Ribera en El Prado: no solo santos
El museo muestra en la exposici¨®n 'Ribera. Maestro del dibujo' el amplio registro formal y tem¨¢tico del artista espa?ol del XVII
Estos ahorcados en suspensi¨®n, esos torturados en el potro de la Santa Inquisici¨®n y aquellos tullidos de bocio gigante, verruga peluda y cabeza grotesca que ya asoman a media luz por las paredes del Prado son tambi¨¦n el universo de Jos¨¦ de Ribera, El Espa?oleto (X¨¤tiva, Valencia, 1591-N¨¢poles, 1652). O el reverso de otro universo: aquel, m¨¢s solemne y conocido, en forma de ¨®leos y lienzos, que habla de santos, ¨¢ngeles e inmaculadas, de martirios y crucifixiones en forma de encargos bien pagados por reyes, nobles y cl¨¦rigos; aquel ampliamente representado en El Prado con 60 pinturas, algunas de ellas tan populares y reconocibles a primera vista como El martirio de San Felipe.
Aqu¨ª hablamos de otra cosa. Las 71 obras que conforman la exposici¨®n Ribera. Maestro del dibujo, ¡°un corpus impresionante y misterioso¡± en palabras de su comisario, Gabriele Finaldi, vienen no a clarificar pero s¨ª a poner en otro contexto el quehacer y los tormentos interiores del m¨¢s italiano de los pintores espa?oles¡ o puede que viceversa. Aquel querub¨ªn que con 15 a?os ya hab¨ªa dejado X¨¤tiva y se hab¨ªa plantado en el virreinato espa?ol de N¨¢poles ¡ªen aquellos albores del XVII una ciudad hiperpoblada, cosmopolita, influyente y peligrosa¡ª con la misi¨®n de aprender la pintura y la mitolog¨ªa cl¨¢sicas y comerse el mundo. Con 20 a?os ni Ariadna ni el Laoconte ten¨ªan secretos para ¨¦l. Con 30 ya era un genio.
En total, la pinacoteca madrile?a presenta ahora al p¨²blico (hasta el 19 de febrero de 2017) medio centenar largo de los 157 dibujos que se conservan de El Espa?oleto en todo el mundo, adem¨¢s de algunas pinturas. El conjunto procede de museos y colecciones privadas de varios continentes, como el British Museum de Londres, el Ashmolean Museum de Oxford, el Museo di Capodimonte de N¨¢poles, el Teylers Museum de Haarlem, el Museo de Bellas Artes de San Francisco, el Metropolitan de Nueva York, el Museo Estatal de Berl¨ªn y, por supuesto, el propio Prado (que atesora nueve dibujos del artista), la Academia de Bellas Artes de San Fernando y el Museo de Bellas Artes de C¨®rdoba.
La muestra viajar¨¢ posteriormente al Meadows Museum de Dallas. La versi¨®n que posteriormente viajar¨¢ al museo tejano como fruto del acuerdo de colaboraci¨®n entre ambas instituciones lo har¨¢ con un t¨ªtulo distinto a la del Museo del Prado y, siendo justos, m¨¢s evocador y hasta puede que m¨¢s certero: Entre el cielo y el infierno: los dibujos de Jusepe de Ribera. Porque entre el cielo y el infierno exactamente se movi¨® este pintor espa?ol que nunca ejerci¨® en Espa?a.
As¨ª explica Gabriele Finaldi la trayectoria de Jos¨¦ de Ribera en esa frontera y la importancia de sus dibujos: ¡°Los dibujos desvelan un artista sorprendentemente humano, algo que le hace intrigante y tambi¨¦n m¨¢s complejo. Se interesa por los marginados de la ciudad, los lazzaroni de la calle, los gitanos y los enfermos; le fascina la fealdad y lo grotesco, dibuja viejas con bocios y bigotes y hombres gordos y rid¨ªculos, tambi¨¦n los castigos de los criminales en la calle y los interrogatorios p¨²blicos de la Inquisici¨®n. Pero tambi¨¦n hace santos y dioses, v¨ªrgenes y hasta un desnudo femenino, un tema muy poco frecuente entre los artistas espa?oles del Siglo de Oro. Para Ribera el dibujo constituye una zona privada y aut¨®noma, de hecho, sorprende los pocos dibujos preparatorios que hay para sus pinturas¡±.
