La escultura es un monstruo
Una exposici¨®n en el Musac pone en valor el legado del angloalem¨¢n Gustav Metzger, referente art¨ªstico del siglo XX y precursor de los movimientos medioambientales
El arte pol¨ªtico no es una invenci¨®n reciente ni una moda, como predican los que lo perciben como un ¡°estilo de ¨¦poca¡± dentro de la econom¨ªa moral de nuestro sistema cultural. Sus pr¨¢cticas recorren transversalmente el siglo XX en una dimensi¨®n objetual y performativa, desde las vanguardias rusas y el futurismo italiano hasta el largo periodo de posguerra, con el grupo Gutai, los happenings, el nouveau r¨¦alisme, Fluxus, el situacionismo, el accionismo vien¨¦s o las pr¨¢cticas feministas. Tambi¨¦n hubo lobos solitarios que llevaron el hilo de la revoluci¨®n social y art¨ªstica sin el m¨¢s m¨ªnimo pesta?eo. Gustav Metzger fue uno de ellos. Autor de los manifiestos Arte Autodestructivo (1959-1960) y Arte Autocreativo (1961), su activismo proyecta una larga sombra en la creaci¨®n m¨¢s radical de los ¨²ltimos 70 a?os. Autor de culto y precursor de los movimientos medioambientales y antinucleares, Metz?ger acaba de cumplir 90 a?os. El Musac le dedica una retrospectiva con sus trabajos m¨¢s representativos y en un momento en que pr¨¢cticamente todas las exposiciones en bienales y museos tienen como testimonios las obras de artistas que se?alan el imparable deterioro del planeta, o cuyas pr¨¢cticas neodad¨¢s critican el estatus del objeto art¨ªstico dentro de la instituci¨®n. En este sentido, se puede afirmar que esta primera revisi¨®n de su obra en Espa?a llega con bastante retraso.
Se entreg¨® al compromiso pol¨ªtico contra el capitalismo, la comercializaci¨®n del arte y la gentrificaci¨®n
Jud¨ªo alem¨¢n de origen polaco, Metz?ger naci¨® en N¨²remberg en 1926. La cuna de Durero y del poeta-zapatero Hans Sachs hab¨ªa sido el teatro preferido para celebrar los congresos del partido nazi. Si bien la persecuci¨®n a la poblaci¨®n jud¨ªa, la m¨¢s alta del Estado de Baviera, fue all¨ª mucho m¨¢s dram¨¢tica, tambi¨¦n su resistencia result¨® ejemplar y altamente organizada. Desde su inocencia infantil, Metzger observaba el paseo ascendente de las tropas del F¨¹hrer y muy pronto entendi¨® que el abrazo de la ideolog¨ªa totalitaria y de toda aquella cruel est¨¦tica conducir¨ªan a la destrucci¨®n de la dignidad humana. ¡°Ve¨ªa pasar justo delante de mi casa las marchas nazis. Y no hay ninguna duda de que una de las razones por las que me convert¨ª en artista es que viv¨ª esa extraordinaria y poderosa representaci¨®n del arte visual en el dise?o, la arquitectura, las experiencias con la luz¡±.
A los 12 a?os y gracias a su buena estrella, Metzger se escabull¨® de una muerte segura en los campos nazis. Se expatri¨® en Inglaterra y all¨ª vivi¨® pr¨¢cticamente toda su vida, hasta hoy, como una perca batalladora, siempre a contracorriente o creando la suya propia. Inspirado por los escritos de Le¨®n Trotski y Wilhelm Reich y atra¨ªdo por el carism¨¢tico pop ingl¨¦s de Eduardo Paolozzi y Richard Hamilton, se entreg¨® por completo al compromiso pol¨ªtico contra el capitalismo, la comercializaci¨®n del arte y la demolici¨®n y gentrificaci¨®n de los centros urbanos (fueron sorprendentes sus soluciones a los problemas de tr¨¢fico en las ciudades). Cant¨® la revuelta instintivamente, como un gorri¨®n, sin aprender una sola nota.
La muestra Actuar o perecer re¨²ne medio centenar de trabajos, la mayor¨ªa instalaciones de gran escala, tambi¨¦n sus fotograf¨ªas hist¨®ricas, sus primeras series de lienzos, pinturas al ¨¢cido, proyecciones psicod¨¦licas y experimentos con el motor de los autom¨®viles a pleno gas (sus conocidas maquetas con cochecitos de colecci¨®n); esculturas realizadas con medios digitales o con bolsas de basura ¡°encontradas¡±, y sus proyectos m¨¢s radicales, como su propuesta de ¡°huelga de artistas¡±.
Mucho del arte activista que hoy conocemos viene de escarbar en el legado de Metzger. La ¨²nica ¡ªy gran diferencia¡ª es que la obra del angloalem¨¢n siempre se mostr¨® liberada del embalaje institucional, de ah¨ª que la mayor parte de sus instalaciones y esculturas tengan una est¨¦tica de documento, residuo y abandono, y ¨¦sta es precisamente una de las debilidades de la retrospectiva: se exageran las posibilidades est¨¦ticas de las obras colocadas sobre una peana, agarrotadas en un marco o sencillamente desplegadas para seducir audiencias, cuando no fueron m¨¢s que militancia, protesta y acciones radicales en el espacio p¨²blico, algo que el propio artista describir¨ªa en el primer p¨¢rrafo de su manifiesto: ¡°El arte autodestructivo es ante todo una forma de arte pol¨ªtico y p¨²blico para las sociedades industriales¡±.
Una caracter¨ªstica seminal en sus obras, especialmente en las pinturas hechas con ¨¢cido, fue su car¨¢cter azaroso
Otra caracter¨ªstica seminal en sus obras, especialmente en las pinturas hechas con ¨¢cido, fue su car¨¢cter azaroso. ¡°Cuanto menos intervenga el artista en la obra, mejor¡±, advierte Metzger. La autodestrucci¨®n del arte es todav¨ªa para ¨¦l una ¡°desesperada arma de subversi¨®n pol¨ªtica de ¨²ltima hora, un ataque al sistema capitalista en movimiento¡±. El resultado no pod¨ªa ser s¨®lo una idea, sino una forma renacida para nuevos tiempos. El f¨¦nix de la escultura por otros medios.
Muy oportunamente, el centro de arte leon¨¦s cierra el c¨ªrculo activista con otras dos exposiciones que entran en di¨¢logo de forma natural con la obra de Metzger: Dar¨ªo Corbeira (Madrid, 1948) y Bene Bergado (Salamanca, 1963). En especial, la obra de esta ¨²ltima resume la idea de la escultura como evocaci¨®n geol¨®gica, discontinua, astuta y provocadora, femenina, indeterminada, horrible en su fealdad. La escultura como un monstruo.
Actuar o perecer. Gustav Metzger-una retrospectiva; Persona. Bene Bergado. Permanecer mudo o mentir. Dar¨ªo Corbeira. Musac. Hasta el 8 de enero de 2016.
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