Ant¨ªgonas de carne y hueso
Un grupo de madres colombianas transforman el dolor por la muerte violenta de sus hijos en una obra teatral
La ma?ana del 6 de febrero de 2008, Mar¨ªa Ubilerma Sanabria, vecina del municipio colombiano de Soacha, sali¨® a trabajar, como siempre, a la Cruz Roja. A su hijo de 16 a?os lo dej¨® durmiendo. Al volver le extra?¨® no verle como cada d¨ªa ante la televisi¨®n, entretenido con aquellos dibujos que tanto le gustaban. Esa noche le esper¨® en la terraza de casa hasta que se hizo de d¨ªa, pero Jaime Estiven Valencia Sanabria nunca volvi¨®. Ocho meses despu¨¦s, Mar¨ªa reconoci¨® en las fotos que le ense?¨® la forense las largas pesta?as de su hijo. ¡°Las ten¨ªa pegadas y pens¨¦ cu¨¢nto habr¨ªa llorado antes de morir, cu¨¢nto tiempo habr¨ªa estado pidiendo auxilio¡±. Hab¨ªan recuperado su cuerpo de una fosa com¨²n. A ella le dijeron que hab¨ªa ca¨ªdo muerto tras enfrentarse al ej¨¦rcito; que su peque?o chivito, como le llamaba cari?osamente, era guerrillero.
Tambi¨¦n apareci¨® en una fosa com¨²n en la misma zona el hijo de Luz Marina Bernal. Fair Leonardo ten¨ªa 26 a?os y una discapacidad que le convert¨ªa en un ni?o de ocho. ¡°No sab¨ªa leer, ni escribir, ni el valor del dinero¡±, cuenta su madre, ¡°pero el fiscal me dijo que era un dirigente narcoguerrillero y que hab¨ªa muerto por enfrentarse al Ej¨¦rcito¡±.
Ambas madres est¨¢n estos d¨ªas en Espa?a, de gira con Ant¨ªgonas, tribunal de mujeres, una obra teatral en la que ellas mismas, acompa?adas por actrices profesionales, relatan su drama. Los hijos de Mar¨ªa y Luz Marina son dos de los casos de los llamados falsos positivos, ejecuciones llevadas a cabo por el ej¨¦rcito colombiano para aparentar que sumaban m¨¢s bajas en la guerrilla y recibir a cambio gratificaciones. El juez Baltasar Garz¨®n, que trabaj¨® en el asunto desde la Corte Penal Internacional, explica que los militares implicados eleg¨ªan ¡ªpara matarlos y cobr¨¢rselos como enemigos abatidos¡ª a ¡°j¨®venes, a veces casi ni?os, de familias humildes, sin recursos, que pensaban que no dar¨ªan problemas¡±. Algunos cuerpos aparecieron con el falso uniforme de guerrillero con la etiqueta puesta o calzado de una talla que no era la suya.
El dramaturgo Carlos Satiz¨¢bal las convenci¨® hace tres a?os para que llevaran su tragedia al teatro. ¡°Fui a sus casas, les ped¨ª que me contaran qui¨¦nes eran sus hijos, qu¨¦ cosas les gustaban, que me ense?aran sus objetos personales. Ellas mismas eligieron qu¨¦ frases quer¨ªan decir en la obra, hecha para transformar el desconocimiento y la insensibilidad, en indignaci¨®n y denuncia¡±, explica. Antes de actuar en Espa?a, invitadas por la Fundaci¨®n Internacional Baltasar Garz¨®n (Fibgar), han representado la obra en Colombia, EE UU, Ecuador, M¨¦xico y Canad¨¢.
¡°Nos llev¨® prepararla seis meses. Al principio no pod¨ªamos ni vocalizar¡±, cuenta Luz Marina, de 56 a?os. ¡°No es un libreto, ni una telenovela, es una vivencia personal, una denuncia, que sale del coraz¨®n¡±. Cuando le preguntan si no es m¨¢s duro revivir cada d¨ªa, en cada representaci¨®n, el desgarro de haber perdido a un hijo ¡ªla desesperaci¨®n de la b¨²squeda, la rabia por las falsas acusaciones, la impotencia ante la larga batalla judicial...¡ª, esta madre responde: ¡°A veces, seg¨²n el estado de ¨¢nimo, nos quebramos, y las actrices enseguida lo sienten como nosotras. Es una obra con gran dolor, pero mucha fuerza. Siento que el d¨ªa que dejemos de hablar de ellos, morir¨¢n del todo. Y celebro poder denunciar sin distorsiones lo que nos pas¨®, a nosotras y a tantas familias que no denunciaron por miedo¡±.
Un hombre se baj¨® un d¨ªa de una moto azul oscura para amenazar a Mar¨ªa con acabar como su hijo si no se estaba ¡°calladita¡±. Despu¨¦s de aquello ya no hubo quien la parara. Sigue peleando por limpiar el nombre del ni?o de las pesta?as largas. Luz Marina ha conseguido que condenaran a los militares que mataron a su hijo. El tribunal estableci¨®, adem¨¢s, que no era un caso aislado, sino un plan sistem¨¢tico.
Ambas madres lloraron cuando Colombia vot¨® en contra del proceso de paz. ¡°Nos doli¨® mucho el no. Falt¨® pedagog¨ªa¡±, opina Luz Marina, convencida a¨²n de la capacidad de ese proceso para lo m¨¢s importante: que se conozca la verdad.
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