Estado. En pocas semanas se situ¨® en el centro
Enrique Moradiellos subraya en su nuevo libro el car¨¢cter de ¡°guerra total¡± en la que los dos contendientes tuvieron que reconstruir un ej¨¦rcito con mandos jerarquizados; centralizar el aparato administrativo para hacer uso de los recursos materiales y humanos; y sostener una retaguardia comprometida con el esfuerzo b¨¦lico. Visto el desenlace final, parece evidente que el bando franquista super¨® al republicano en el manejo de esas tres tareas b¨¢sicas, pero eso no dependi¨® s¨®lo de factores internos sino, ¡°de manera crucial¡±, del contexto internacional que sirvi¨® de marco a la guerra civil.
Porque en el escenario europeo desequilibrado por la crisis de las democracias y la irrupci¨®n del comunismo y del fascismo, Espa?a era, hasta julio de 1936, un pa¨ªs marginal, secundario. Todo cambi¨®, sin embargo, a partir del golpe de Estado de ese mes. En unas pocas semanas, el conflicto espa?ol se situ¨® en el centro de las preocupaciones de las principales potencias, dividi¨® profundamente a la opini¨®n p¨²blica, gener¨® pasiones y Espa?a pas¨® a ser el s¨ªmbolo de los combates entre fascismo, democracia y comunismo. Moradiellos, Paul Preston, Javier Rodrigo y Carlos Gil conceden mucha importancia al violento laboratorio de pol¨ªticas de masas en que se convirti¨® el territorio espa?ol.
Cuando el golpe militar deriv¨® en guerra, la destrucci¨®n del adversario pas¨® a ser prioridad absoluta. Y en ese tr¨¢nsito de la pol¨ªtica a la guerra, los adversarios, pol¨ªticos e ideol¨®gicos, perd¨ªan su condici¨®n de compatriotas, espa?oles, para convertirse en enemigos contra quienes era completamente leg¨ªtimo el uso de la violencia. El total de v¨ªctimas mortales se aproxim¨® a 700.000, de las cuales 100.000 corresponden a la represi¨®n desencadenada por los militares sublevados y 55.000 a la violencia en la zona republicana. Y al menos 50.000 personas fueron ejecutadas en la posguerra, entre 1939 y 1946.
La guerra civil espa?ola fue adem¨¢s la primera de las guerras del siglo XX en que la aviaci¨®n se utiliz¨® de forma premeditada en operaciones de bombardeo en la retaguardia. La intervenci¨®n extranjera mand¨® por el cielo espa?ol a los S-81 y S-79 italianos, a los He-111 alemanes y a los ¡°Katiuskas rusos¡±, convirtiendo a Espa?a en un campo de pruebas para la gran guerra mundial que se preparaba. Madrid, Durango, Guernica, Alca?iz, L¨¦rida, Barcelona, Valencia, Alicante o Cartagena, entre otras muchas ciudades, vieron c¨®mo sus poblaciones indefensas se convert¨ªan en objetivo militar.
Se ha superado ya esa visi¨®n esencialista de que la guerra fue el resultado de una identidad inclinada a la violencia ¡°entre hermanos¡±
¡°En lo esencial era una guerra de clases¡±, declar¨® un observador tan l¨²cido como George Orwell. Y no le faltaba raz¨®n, aunque m¨¢s correcto ser¨ªa decir que las clases, sus luchas y sus intereses, fueron actores importantes, pero no los ¨²nicos, de aquel conflicto. Hubo, en realidad, varias guerras dentro de eso que llamamos guerra civil. Por eso su an¨¢lisis ha resultado siempre tan complejo y fascinante. Y por eso el fuego purificador que abrasaba hasta el m¨¢s m¨ªnimo oponente se extendi¨® con tanta rapidez y virulencia por todos los pueblos y ciudades de Espa?a.
Algunos historiadores han superado ya esa visi¨®n esencialista, tan difundida todav¨ªa hoy, de que la guerra civil fue el resultado de odios ancestrales en un pa¨ªs con una identidad y un destino hist¨®rico inclinados a la violencia ¡°entre hermanos¡±.
La historia de Espa?a del primer tercio del siglo XX no fue la cr¨®nica anunciada de una frustraci¨®n secular que, necesariamente, ten¨ªa que culminar en una explosi¨®n de violencia colectiva. Lo que prueban estas nuevas miradas a esa historia es que no existe un modelo ¡°normal¡± de modernizaci¨®n frente al cual Espa?a puede ser comparada como una excepci¨®n an¨®mala. Casi ning¨²n pa¨ªs europeo resolvi¨® los conflictos de los a?os treinta y cuarenta ¡ªla l¨ªnea divisoria del siglo¡ª por la v¨ªa pac¨ªfica.
Combatir la ignorancia, las manipulaciones, los usos pol¨ªticos de esa historia desde el presente no es una tarea f¨¢cil. Tampoco lo es captar nuevos lectores, atraer la atenci¨®n de j¨®venes estudiantes para los que la historia no es m¨¢s que una pesada colecci¨®n de fechas y nombres. Por eso es tan importante tener una fotograf¨ªa casi completa de los hechos m¨¢s significativos y de sus principales actores. Es lo que ofrecen estos libros, concisos, de prosa accesible y con la garant¨ªa de una investigaci¨®n rigurosa y profesional. Ochenta a?os despu¨¦s.
Enrique Moradiellos, Historia m¨ªnima de la guerra civil espa?ola, Turner/El Colegio de Mexico;
Javier Rodrigo, La guerra fascista. Italia en la Guerra Civil espa?ola, 1936-1939, Alianza Editorial;
Carlos Gil Andr¨¦s, Espa?oles en guerra. La Guerra Civil en 39 episodios, Ariel;
Paul Preston, La guerra civil espa?ola (gui¨®n e ilustraciones de Jos¨¦ Pablo Garc¨ªa), Debate.
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