Las flores y los paisajes de Georgia O¡¯Keeffe acampan en el T¨¢mesis
La Tate Modern presenta la mayor retrospectiva de la pintora fuera de Estados Unidos
¡°Los hombres me catalogan como la mejor mujer pintora... Yo creo que sencillamente estoy entre los mejores pintores¡±, reivindicaba en vida Georgia O'Keeffe (1887-1986) frente a etiquetas de g¨¦nero que sent¨ªa como un constre?imiento. La Tate Modern londinense le toma la palabra estrenando su renovada fisonom¨ªa a orillas del T¨¢mesis con la mayor retrospectiva dedicada fuera de Estados Unidos a esta pionera e icono de la escena americana del modernismo. Desde sus famosas y cotizadas flores, hasta los paisajes agrestes de Nuevo M¨¦xico que inmortaliz¨® obsesivamente, la muestra subraya tanto una relectura de la obra de O'Keeffe como la vocaci¨®n misma del museo de mirar hacia el arte contempor¨¢neo sin cortapisas.
El cartel y gancho publicitario, que desde su apertura concita largas colas en una exposici¨®n de pago ¡ªaunque se trate de una galer¨ªa p¨²blica¡ª, cobra las formas de una blanca flor del estramonio por primera vez exhibida en Europa. Georgia O'Keeffe es la autora de la pintura de mayor cotizaci¨®n en subasta firmada hasta la fecha por una mujer, a raz¨®n de 44.4 millones de d¨®lares pagados hace dos a?os.
Algunas impresiones recogidas entre el p¨²blico de la Tate sobre ese cuadro estelar, o sobre los vulvos de lirios, orqu¨ªdeas y amapolas que O'Keeffe pint¨® despojados de toda referencia espacial, confirman a primera vista esa idea tan extendida de que la estadounidense quiso representar los genitales de la mujer a modo de vindicaci¨®n, abrazada luego por las feministas de los a?os setenta. Ella misma se esforz¨® en desmentir ese pretendido simbolismo sexual, pero ha podido m¨¢s la imaginer¨ªa explotada por su compa?ero de profesi¨®n y vida, Alfred Stieglitz, sobre la obra de esa artista nacida en el medio rural de Wisconsin que se form¨® para el arte en la escuela de Chicago.
Se cumplen ahora cien a?os de la primera exposici¨®n en la que la galer¨ªa neoyorquina de Stieglitz, pintor y sobre todo fot¨®grafo muy reconocido en la ¨¦poca, exhibi¨® el potencial de su protegida O'Keeffe, con quien acabo cas¨¢ndose. Las abstracciones que la artista plasma al carboncillo o sus dibujos de los rascacielos de Nueva York nos muestran al inicio del recorrido los primeros tanteos de una pintora muy influida por el c¨ªrculo de Stieglitz, un grupo de artistas que a comienzos del siglo XX encarnaron un nacionalismo cultural sobre el que asentar la Am¨¦rica moderna. Progresivamente desafecta de su mentor, que le llevaba m¨¢s de 23 a?os, las infidelidades del marido condujeron a O'Keeffe a largas estancias vacacionales en un territorio des¨¦rtico del sudoeste de EE UU, ese Nuevo M¨¦xico que acab¨® abrazando como su raz¨®n de ser.
El punto m¨¢s fuerte de la exposici¨®n pasa por los escenarios que la pintora retrat¨® con realismo fotogr¨¢fico desde el?Rancho Fantasma, adquirido cerca de Santa Fe como hogar definitivo tras quedar viuda. Por esas vistas desde el ventanal del Cerro Pedernal culminado en una meseta, que protagoniza tantos de sus cuadros; por la luz cegadora del sol reflejada en el desierto o las t¨ªpicas casitas de adobe que se identifican con las tradiciones india e hispana de la zona. Por las hojas, las piedras o las series dedicadas a las osamentas de animales halladas durante sus acampadas en un territorio de tonos encendidos que escrut¨® al mil¨ªmetro.
La retrospectiva de la Tate ¡ªhasta el 30 de octubre¡ª supone una oportunidad ¨²nica de recorrer la evoluci¨®n de la obra de Georgia O'Keeffe a lo largo de sus seis d¨¦cadas m¨¢s productivas, con la exhibici¨®n de muchas obras que nunca antes hab¨ªan salido de EE UU. El despliegue nos habla de una artista multifac¨¦tica cuya t¨¦cnica y estilo le merecen la condici¨®n de generadora del modernismo estadounidense, que explor¨® su relaci¨®n con la fotograf¨ªa, la m¨²sica y los paisajes de Nuevo M¨¦xico en busca de un lenguaje visual propio.
La pintora muri¨® a los 98 a?os en Santa Fe, una ciudad de solo 70.000 habitantes pero que, trufada de galer¨ªas, representa el tercer mercado del arte en Estados Unidos. El territorio que la enmarca es conocido hoy como O'Keeffe Country, en homenaje a una artista que en su d¨ªa dijo haber encontrado en estos parajes naturales del oeste a ¡°mi pa¨ªs¡±.
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