La vida way¨²u, en 14 im¨¢genes
Una exposici¨®n muestra los pormenores de la supervivencia de estos ind¨ªgenas en La Guajira (Colombia)
En la imagen, un ni?o de etnia way¨²u sujeta un gallo entre sus brazos, ambos miran f¨ªjamente a la c¨¢mara. En otra, una hilera de cactus sirve de tendedero a un sujetador blanco de talla grande. Son recortes de la realidad de los poblados way¨²u que habitan la pen¨ªnsula de La Guajira, al norte de Colombia, que la fot¨®grafa Magdalena Correa (Santiago de Chile, 1968) expone en la Casa de Am¨¦rica en Madrid (hasta el 26 de octubre).
¡°Excepto mi ¨²ltimo proyecto, que fue sobre el lujo en Kuwait, mi trabajo se ha centrado en terrenos inh¨®spitos. Y siempre me pregunto: ¡®?Por qu¨¦ siguen viviendo ah¨ª?¡±. La muestra cuenta con 14 de unas 2.000 fotograf¨ªas, tomadas en tres semanas de estancia all¨ª y?con un estilo propio que evita revelar toda la escena.
En este territorio, dividido entre Colombia y Venezuela ¡ªla disputa entre ambos pa¨ªses por la frontera es continua por la riqueza que se presume hay en el subsuelo¡ª, la sequ¨ªa y el hambre amenazan a estos ind¨ªgenas americanos. Alrededor de 400.000 way¨²us viven en una pen¨ªnsula en la que las temperaturas oscilan entre los 35 y 42 grados los 365 d¨ªas del a?o. El agua es un bien muy escaso. ¡°El municipio de Manaure solo desala un 95% del agua, el 5% restante se toma salada, de ah¨ª que la poblaci¨®n padece recurrentemente dolencias estomacales¡±, explica Correa. Son ciudadanos de frontera y uno de los ¨²ltimos episodios que algunos de ellos se han visto abocados a protagonizar es el del contrabando de gas¨®leo a ra¨ªz de la crisis venezolana.
Seg¨²n el Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica de Colombia (DANE), 4.151 ni?os murieron entre 2008 y 2013 en La Guajira: 278 por desnutrici¨®n, 2.671 por enfermedades que pudieron haberse tratado y 1.202 porque no alcanzaron a nacer.?Una crisis humanitaria sobrevuela la zona ¡ªel documental El r¨ªo que se robaron del periodista colombiano Gonzalo Guill¨¦n sirvi¨® de prueba ante la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos para que ordenara la protecci¨®n de los way¨²u¡ª. Pero a pesar de ello, Correa asegura que nunca hab¨ªa visto ¡°a gente tan alegre y creativa¡±.
Los way¨²us son tambi¨¦n conocidos por trabajar la lana, para hacer bolsos, hamacas y otros objetos de muy diversos colores y figuras geom¨¦tricas. Los intermediarios entre ellos y los compradores finales son los verdaderos beneficiarios de la artesan¨ªa: ¡°Se les paga una miseria por la lana: 100 d¨®lares por una hamaca, que tres semanas despu¨¦s vender¨¢n a 3.000¡±, constata Correa.
Af¨¢n por conocer
La fot¨®grafa chilena ha viajado a lugares aislados como la regi¨®n de Ays¨¦n y al desierto de Atacama, en Chile, al Territorio Ant¨¢rtico Chileno o a La Rinconada, en Per¨². Su af¨¢n por descubrir y mostrar al mundo las condiciones de vida de los m¨¢s desfavorecidos viene desde que era una ni?a, cuenta. ¡°Nac¨ª en el seno de una familia acomodada, en Santiago de Chile, que es muy cerrada, est¨¢ en un valle, rodeada de monta?as, y cuando ten¨ªa unos 12 a?os, me dije que era mi obligaci¨®n saber c¨®mo viv¨ªan otras personas¡±.
A los way¨²u los descubri¨® por la extracci¨®n ¡°tan rudimentaria¡± que hac¨ªan de la sal. ¡°Me llam¨® la atenci¨®n que la recog¨ªan con palas. Luego me fij¨¦ en sus valores; por ejemplo, en su relaci¨®n de respeto con los animales¡±, apunta la fot¨®grafa. Las poblaciones de La Guajira que visit¨® viven fundamentalmente de la extracci¨®n de la sal y del trabajo en la mina de carb¨®n de Cerrej¨®n, que financi¨® parte del alojamiento a Correa. Otra parte vino de manos del Ministerio de Exteriores chileno. Pero no podr¨ªa haber completado el periplo sin la ayuda de su gu¨ªa, Paola Forero, historiadora que ¡°vive con los way¨²u, los conoce, los ayuda¡±. Ella la introdujo en la comunidad.
Aunque los buenos recuerdos afloran en la conversaci¨®n, las duras an¨¦cdotas siempre est¨¢n presentes. En la chabola donde fotografi¨® un sujetador blanco de talla grande no hab¨ªa agua, recuerda la chilena. ¡°Las mujeres estaban sac¨¢ndole los piojos a los ni?os¡±.?
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