Los nombres del fuego
Hay d¨ªas en que las palabras se tropiezan, as¨ª, sin m¨¢s. D¨ªas en que no fluyen los verbos. Quiz¨¢ porque no tengo nada que contar
¡°A veces me gustar¨ªa que mis padres entendieran que el silencio no es malo. Ni bueno. Ni todo lo contrario¡ El silencio es solo silencio. Nada m¨¢s. Y lo necesito en d¨ªas como hoy. Porque no acabo de sentirme bien. Ni mal. Porque en tardes as¨ª prefiero dejar que suene una y otra vez la misma canci¨®n, como si no existiera otra posibilidad que quedarse encerrada en sus versos. En su melod¨ªa. La de hoy es Black Balloon, de The Kills. Me gusta perderme en su estribillo, en esa repetici¨®n continua que tiene algo de mi propia obsesi¨®n. On the edge of a dream that you have. Has anybody ever told you it¡¯s not coming true? Hasta hace un a?o no hab¨ªa dudado de que los sue?os siempre acababan siendo realidad. Hasta que algo llega y te los rompe. It¡¯s not coming true¡ Entonces los sue?os ya no vuelven al sitio en el que estaban. No se pueden pegar los pedazos. El espejo se rompe y no vuelve a ser espejo nunca m¨¢s.
He intentado escribir algo en mi blog. Pero no me sale nada que merezca la pena. Hay d¨ªas en que las palabras se tropiezan, as¨ª, sin m¨¢s. D¨ªas en que no fluyen los verbos. Quiz¨¢ porque no tengo nada que contar¡ O porque para hacerlo tendr¨ªa que hablar de zonas de m¨ª que ahora mismo no me apetece desnudar. Eso es lo malo de esta vocaci¨®n est¨²pida de la escritura, que exige ejercicios de sinceridad que duelen demasiado. Porque no se puede escribir desde la mentira. Ni desde la hipocres¨ªa¡ O s¨ª. S¨ª que se puede. Se puede usar una m¨¢scara y que todo lo que salga suene falso. Rid¨ªculo. Pero eso no es literatura. Ni siquiera cuando se publica. Eso no tiene nada que ver con los libros que a m¨ª me gusta leer. Ni con los que aspiro a escribir. Ni con los que nos pasamos Marina, Nico y yo.
Somos tres raros, dice mi madre. Y lo mismo piensa la mayor¨ªa de nuestros compa?eros, que est¨¢n convencidos de que solo vamos de culturetas para llamar la atenci¨®n. Ser¨¢ que ellos tienen raz¨®n, que somos raros. Pero estoy convencida de que la ¨²nica realidad que merece la pena es la que se dibuja desde la diferencia. La identidad que no se disfraza bajo m¨¢scaras y miedos como los que Nico ve en Hugo. Como los que yo intu¨ª en Ra¨²l. Estoy segura de que ellos dos son de los que prefieren no salirse de lo normal. Qu¨¦ mierda de palabra. Normal. Como si alguien lo fuera. Como si la normalidad tuviera nada que ver con nada. Por eso nosotros estamos decididos a no serlo nunca y a vivir como nos d¨¦ la gana. Hemos decidido ser eternos, aunque ellos no lo sepan, porque si se lo dij¨¦semos nos responder¨ªan que no es normal. Y claro, no lo es. Pero me da lo mismo. No pienso vivir para ser lo que los dem¨¢s quieren que sea¡±.
Fragmento de Los nombres del fuego, de Fernando J. L¨®pez. M¨¢s de 14 a?os. Editado por Loqueleo, sello infantil de Santillana. M¨¢s lecturas en loqueleo.com
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