El Tolst¨®i de los zul¨²s
El libro 'Entre el mundo y yo', de Ta-Nehisi Coates, deber¨ªa leerse en Espa?a tanto como se ha le¨ªdo en EE UU, donde ha recibido el premio nacional de no ficci¨®n
¡°Cuando los zul¨²s produzcan un Tolst¨®i nosotros lo leeremos¡±. ?A qui¨¦n se refer¨ªa Saul Bellow con esa primera persona del plural en una de sus m¨¢s c¨¦lebres y denostadas citas? Ese ¡°nosotros¡± que el gran novelista utiliz¨® inclu¨ªa a los blancos y exclu¨ªa a los negros. No pod¨ªa ser de otra manera siendo Bellow un estadounidense de Chicago y un jud¨ªo descendiente orgulloso de la gran tradici¨®n literaria europea. Es muy probable que el novelista lo dijera sin ¨¢nimo de ofender, que no pensara que la misma ciudad en la que ¨¦l viv¨ªa y escrib¨ªa estaba poblada en sus afueras por negros descendientes de esclavos. Bellow se meti¨® en muchos jardines en sus ¨²ltimos a?os, probablemente por no percibir que cuando dices algo hay al otro lado personas sometidas a la injusticia, que ven mermados sus derechos a diario y que han nacido para servirnos. No imaginaba que sus palabras llegar¨ªan a un escritor negro nacido en 1975, Ta-Nehisi Coates, que se cri¨® en un barrio pobre de Baltimore y que, a¨²n habiendo crecido en una familia comprometida con el activismo radical, hered¨® el terror de sus antepasados, respir¨® el miedo a veces agresivo de sus padres a que le pasara algo, padeci¨® el miedo que le provocaban las pandillas, tembl¨® cada vez que la polic¨ªa asomaba la nariz por sus aceras y fue consciente desde ni?o de que su color le convert¨ªa en un cuerpo a merced de los abusos policiales. Todo eso lo cuenta este periodista editor de la revista The Atlantic en un libro, Between the World and Me (Entre el mundo y yo) que debiera leerse en Espa?a tanto como se ha le¨ªdo en EE UU, donde ha recibido el premio nacional de no ficci¨®n 2015. Las palabras de Coates est¨¢n dirigidas a su hijo, al que cuenta lo que significa ser negro en el pa¨ªs de los grandes sue?os; de hecho, llama "so?adores" a los blancos y los culpa absolutamente de perpetuar un sistema que les condena a la exclusi¨®n o a ser ciudadanos de tercera.
Los datos econ¨®micos le dan la raz¨®n a Coates: los cien multimillonarios americanos que encabezan la lista Forbes suman m¨¢s dinero que toda la poblaci¨®n negra. Aun con medidas correctoras, a los negros les costar¨ªa doscientos a?os ponerse a la altura econ¨®micamente de sus compatriotas blancos. Solo el 40% de los negros posee una vivienda, comparado con el 70% de los blancos. La propiedad de una vivienda supone grandes ventajas fiscales para sus due?os, por lo tanto, se da m¨¢s al que m¨¢s tiene. Para colmo, en los barrios con poblaci¨®n negra las viviendas se revalorizan menos, dado que los blancos evitan vivir en una zona donde haya un 25% de poblaci¨®n negra. Esto se traduce en menos compradores y en unos precios m¨¢s bajos. El resultado es que tras el fin formal de la segregaci¨®n racial prosigui¨® una segregaci¨®n econ¨®mica. Es decir, las diferencias y por tanto las heridas entre las dos comunidades jam¨¢s se han cerrado. Si no fuera por los frecuentes casos de brutalidad policial, este asunto estar¨ªa fuera del debate pol¨ªtico.
Coates ha escrito un libro desalentador porque no quiere mentir a su hijo, no es creyente y no se identifica con los negros que alzan sus manos al cielo en los servicios religiosos convencidos de que llegar¨¢n a la tierra prometida donde una justicia ciega trate a todos los ciudadanos por igual. El autor de este alegato contra el sistema americano no est¨¢ dispuesto a tener esperanza, se niega, y as¨ª desea transmitirle a su hijo lo que ¨¦l piensa de la habitual cantinela nacionalista del discurso americano: "Esta es la base del sue?o: que sus adeptos no solamente deben creer en ¨¦l, sino que deben creer que es justo, creer que su posesi¨®n del sue?o es el resultado natural de las agallas, el honor y las buenas obras". Pero en algo disiento del autor: la esperanza est¨¢ contenida en estos libro, dado que nos explica sin darnos un minuto de respiro c¨®mo ser¨ªa vivir en un cuerpo de tez oscura, nos obliga a calcular la cantidad de recelos, miedos y rencor que atesorar¨ªamos desde el nacimiento.
Coates vincula su existencia a la de los esclavos. En realidad, ha pasado muy poco tiempo. Todos los negros descendientes de la esclavitud leer¨¢n este libro como si un padre les estuviera hablando, incluida Michelle Obama. Pero tambi¨¦n nosotros debemos saber qu¨¦ ocurre cuando la suerte est¨¢ echada desde la casilla de salida.
El autor encontr¨® en un ensayo del periodista negro Ralph Wiley una deslumbrante contestaci¨®n a la iron¨ªa de Bellow: "Tolst¨®i es el Tolst¨®i de los zul¨²s. A menos que uno obtenga alg¨²n beneficio al vallar el patrimonio universal de la humanidad para otorgarle una propiedad tribal exclusiva". En descargo de Bellow, pensemos que era ya un viejo, inmerso en exceso en un mundo cultural acotado. Pero nosotros ya no tenemos excusa. No hablo de herir la sensibilidad de personas con la piel muy fina, sino la de gente a la que no vemos, porque en el fondo nuestro bienestar se sostiene por su postergaci¨®n.
Babelia
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