Desechos realistas
La exposici¨®n del Pompidou de M¨¢laga se limita a exhibir en provincias los fondos de armario de la matriz
Cuenta Caro Baroja en M¨¢laga vista por los ingleses que la primera impresi¨®n que el viajero Joseph Townsend tuvo, a su llegada a M¨¢laga en 1787, fue la de una ciudad ¡°sucia en grado proverbial¡±. Hoy, el turista que tenga a bien descender del crucero todo incluido en su escala en el puerto malague?o se dar¨¢ pr¨¢cticamente de bruces con una exposici¨®n en la que predomina la presencia de objetos de desecho, de sobras, de despojos, de residuos y trastos. El nuevo realismo se muestra en el edificio que desde marzo de 2015 ocupa la primera delegaci¨®n hors de Francia del Centre National d¡¯Art et de Culture Georges-Pompidou.
La muestra no ofrece un relato m¨¢s all¨¢ del name dropping; es una museograf¨ªa devota del escaparatismo y la vitrina
El Centre Pompidou, inaugurado en 1977, se construy¨® en el centro de Par¨ªs, en el Plateau Beaubourg, en lo que en los a?os sesenta era un te?rrain vague, un inmenso solar, propicio para el plan,¨¤ la Haussman, de revalorizaci¨®n especulativa de la zona, que incluy¨® la demolici¨®n del hist¨®rico mercado de Les Halles ¡ªel viejo ¡°vientre de Par¨ªs¡±¡ª. En el Plateau Beaubourg, aparcamiento de los camiones que abastec¨ªan al mercado, se amontonaban y destru¨ªan las cajas desechadas y los embalajes usados para el transporte de alimentos. Basura en el centro de la ciudad. Cajones, botellas vac¨ªas, cart¨®n, hierro oxidado, restos de comida, papeles de peri¨®dico, carteles rotos formaron el l¨¦xico de base de la estrategia de apropiaci¨®n del universo urbano e industrial por parte de lo que luego se conocer¨ªan bajo la marca de Nouveau R¨¦alisme. El cr¨ªtico Pierre Restany acu?¨® el t¨¦rmino en 1960 para etiquetar la actividad de una serie de artistas (Arman, Cesar, D?frene, Yves Klein, Spoerri, Tinguely, Raymond Hains, Villegl¨¦, Niki de Saint Phalle¡) que trabajar¨ªan ¡ªrenegando de la ya entonces vacua grandeur de los dinosaurios del arte de su tiempo¡ª rompiendo y rasgando, pegando y despegando, ensamblando, quemando o comprimiendo unos materiales que ahora vemos doblegados a un ¨²ltimo reajuste por exigencias de su exhibici¨®n museal en tan peculiar endroit.
El Pompidou de M¨¢laga se ubica en un antiguo muelle transformado (igual que en otros puertos, progresivamente reconvertidos a la disneylandizaci¨®n neoliberal, desde Barcelona a Buenos Aires, S¨ªdney o Valpara¨ªso) en centro comercial. Un sea shopping lo llaman los folletos, con sus franquicias de ocio, moda y restauraci¨®n. El propio edificio que acoge ahora al Pompidou estuvo en un principio destinado ¡ªy lo intent¨® por dos veces, en 2010 y en 2013, contando con los avales del Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria¡ª a albergar un Carrefour. Que esto finalmente no fuera as¨ª no implica que las cajas, los cartones, los desechos est¨¦n por completo ausentes de la zona. Al contrario, adem¨¢s de en las peanas y las vitrinas, se amontonan en los contenedores, con frecuencia desbordados, en la puerta trasera de las tiendas y de los restaurantes.
La ciudad est¨¢ inmersa en una crisis provocada por la brusca conversi¨®n del centro hist¨®rico a la industria tur¨ªstica: los establecimientos hosteleros han crecido de modo exponencial, lo que conlleva una generaci¨®n tal de basura que hubiera pasmado tanto a los viajeros rom¨¢nticos como a los nouveau realistes. No hay en el mundo museos para tanto ready made.
La profusi¨®n de desechos producida por la sociedad de consumo a mediados del siglo XX no se parece ni por asomo a la de hoy d¨ªa, y si llam¨® la atenci¨®n de los artistas de la ¨¦poca fue precisamente por la contradicci¨®n que representaba con respecto al discurso higienista del progreso: la basura masiva se revelaba como una de las caras sucias del desarrollismo. El subversivo gesto duchampiano, redimido de su negatividad por los nuevos realistas, incorporado como un recurso m¨¢s al repertorio del arte contempor¨¢neo, se ha cargado con el tiempo de la melancol¨ªa de un estribillo convertido en un tr¨¢mite formal, en una mueca acad¨¦mica en manos del cinismo de cualquier afectado ¡°creador¡± que recoge del suelo la en¨¦sima lata abollada y la eleva, como una sagrada forma, y a?adi¨¦ndole seis ceros, al altar del museo.
La exposici¨®n ¡ªsi no se hubiera limitado a exhibir en provincias los fondos de armario de la colecci¨®n de la casa matriz; si se hubiera atrevido a un relato curatorial m¨¢s all¨¢ del name dropping; y con una museograf¨ªa menos devota del escaparatismo y la vitrina¡ª podr¨ªa haber representado una ocasi¨®n id¨®nea para una relectura cr¨ªtica de la genealog¨ªa de unas maneras que, reducidas en la actualidad a una f¨®rmula banal, se propon¨ªan nada menos que salvar la distancia, la herida que separa el arte de la vida.
El nuevo realismo. Centre Pompidou. M¨¢laga. Hasta el 25 de septiembre.
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