La ¡®chanson¡¯ de amor y anarqu¨ªa de L¨¦o Ferr¨¦ cumple un siglo
El artista, uno de los grandes exponentes de la canci¨®n francesa naci¨® hoy hace cien a?os. Con ¨¦l, el g¨¦nero alcanz¨® su m¨¢xima proyecci¨®n po¨¦tica y musical
La vida de L¨¦o Ferr¨¦ (1916-1993), de cuyo nacimiento se cumple un siglo este mi¨¦rcoles, est¨¢ se?alada por algunas paradojas. El destino quiso que al autor de Ni Dieu ni ma?tre (ni dios, ni amo) la muerte le sobreviniera el d¨ªa de la fiesta nacional francesa, un 14 de julio de 1993, en el paisaje de la Toscana italiana donde se hab¨ªa refugiado hac¨ªa a?os. Y su nacimiento tuvo lugar en un escenario de opereta, el Principado de M¨®naco, donde su padre trabaja como director de personal de la Societ¨¦ de Bains de Mer, que controlaba el casino y otros negocios del pa¨ªs.
En una Europa que se desangraba, Ferr¨¦ creci¨® en un ambiente familiar marcado por la ra¨ªz italiana de su madre y la presencia del mar. Como escribe en la presentaci¨®n del libro Chansons des quatre saisons (Seghers, 1967) de su amigo y colaborador, Jean-Roger Caussimon, ¡°las primeras im¨¢genes de la infancia son el cine de nuestra vida¡±. En la suya, el mar es un paisaje ¨ªntimo y familiar; despu¨¦s, creativo. El Mediterr¨¢neo, primero, y m¨¢s tarde el Atl¨¢ntico fueron fundamentales en su trabajo, como lo ser¨ªa el paisaje de la Breta?a se?alado por esa obra maestra, La Mem¨°ire et la mer, piedra de toque para todo practicante del oficio de cantautor.
Las primeras canciones de su autor¨ªa merecen la atenci¨®n del ¡°patriarca¡± de la chanson, Charles Trenet, aunque desaprueba su voz. Mucho m¨¢s favorable fue el juicio de ?dith Piaf que grab¨® uno de sus temas, Les amants de Paris.
En aquella capital en posguerra de postal existencialista, Ferr¨¦ recorri¨® sin ¨¦xito el itinerario de todo cantante rive gauche. Actuaba en cabarets como Boeuf sur le toit o Milord l¡¯Arsouille. Gracias a Catherine Sauvage, una especie de alma gemela, sus canciones comenzaron a llegar al p¨²blico. Y entre ellas, Paris Canaille, rechazada por Yves Montand, que acabar¨ªa convirti¨¦ndose en himno en la voz de Juliette Gr¨¦co.
En la canci¨®n francesa de posguerra, Brassens y Ferr¨¦ encarnaron a los dos grandes ¡°anarquistas¡± de la chanson. Mientras el primero destilaba una especie de serenidad en su ideario, Ferr¨¦ destac¨® por su canto col¨¦rico y lleno de rabia. Represent¨® el artista comprometido que cantaba para los exiliados republicanos espa?oles o participaba en conciertos a favor de la Federaci¨®n Anarquista. Su compromiso con lucha antifranquista qued¨® reflejado en canciones como Franco la muerte, a ra¨ªz de la ejecuci¨®n?del dirigente del PCE Julian Grimau.
En 1990, Ferr¨¦ public¨® su ¨²ltimo ¨¢lbum, Les vieux copains. Atr¨¢s dejaba una obra musical y po¨¦tica que liber¨® a la canci¨®n de su cors¨¦ de tres minutos. Mezcl¨® con maestr¨ªa poes¨ªa y argot; populariz¨® las voces de poetas como Baudelaire, Verlaine, Rimbaud o Aragon y colabor¨® con grupos de rock o formaciones orquestales.
Contestaci¨®n de izquierdas
Su trayectoria musical y art¨ªstica no estuvo exenta de pol¨¦micas, como cuando algunos de sus conciertos sufrieron la ¡°contestaci¨®n¡± de grupos de la extrema izquierda que lo acusaron de aburguesamiento en la resaca del Mayo del 68. Su vida tambi¨¦n se vio envuelta en la tragedia. Su primera mujer, Madeleine Rabereau orden¨®, acosada por una fuerte depresi¨®n (ocasionada por la partida de Ferr¨¦ con su nuevo amor, Marie-Christine) la muerte de todos los animales que habitaban en su residencia de Pedrigal, entre ellos, una chimpanc¨¦ llamada Pep¨¦e, que el matrimonio hab¨ªa criado como a una hija. Unos d¨ªas despu¨¦s de la tragedia, en un hotel de la ciudad escribe Pep¨¦e, una de sus m¨¢s bellas y desesperadas canciones. D¨¦cadas despu¨¦s, Annie Butor, la hija adoptiva de Ferr¨¦, rememor¨® aquellos d¨ªas en su libro de memorias, Comme voulez-vous que j'oublie (Ph¨¦bus Editions), donde quedaba revelada la cara m¨¢s sombr¨ªa y caprichosa del m¨²sico.
A un siglo de su nacimiento, la herencia Ferr¨¦, mezcla indestructible de ¡°amor y anarqu¨ªa¡± como el t¨ªtulo de uno de sus m¨¢s bellos ¨¢lbumes, es reivindicada por las nuevas generaciones de cantantes franceses. Canciones como C¡¯est extra o Avec le temps se han convertido en cl¨¢sicos compartidos por artistas tan diversos como Dalida, Alain Bashung o Jane Birkin. Hasta un Serge Gainsbourg lo se?al¨®: ¡°Gracias a L¨¦o Ferr¨¦ y Boris Vian entend¨ª que se pod¨ªan decir muchas cosas en unas pocas estrofas¡±.
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