Exhibici¨®n de Ponce en Zaragoza ante un toro noble y p¨²blico entusiasta
El diestro solo dio la vuelta al fallar con el estoque, y L¨®pez Sim¨®n cort¨® una generosa oreja
La aclamada faena, mal rematada con la espada, que Enrique Ponce le hizo a un toro premiado con la vuelta al ruedo, y la generosa y solitaria oreja concedida a L¨®pez Sim¨®n fueron las notas destacadas del cuarto festejo de la feria del Pilar de Zaragoza, ante un p¨²blico entusiasta y entregado de antemano.
Con casi lleno, se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados y de buenas y arm¨®nicas hechuras en su mayor¨ªa. Tres de ellos destacaron por su buen juego: segundo, tercero y especialmente el cuarto, ¡®Fabricante¡¯ de nombre y premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. El resto, de escasas fuerzas y raza.
Enrique Ponce: estocada ca¨ªda y dos descabellos (silencio); tres pinchazos y estocada trasera (vuelta al ruedo tras aviso).
Cayetano: dos pinchazos y estocada tendida atravesada (ovaci¨®n); dos pinchazos, estocada delantera y dos descabellos (silencio).
L¨®pez Sim¨®n: estocada tendida (oreja); estocada chalequera, pinchazo y media estocada trasera desprendida (silencio tras aviso).
Entre las cuadrillas, Joselito Rus y Alberto Zayas saludaron tras cuajar un soberbio tercio de banderillas con el segundo, al que pic¨® muy bien Luis Miguel Leiro.
La ovaci¨®n que recibieron las cuadrillas nada m¨¢s aparecer en el ruedo alert¨® de las ganas de fiesta del p¨²blico que, por primera vez, casi llen¨® la plaza en esta feria zaragozana.
La del 11 de octubre suele ser siempre una corrida triunfal, m¨¢s que nada porque, se anuncie quien se anuncie en el cartel, los asistentes a los tendidos suelen mostrar con una amplia generosidad su af¨¢n de divertirse a toda costa antes del d¨ªa grande de las fiestas.
Y la corrida de hoy, en cuanto a ambiente, no fue una excepci¨®n, aunque el resultado estad¨ªstico del festejo no acabara de reflejarlo en orejas cortadas. Y eso que, adem¨¢s, hubo tres toros de buen juego de Juan Pedro Domecq que propiciaron el ¨¦xito de los toreros.
El mejor fue el cuarto, un animal con volumen que, a pesar de que se doli¨® de salida de los cuartos traseros, destac¨® por su nobleza y profundidad gracias a la habilidosa t¨¦cnica de Enrique Ponce, y fue premiado con la vuelta al ruedo p¨®stuma.
En cambio, el veterano diestro valenciano se qued¨® sin trofeos contables porque fall¨® ¨²nicamente a la hora de la verdad, cuando pinch¨® hasta en tres ocasiones a un astado con el que hab¨ªa logrado entusiasmar al agradecido p¨²blico pilarista.
La faena de muleta de Ponce fue toda una exhibici¨®n de su ya dilatada tauromaquia, y apoyada siempre en su elaborada puesta en escena, aspecto que domina tanto o m¨¢s que el propio toreo.
Fue as¨ª, centrando siempre las miradas del p¨²blico en todo cuanto hizo con tan bravo toro, como el torero de Chiva estructur¨® una faena, en principio, poco exigente con las embestidas, pero que gan¨® en composici¨®n y gusto, as¨ª como en variedad, confiado por completo en la nobleza de su enemigo.
A lo largo del extenso trasteo de Ponce, que hab¨ªa quedado in¨¦dito con su inv¨¢lido primero, hubo lugar tanto para el toreo cl¨¢sico, aunque menos profundo de lo que permit¨ªa el toro, como para los golpes de efecto y el adorno vistoso, antes de que se dejara en la punta de la espada un triunfo sonoro.
De ese modo, pase¨® L¨®pez Sim¨®n del tercer toro la ¨²nica oreja concedida en toda la tarde y, adem¨¢s, con una excesiva generosidad, porque, m¨¢s animoso que templado, el madrile?o no lleg¨® a exprimir ni a abarcar por completo las entregadas embestidas de otro de los toros destacados de Domecq.
En cambio, al sexto, un hondo toro casta?o, s¨ª que lo embarc¨® y lo templ¨® Sim¨®n con m¨¢s criterio y autoridad, s¨®lo que el animal comenz¨® a desentenderse y a violentarse mediada una faena que ya intent¨® levantar sin ¨¦xito.
Tambi¨¦n Cayetano levant¨® clamores en su vuelta a Zaragoza despu¨¦s de muchas temporadas, y los busc¨® ya desde que recibi¨® a su primer toro con una gallarda larga a portagayola y unos lances tan decididos como embarullados.
Fue este un astado de bravo temperamento con el que el torero de dinast¨ªa puso toda la carne en el asador, aunque con desiguales resultados, pues tuvo tantos momentos lucidos como inoportunos desaciertos t¨¦cnicos, m¨¢s all¨¢ de que un p¨²blico, que valor¨® sobre todo su entrega, le jaleara igual unos que otros.
Como a Ponce, los fallos con la espada le impidieron a Cayetano ¡®tocar pelo¡¯ con el toro bueno de su lote, ya que el quinto se desfond¨® tras un simb¨®lico tercio de varas hasta afligirse por completo.
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