Dejar el oficio, dejar la droga
'La treva', de Donald Margulies, se perfila como uno de los ¨¦xitos de la temporada barcelonesa
Esta es una historia de adictos. Hay un momento en el que James le dice a Sarah: ¡°Somos como Jack Lemmon y Lee Remick en D¨ªas de vino y rosas. Los dos son alcoh¨®licos, pero ¨¦l quiere dejarlo. A m¨ª me ha tocado ser el puto Lemmon¡±. La adicci¨®n de James Dodd, reportero, y Sarah Goodwin, fot¨®grafa, es el periodismo de guerra. Los corresponsales no son civiles ni militares. Pertenecen a una estirpe intermedia: pilotos de ¨¦lite saltando sobre zarzas ardientes en misi¨®n de paz. Sarah ha vuelto a Brooklyn con el cuerpo roto tras un atentado. David la dej¨® sola en Irak unos meses antes, vencido por una crisis nerviosa.
La treva, dirigida por Julio Manrique en La Villarroel barcelonesa, tiene uno de esos repartos hechos en el cielo
Time Stands Still (2009), de Donald Margulies, no transcurre en primera l¨ªnea sino en la retaguardia del lejano hogar, tan incierto como la tierra firme para un marino. Cristina Genebat, autora de la traducci¨®n catalana, ha acertado al rebautizarla como La treva, la tregua. Una tregua cargada de tensi¨®n por todo lo que Sarah y James no han podido dejar atr¨¢s y por el dif¨ªcil futuro. Se quieren, pero empiezan a querer cosas distintas. Ella no puede detenerse, ¨¦l comienza a desearlo. El t¨ªtulo original juega con el doble concepto del tiempo detenido y la realidad fijada por una instant¨¢nea. ¡°Al encuadrar¡±, dice Sarah, ¡°todo queda en otra dimensi¨®n, y lo ¨²nico que veo ante m¨ª es la foto¡±. Pero las heridas de guerra no quedan inm¨®viles: se mueven bajo la piel como un virus.
La treva, dirigida por Julio Manrique en La Villarroel barcelonesa, tiene uno de esos repartos hechos en el cielo. Clara Segura construye una Sarah dura, sarc¨¢stica, apasionada, movi¨¦ndose como un animal cautivo, con la potencia explosiva de Patti LuPone: soberbio personaje femenino. David Selvas es un James atormentado, que ans¨ªa dormir sin bombas, sin so?ar con cuerpos mutilados. Tiene una estupenda escena de borrachera en la que surge de golpe todo su dolor y su furia. Y sus celos profesionales: ¡°T¨² eres una estrella, yo soy un vendedor ambulante¡±, le dice a Sarah.
Ramon Madaula es Richard Ehrlich, viejo amigo de ambos, editor fotogr¨¢fico del magazine para el que trabajan. Mima Riera es Mandy Bloom, su joven novia. Richard y Mandy est¨¢n un poco condenados a ser el contrapunto. Margulies les reparte m¨¢s tela a los otros, qu¨¦ le vamos a hacer, pero tambi¨¦n es cierto que crecen a lo largo de los nueve meses de la obra. Se quieren, para empezar: su historia no es el t¨ªpico clich¨¦ de cincuent¨®n con cr¨ªa que podr¨ªa ser su hija. Madaula abre las ventanas de Richard a la fatiga, al amor, a la vulnerabilidad. Es uno de esos actores a los que jam¨¢s te cansas de ver y escuchar: siempre tiene verdad, siempre est¨¢ en el tono y nunca deja escapar un matiz. En suma: es uno de esos int¨¦rpretes que hace que actuar ¡°parezca f¨¢cil¡±. Mima Riera es perfecta para el rol: irradia luz. Esquiva el riesgo de que el personaje se vaya hacia el comic relief, porque al principio Mandy parece un poco tontuela, pero es puro coraz¨®n, y ese coraz¨®n gu¨ªa su inteligencia. Sus preguntas, lanzadas con la sinceridad de un ni?o, van al hueso, al meollo emotivo.
Clara Segura construye una Sarah dura, sarc¨¢stica, apasionada, movi¨¦ndose como un animal cautivo. David Selvas es un James atormentado, que ans¨ªa dormir sin bombas
En la comedia de Margulies hay humor, pasi¨®n, di¨¢logos inteligentes y conflictos reales. Quiere a sus personajes y se nota, porque les da razones a todos. Sarah, James, Richard y Mandy son, esencialmente, gente decente. Las preguntas de la obra no son nuevas ni originales, como suele suceder con las cuestiones que retornan. ?Sirve para algo mostrar el horror en un mundo indiferente? ?Qu¨¦ impulsa al corresponsal a seguir saltando sobre el abismo? Y la pregunta de Mandy: ?C¨®mo se puede fotografiar a la madre con el ni?o agonizante en brazos en vez de socorrerlos? El texto de La treva es, a mi juicio, muy superior al de Cena entre amigos, que a Margulies le vali¨® el Pulitzer, aunque su trabajo que prefiero sigue siendo Collected Stories, aqu¨ª sosamente titulado Historia de una vida, donde hab¨ªa otro gran papel femenino, que Luisa Mart¨ªn bord¨® en el Mu?oz Seca har¨¢ unos a?os.
Julio Manrique ha dirigido el espect¨¢culo con ritmo fenomenal, sin forzar nada, dejando que los personajes crezcan ante nuestros ojos. Y con la sutileza de no mostrar las fotograf¨ªas, haciendo que las adivinemos por su impacto en los rostros de quienes las contemplan. Me gusta mucho la serena melancol¨ªa adulta del ¨²ltimo tercio, cuando Sarah y James han de mirar hacia adelante: record¨¦ a Redford y Streisand modulados por Sydney Pollack en Tal como ¨¦ramos. La producci¨®n es admirable: el gusto por el detalle en el loft dise?ado por Cesc Calafell; la fin¨ªsima iluminaci¨®n de David Bofarull; la banda sonora de Damien Bazin. Todo en su punto. Y La Villarroel est¨¢ a rebosar: merecidamente.
Tambi¨¦n he visto, por fin, P¨¢ncreas, de Patxo Teller¨ªa, en el Amaya madrile?o. Tronchante y marciana comedia negra, con tres actorazos (Jos¨¦ Pedro Carri¨®n, Fernando Cayo, Alfonso Lara) que se salen, conjuntados de f¨¢bula por Juan Carlos Rubio. En breve se lo cuento.
¡®La treva¡¯ (¡®Time Stands Still¡¯), de Donald Margulies. La Villarroel (Barcelona). Director: Julio Manrique. Con Clara Segura, David Selvas, Mima Riera y Ramon Madaula. Hasta el 15 de enero de 2017.
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