Agridulce
La mayor ventaja de 'Schitt$ Creek' es, probablemente, la distancia que mantiene con cualquier atisbo de una moralidad inoportuna
Schitt$ Creek es una de esas comedias televisivas que te dejan un sabor agridulce, una mezcla de di¨¢logos divertidos inmersos en un guion reiterativo, alargado en exceso. La segunda temporada se puede ver completa en Movistar +. La trama es ya un cl¨¢sico del cine y la televisi¨®n: una familia rica y ostent¨®rea se ve abocada por una serie de desastres financieros a vivir en un peque?o pueblo en el que la sencilla ordinariez es la reina de la casa. Bienvenidos al Norte, al Sur, al Este o al Oeste, da igual: en todas partes se a?ora lo perdido.
La mayor ventaja de esta producci¨®n canadiense es, probablemente, la distancia que mantiene con cualquier atisbo de una moralidad inoportuna. Hijo bisexual, hija pija, madre que se niega a perder el glamour de su etapa de actriz de telenovela y padre empresario triunfador al que su contable le ha estafado, sobreviven en un motel de mala muerte. Observan a los nuevos vecinos con displicente mirada entomol¨®gica hasta que, paulatinamente, van comprendiendo que los insectos son ellos.
Y es en esa evoluci¨®n en donde surgen las situaciones m¨¢s graciosas y los di¨¢logos m¨¢s divertidos, siempre dentro de un orden pol¨ªticamente correcto. Los trabajos eventuales, los amor¨ªos de un par de noches de verano, el choque de gustos entre lo sofisticado y lo recio, la vulgaridad de la pol¨ªtica local, Schitt's Creek recrea un peque?o fresco perfectamente trasladable a estos pagos en el que los trabajos eventuales superan siempre el 90% de los nuevos empleos y sobran empresarios que se despe?an por el abismo de la quiebra por m¨¦ritos propios o ajenos. Hablar de la vulgaridad de la pol¨ªtica ser¨ªa una redundancia.
Menci¨®n aparte es el estilismo de dos de los protagonistas, la madre (una estupenda Catherine O'Hara) y el hijo (un muy correcto Daniel Levy). Para que se hagan una idea se puede afirmar que las chaquetas de Jack Nicholson en El honor de los Prizzi son un canto a la sobriedad.
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