Bruce Springsteen cuenta la Am¨¦rica de mono azul
La historia de Freehold, la ciudad natal del cantante, en Nueva Jersey, aflora en las memorias del cantante. La incertidumbre del obrero estadounidense alimenta a Donald Trump.
En las canciones de Bruce Springsteen, Nueva Jersey es a menudo un sitio del que huir, el suburbio del imperial Nueva York. Su pueblo, Freehold, un lugar bronco y po¨¦tico, donde tomar un coche, recoger a la chica y largarse. Pero dice la hermana Pat, jefa de estudios del colegio cat¨®lico donde estudi¨®, St. Rose de Lima, que por aquella ¨¦poca todos los j¨®venes quer¨ªan marcharse. ¡°Era los 60 y los 70, todos los chicos de entonces dec¨ªan que quer¨ªan escapar, fue la ¨¦poca en la que empezaban a producirse grandes cambios en todo el pa¨ªs¡ Bruce sigue muy ligado a este pueblo, y a Nueva Jersey, al fin y al cabo sigue viviendo en este Estado¡±, explica la religiosa, sentada un pasillo de la escuela, mientras los chavales salen veloces y desordenados, como si tambi¨¦n escapasen. Es la hora del almuerzo.
Tiene raz¨®n la hermana Pat en eso del v¨ªnculo. Para presentar esta semana su autobiograf¨ªa, Born to run, Bruce escogi¨® precisamente Freehold, el sitio en el que naci¨® hace 67 a?os, cuando era un peque?o pueblo de rednecks (cuellos rojos, en espa?ol), la expresi¨®n que habla de los blancos que trabajan al sol.
Las memorias de Springsteen son las de sus canciones: un rastreo por la Am¨¦rica del mono azul, de las familias trabajadoras que a partir de los 60 empezaron a ver desaparecer sus empleos en las f¨¢bricas. Son tambi¨¦n el relato que ha abonado el trumpismo en el obrero blanco americano (aunque Bruce ha bramado contra Trump).
¡°Desde que cerr¨® la planta de alfombras Rug Mill aqu¨ª cerca, viene menos gente al restaurante, antes, los d¨ªas laborables, esta calle y este sitio estaban mucho m¨¢s llenos¡±, cuenta Lorraine, la camarera del Federici, un restaurante familiar que lleva m¨¢s de 70 a?os abierto. El local conserva un aspecto a?ejo, la carta de cocina italoamericana incluye unos fabulosos bocadillos de alb¨®ndigas con tomate y unas fotos en la pared demuestran que el artista sigue almorzando all¨ª cuando pasa por el pueblo.
En sus momentos de m¨¢ximo esplendor, los a?os 30, la f¨¢brica de Rug Mill lleg¨® a tener 1.700 trabajadores y era el punto de gravedad de la econom¨ªa de toda la zona. Springsteen padre trabaj¨® en ella durante un tiempo y el propio Bruce evoca su cierre en My hometown: ¡°Ahora en Main Street hay escaparates blanqueados y tiendas cerradas, parece que ya nadie quiere venir aqu¨ª, est¨¢n cerrando la planta textil al otro lado de las v¨ªas de tren. El capataz dice que ¡®estos empleos, chicos, se est¨¢n yendo y no van a volver a vuestra ciudad¡±.
Tres d¨¦cadas despu¨¦s, de los cierres de las f¨¢bricas, de la fuga de empleo a pa¨ªses de mano de obra barata, se habla mucho en la campa?a presidencial. Rug Mill dej¨® de producir en los 60 y el solar se convirti¨® en una zona de viviendas. Main Street, es decir, la Calle Mayor, no transmite la desolaci¨®n de esos versos, pero la ristra de peque?os comercios que la pueblan apenas tienen movimiento el ¨²ltimo jueves de septiembre, lluvioso y oto?al.
All¨ª est¨¢, entre otros, el Federici donde trabaja Lorraine, que tiene 50 a?os y, como buena vecina de Freehold, conoce las canciones que hablan de su pueblo, que hablan de todos ellos. La crisis de la clase media le suena familiar, que el enfado social derive en la ascensi¨®n de Donald Trump, no tanto. Al menos, en lo que a ese trozo de Nueva Jersey se refiere: ¡°Mucha gente de aqu¨ª no est¨¢ contenta, mucha, pero no est¨¢n con Trump, ni con Hillary Clinton, no est¨¢n con nadie¡±, dice. En el Estado de Nueva Jersey, las encuestas dan por vencedora a Clinton, pero ambos candidatos est¨¢n, a nivel nacional, en m¨ªnimos de popularidad entre los votantes, un buen s¨ªntoma de desafecci¨®n social.
La f¨¢brica textil de Rug Mill lleg¨® a tener 1.700 trabajadores y el cierre a¨²n pesa en el pueblo natal de Bruce
Pero el ambiente del Springsteen adolescente no era menos bronco. Descendiente de italianos e irlandeses, ten¨ªa amigos negros, pero raramente entraban en su casa; los adultos blancos y afroamericanos eran cordiales, pero distantes. El racismo en los 50 era algo tan interiorizado que excluir a un chaval negro en un juego no era extra?o. En los 60, aquellas tensiones estallaron en disturbios y violencia.
La herida racial de Estados Unidos no se ha cerrado a¨²n, pero Freehold es hoy una ciudad m¨¢s diversa, con mucha inmigraci¨®n latinoamericana. La primera parroquia a la que acud¨ªa la familia Springsteen, St. Rose de Lima, anuncia que las misas en espa?ol son los s¨¢bados a las 7 de la tarde y los domingos a las 11 y cuarto.
Al lado, donde se encuentra un amplio aparcamiento, se erigi¨® una vez el primer hogar del cantante, el desaparecido n¨²mero 87 de la calle Randolph. Es un barrio agradable y tranquilo de Freehold, formado por filas de casas cuidadas, con jardines, porches, mecedoras y lustrosas banderas de barras y estrellas. All¨ª, dice la canci¨®n, Bruce bes¨® y bebi¨® por primera vez. Tambi¨¦n quisieron patearle el trasero. Un pueblo m¨¢s Born in the USA.
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