La mejor forma de vaciar las plazas
Ponce, Juli y L¨®pez Sim¨®n se estrellan con una descastada corrida de Domingo Hern¨¢ndez, la ganader¨ªa por la que se pegan las figuras
Llegaron las figuras y con ellos el medio toro. La presencia justita y el interior vac¨ªo. Lo suficiente para que unos por delante y otros por detr¨¢s sirvieran para que no se protestase la presencia de los de Domingo Hern¨¢ndez.
Hern¨¢ndez / Ponce, Juli y Sim¨®n
Seis toros de Domingo Hern¨¢ndez, pobres de presentaci¨®n, completamente descastados y con poca fuerza.
Enrique Ponce: estocada (oreja). Dos pinchazos y estocada (silencio tras aviso).
El Juli: estocada y cuatro descabellos (silencio). Estocada casi entera y dos descabellos (saludos).
L¨®pez Sim¨®n: dos pinchazos y descabello (silencio tras aviso). Estocada (saludos tras aviso).
Plaza de Bilbao. 23 de agosto. Cuarta de las Corridas Generales. Casi tres cuartos de plaza.
Por fuera ten¨ªan lo justo, pero por dentro, nada. Ninguna casta, desrazados y sin las fuerzas necesarias para ofrecer batalla. Tomando prestada la frase de mi compa?ero de localidad: ¡°Para torear hace falta una fiera semisalvaje que ataque y acometa en su embestida¡±. As¨ª que toreo no pudo haber porque no hubo fieras.
Y este tipo de animal es el que piden las figuras actuales; el Juli mata la camada entera de este hierro y as¨ª se van vaciando las plazas sin remedio. Muletazos, postureo y hasta trofeos, pero emoci¨®n no hubo ninguna. Aquel sentimiento que arrebata al espectador y le hace sentir que ha vivido un espect¨¢culo ¨²nico... de eso, nada. ?C¨®mo se puede venir una ¨²nica tarde a Bilbao y hacerlo con esta corrida?
Los toreros no se dan por enterados. Ponce brind¨® al p¨²blico el inv¨¢lido cuarto. El toro ya estaba muerto para ese momento, se manten¨ªa en pie pero era un muerto en vida que no pod¨ªa atacar sino acompa?ar apenas los muletazos de enfermero del diestro valenciano. Lo digno habr¨ªa sido abreviar ante un animal que debi¨® ser devuelto por su falta de fuerza, pero Ponce lo brind¨® y prolong¨® su trasteo hasta escuchar un aviso. Lo bueno si breve¡ pues insulso, malo y largo.
En su primero hab¨ªa cortado una oreja bondadosa, por una elegante faena, aseada y sin apreturas.
Peor fue lo de El Juli, empe?ado en aparentar que sus dos toros parecieran alima?as. No fueron lo d¨®ciles que acostumbran a mostrarse, pero con la poquita casta que ten¨ªan no se com¨ªan a nadie. Pasaban tan pocas cosas que en el quinto hasta cambiaron de tercio con un solo puyazo. Como para no despistarse... El madrile?o siempre estuvo perfilero, toreando hacia afuera y qued¨¢ndose descubierto en multitud de ocasiones. Con todo, le hicieron saludar al final de su actuaci¨®n.
L¨®pez Sim¨®n, el joven que deb¨ªa apretar a las figuras seg¨²n reza el esp¨ªritu de los carteles de Bilbao de este a?o, tampoco dijo nada. Igual que Ponce y Juli, brind¨® ¡ªentre una fuerte divisi¨®n de opiniones¡ª su primero a Juan Carlos I, presente por primera vez en la historia de esta plaza. El em¨¦rito monarca estuvo acompa?ado por su hija la infanta Elena en uno de los palcos de sombra.
El diestro de Barajas se estrell¨® con un soso primero, en el que estuvo desdibujado y fue tropezado en exceso. En el sexto, no pas¨® de ligar algunos muletazos con un desarme que ech¨® por tierra cualquier esperanza. Y volvieron a sonar las palmas.
Aplaudir es gratis pero cuando haya que abrir de nuevo la cartera para volver a los toros m¨¢s de uno se lo pensar¨¢. Estas corridas sin toros y sin emoci¨®n es la mejor forma de echar a la gente de las plazas. Y lo malo es que se repiten a diario por toda la geograf¨ªa; la de Bilbao fue una m¨¢s, pero en un sitio de los importantes.
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