La vida banal y sublime, seg¨²n Fischli y Weiss
El Museo Jumex brinda sus tres plantas a una memorable retrospectiva de la pareja suiza
?Deber¨ªa dejarlo todo e ir por el mundo como un mendigo?
?Me arrastrar¨¢n por el barro?
?Deber¨ªa cavar un agujero?
?Deber¨ªa prestarle menos atenci¨®n a mis preocupaciones?
?Deber¨ªa matar a mi cerdo?
?Qu¨¦ sucede cuando los mensajes secretos no se entienden?
?Deber¨ªa vivir en un bosque como un bandido?
?Por qu¨¦ no puedo dormir?
[Yo s¨ª puedo ¨Cdice un visitante].
[Hoy me despert¨¦ a las tres de la ma?ana ¨Cdice otra visitante].
Preguntas proyectadas con diapositivas sobre una pared en una sala a oscuras. El p¨²blico sentado de cara. Preguntas en espa?ol, en ingl¨¦s, en alem¨¢n, en italiano. Preguntas y reflexiones de una simplicidad entra?able. ?Mi coche me conoce? ?Viene la inquietud por su propia voluntad? ?Soy demasiado d¨¦bil?
?Existe el mundo incluso sin m¨ª?
Preguntas como si Descartes mantuviese una conversaci¨®n con un ni?o de cinco a?os que al mismo tiempo mantiene una conversaci¨®n con un cient¨ªfico que a su vez conversa con un humorista. ?Estoy obligado a imaginar el tiempo como un gusano? ?Deber¨ªa irme a la cama y dejar de producir constantemente algo?
?Deber¨ªa hacerme un pastel?
Hasta septiembre en el Museo Jumex, Ciudad de M¨¦xico. No se pierdan Peter Fischli y David Weiss: C¨®mo trabajar mejor, la primera retrospectiva de esta pareja de artistas suizos, expuesta primero en el Guggenheim de Nueva York y ahora en el museo mexicano dise?ado por David Chipperfield.
Pocas exposiciones a¨²nan tanta sensibilidad est¨¦tica con tanto sentido del humor y con una invitaci¨®n amistosa y sin pretensiones a la reflexi¨®n sobre uno mismo, sobre nosotros.
Lamentablemente, Weiss falleci¨® en 2012.
Su socio Fischli, con el que trabaj¨® desde los a?os ochenta, vino a M¨¦xico para hacer el montaje. Para organizar, por ejemplo, un mont¨®n de objetos del taller de Fischli y Weiss reproducidos en poliuretano.
[?Sab¨ªa escribir poliuretano antes de escribir esta rese?a?].
Parecen tan reales que le pregunto a la vigilante, una empleada de seguridad con labios rojos y una pulsera de San Judas Tadeo, si ninguno es real.
¡°No¡±, dice. ¡°Aunque los zapatos se me hac¨ªan tan naturales que le pregunt¨¦ a Peter [Fischli] si eran reales y ¨¦l me dej¨® tocarlos. Es todo poliuretano¡±.
De Fischli y Weiss, la nota de prensa de Jumex explica: ¡°En cierta medida, todo lo que produjeron juntos revela, de manera l¨²dica, lo que los artistas entend¨ªan como opuestos populares: trabajo versus esparcimiento, ficci¨®n versus realidad, kitsch versus belleza, y lo banal versus lo sublime¡±. Hablando de kitsch versus belleza, es muy atractivo el contraste entre la fachada del minimalista edificio de Chipperfield, una belleza geom¨¦trica, y la escultura dorada de (el-artista-vivo-m¨¢s-cotizado-del-mundo)?Jeff Koons?instalada en la explanada de entrada.
Subiendo de la planta dos a las tres, nos encontramos en las escaleras, proyectado contra una pared en grande, a un gatito bebiendo leche en loop. Su lengua sale una y otra vez, y toma leche, toma leche, toma leche mientras ascendemos a la tercera planta, o aparece de frente, el gatito, su lengua, la leche, en el caso de los que salen por el tit¨¢nico ascensor del Jumex, donde cabr¨ªa una manada de elefantes interesados en el mundo del arte contempor¨¢neo.
En la planta tres hay un v¨ªdeo maravilloso, El curso de las cosas. El domingo, d¨ªa de entrada gratis, la gente se arremolinaba para verlo, pasmada, encantada de estar mirando una cosa tan divertida y cautivadora. Un largu¨ªsimo efecto domin¨® causado por la acci¨®n, el contacto entre s¨ª de objetos y reacciones qu¨ªmicas, en el que las cosas, un neum¨¢tico, un recipiente, un globo de agua, el sinf¨ªn de cosas que se concatenan, un l¨ªquido inflamable, una superficie de espuma, se comportan como individuos: corren, se trastabillan, toman decisiones, esperan, padecen, se propagan, se caen, fraguan, tocan, se mueven, se extienden, cubren, bajan, tiran, se hunden, salen disparados, chocan, bordean, se dispersan, suman, se mantienen, resbalan, oscilan, rozan, se rompen, se encienden, hierven, se hinchan, se dirigen a¨C, aplastan a¨C, reciben, engordan, ruedan y fluyen.
El Curso de las cosas es el de la vida. Lo parec¨ªan reconocer el se?or que no pod¨ªa dejar de re¨ªrse y otro que observaba con escrupulosidad de ingeniero mec¨¢nico.
En la misma sala hay fotos de montajes con objetos como?El Sr. y la Sra. Pera con su nuevo perro, protagonizado por un martillo, un guante y una pera, o Una tarde tranquila, que re¨²ne a un calabac¨ªn, a una zanahoria y a un rallador de verdura.
Presten atenci¨®n, cuando los vean, dormidos en una esquina sin llamar la atenci¨®n, a Rata y Oso, dos mu?ecos que eran los alter ego de Peter Fischli y David Weiss. Si se acercan, sin incordiarles, ver¨¢n que est¨¢n vivos.
?Respiran!, exclam¨® el domingo una visitante, feliz de escuchar los ronquidos de Rata y Oso, sus barrigas de peluche subiendo y bajando casi imperceptiblemente en una siesta armoniosa sobre una manta arrugada.
Una de las tres salas de Jumex, todas dedicadas a la retrospectiva, acoge De pronto este panorama,?una serie de peque?as esculturas de barro con una leyenda que nombra a cada una. Figuritas simples que representan hitos como el momento en que los padres de Einstein se pusieron a dormir justo tras haber concebido a su futuro genio; el alegre caminar de Mick Jagger y Brian Jones por la calle despu¨¦s de haber compuesto I Can¡¯t Get No Satisfaction;?la soledad del ¨²ltimo dinosaurio sobre la faz de la Tierra; o ese instante en el que el psicoanalista franc¨¦s?Lacan, siendo beb¨¦, se vio por primera vez en el espejo.
Mejor que las miren bien, las figuritas, porque no dejan entrar con tel¨¦fono.
Abajo, junto a la cafeter¨ªa del museo, un v¨ªdeo de 1981 de Rata y Oso llamado La m¨ªnima resistencia. Es en Los ?ngeles. Sentados, mirando una puesta de sol, Oso le dice a Rata: "Odio el caos de este mundo". Magistrales, Fischli y Weiss.
Peter Fischli y David Weiss. C¨®mo trabajar mejor. Hasta el 4 de septiembre en el Museo Jumex de Ciudad de M¨¦xico. Entrada gratuita los domingos.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.