Hubo quien tach¨® a El Espa?oleto de pintor que pintaba solo ¡°con la sangre de los santos¡±. Fue, en concreto, Lord Byron en uno de sus poemas. Pese a lo injusto del reduccionismo, no quiere Gabriele Finaldi restarle eficacia a ese mensaje cr¨ªtico incrustado en la poes¨ªa de Byron: ¡°Ese verso es una caricatura muy potente. Ayuda bastante que la palabra inglesa tainted, en alusi¨®n a los pinceles manchados (de sangre), hace rima con sainted, los m¨¢rtires santificados) y ha sido muy influyente en la cr¨ªtica del pintor. Al mismo tiempo, no hay duda que sus martirios de santos son muy llamativos por su violencia y su realismo, y tambi¨¦n sus mitolog¨ªas, como se puede ver en la pintura de Apolo y Marsias presente en la exposici¨®n, en la que el joven dios Apolo, de una belleza deslumbrante, impone su horrible castigo al s¨¢tiro Marsias desoll¨¢ndolo e introduciendo su mano debajo de la piel roja de su pierna¡±.
Elena Cenalmor, conservadora en el Museo del Prado, ha trabajado codo con codo con Gabriele Finaldi tanto en la coordinaci¨®n del cat¨¢logo razonado como en el montaje de la exposici¨®n. Y una tarde, d¨ªas antes de la inauguraci¨®n, en las salas de la pinacoteca, mientras da los ¨²ltimos retoques a la colocaci¨®n y disposici¨®n de los dibujos, los grabados, las sanguinas, las aguadas y los carboncillos, explica con aut¨¦ntica pasi¨®n su visi¨®n de este conjunto de santos penitentes y enviados especiales al infierno: ¡±Lo que m¨¢s pinta son santos, en penitencia o en escenas de torturas y martirio, ahorcamientos, algunos de ellos de la Inquisici¨®n. No hace juicios, solo los retrata, es naturalista, sale a la calle y toma nota de lo que ve. Se conservan tambi¨¦n bastantes dibujos suyos de hombres desnudos atados a ¨¢rboles y escenas de violencia entre civiles, venganzas probablemente¡±.
Cenalmor destaca las escenas de s¨¢tiros, de seres mitol¨®gicos con gran expresividad y rasgos muy marcados, de trazo exquisito, seres atormentados pero nunca caricaturescos, de acr¨®batas, de santos, de gitanos y turcos en N¨¢poles, de pastores, de personajes defecando, de seres deformes con grandes granos y bocios¡ ¡°Esta es una tradici¨®n que se remonta a Leonardo y que Ribera nunca retratar¨¢ en sus lienzos, sino solo en sus dibujos y en sus grabados¡±, explica.
La exposici¨®n se cierra con el que muy probablemente fue el ¨²ltimo dibujo de Jos¨¦ de Ribera, La adoraci¨®n de los pastores, procedente de Berl¨ªn. Se cree que lo ejecut¨® hacia 1650, casi al final de su vida. Es el trazo de una persona mayor, un trazo tr¨¦mulo, una aguada menos precisa que sugiere la proximidad del final pero que conserva la impronta del genio. En la sala de al lado, una sanguina inquietante. Un murci¨¦lago sobrevuela dos orejas humanas y parece escapar de la pared. El murci¨¦lago aterra. Las orejas se pueden coger con la mano. Los pastores rezan. Entre el cielo y el infierno.
Por fin, el cat¨¢logo razonado del Ribera dibujante
Lo que el visitante del Prado va a ver es una muestra fant¨¢stica ¨Cdesde luego poblada por seres fant¨¢sticos¡ª en el m¨¢s amplio espectro de la palabra organizada entre El Prado, el Meadows Museum de Dallas y la Fundaci¨®n Focus. Pero la exposici¨®n no es la ¨²nica noticia relacionada con Ribera, puede que ni siquiera la m¨¢s importante: al mismo tiempo las tres instituciones han concluido en estos d¨ªas la tit¨¢nica misi¨®n de dar a imprenta el Cat¨¢logo Razonado de la obra gr¨¢fica del artista, hasta ahora inexistente. Una obra monumental y referencial de casi 400 p¨¢ginas coordinada por el propio Finaldi, exdirector adjunto del Prado, actual director de la National Gallery de Londres y muy probablemente la m¨¢xima autoridad mundial en Ribera. Aunque fue el historiador del arte e hispanista Jonathan Brown el primer especialista que, en los a?os 70, catalog¨® y orden¨® cronol¨®gicamente la obra gr¨¢fica de El Espa?oleto. Aquellos estudios iban a ser la base de la antol¨®gica que en 1992 celebr¨® El Prado en torno a Ribera (y con Finaldi ya en el equipo de expertos), y por consiguiente tambi¨¦n de este cat¨¢logo.
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