La aperreada vida a este lado del muro
Le quedan el rostro desafiante y la yugular marcada de muchas batallas
Conserva todav¨ªa el aire agreste de aquel tiempo en que el Kaos se escrib¨ªa con K y siendo una adolescente punki en el instituto madrile?o Las Palomas, de Rivas-Vaciamadrid, donde era representante estudiantil, fund¨® con unos amigos la asociaci¨®n Krak, Colectivo Revolucionario Amanece que no es poco. Viene de salir ilesa de los zarpazos del acoso medi¨¢tico debido a supuestas irregularidades familiares de cuando era concejala de Izquierda Unida en ese Ayuntamiento; llega tras hacer valer sus espolones en la pelea de gallos de las tertulias contra los adversarios de la derecha, en un gallinero donde el grito m¨¢s prolongado decide al ganador. De esas batallas le quedan el rostro desafiante y la yugular muy marcada.
Si la pol¨ªtica fuera un c¨®mic Tania S¨¢nchez ser¨ªa una de esas chicas sin desbravar, muy apretada de botas y vaqueros, que baja de la moto y abre las puertas de una patada para que quede claro desde el principio que hay que imaginarla lo m¨¢s lejos posible de una de esas pijas gangosas que juegan a revolucionarias despu¨¦s de haber vestido falda plisada y zapato llano con pompas del chicle en la boca a la salida del colegio de monjas. Tania parece haber probado la salsa en que se cuece la parte m¨¢s dura de la sociedad. Ha sido educadora en la narcosala de Barranquillas y en la drogodependencia de Bat¨¢n, ha trabajado de camarera, repartido publicidad en la calle, hecho un Erasmus en Suecia, se ha licenciado en Antropolog¨ªa en la UNED, se ha batido en los movimientos antitaurinos y ahora es esa joven pol¨ªtica de 37 a?os que acude a la cita en el bar del Palace, frente al Congreso, donde es diputada de Podemos, con un aire de guerrera dispuesta a tomarse un agua mineral entre dos bombardeos. Despu¨¦s de todo, su dise?o bravo soporta perfectamente la mullida moqueta, el sill¨®n de cuero dulce y los reflejos de plata vieja de las vitrinas de esta botiller¨ªa de lujo.
Puede que lleve como una cruz su pasada relaci¨®n con Pablo Iglesias, el sello de exnovia del l¨ªder, al que conoci¨® en los debates de La Tuerka, amores y desamores embullados que coinciden con la carrera de los 100 metros vallas que ha realizado huyendo de Izquierda Unida a Podemos, de la asamblea de Madrid a diputada del Congreso, una cabalgada entre contracciones hasta caer domada y sin aristas al lado de Rita Maestre en el bando de ??igo Errej¨®n, transversal y posibilista. Pero este no es un an¨¢lisis pol¨ªtico sino el perfil literario de una mujer batida por los vaivenes de la izquierda radical, paradigma de una nueva forma de vivir, a la que hay que prestar atenci¨®n si uno quiere saber por d¨®nde vienen los naipes de la nueva baraja. M¨ªrenlas bien. Esas chicas de Podemos, Tania, Rita, Irene, Carolina, Teresa, dan la sensaci¨®n de ser m¨¢s fuertes que sus compa?eros, los l¨ªderes masculinos.
En el bar La Funda.mental, un colmado del rollo, ubicado en Lavapi¨¦s, en Madrid, donde Tania S¨¢nchez con Pablo Iglesias y sus amigos iniciaron sus ideales pol¨ªticos a medias con los intercambios sentimentales entre cervezas bebidas a morro, alguien ha escrito con rotulador en el retrete de caballeros: ¡°No soy una princesa, pero puedo hacer que te sientas un rey¡±. No imagino estas palabras en boca de S¨¢nchez dispuesta a recuperar los favores de Iglesias, el l¨ªder que nunca duda, el guardi¨¢n de las certezas, ni de ninguna de las j¨®venes feministas adheridas a la pol¨ªtica airada que transitan por esa ca?ada moderna de Lavapi¨¦s, llena de abrevaderos, Achuri, Maldito Querer, Barbieri en cuyas barras y terrazas se agolpan estos mutantes pol¨ªticos.
Un muro invisible
Por la calle Argumosa hasta la plaza de Lavapi¨¦s y siguiendo por Ave Mar¨ªa discurre un muro invisible, pr¨¢cticamente imposible de saltar, que divide a la sociedad en dos formas de vivir. Al otro lado, est¨¢ el sistema. A este lado, chicas sarracenas con el velo isl¨¢mico, adolescentes fardonas con un piercing en las cejas y en los labios; negras con floripondios de colores en la cabeza; congole?os o senegaleses, que tal vez han salvado las concertinas de la valla de Ceuta o han arribado en una patera para ofrecerse de esclavos en el para¨ªso conviven con una grey espa?ola, profesores, poetas, artistas o nada, j¨®venes ya maduros sin horizonte, que acamparon en la Puerta del Sol el 15 de mayo, seres digitales que se manejan en la telara?a universal con suma naturalidad y comparten proyectos, desenga?os, sue?os imposibles y sobreviven a salto de mata.
Pienso que ese muro divide el hoy del ma?ana, pero el d¨ªa en que la forma de vivir a este lado se convierta en una est¨¦tica, la rebeld¨ªa de los j¨®venes podr¨¢ ser asimilada por el sistema y entonces habr¨¢ ganado tambi¨¦n la batalla pol¨ªtica. Jeric¨® caer¨¢ sin necesidad de que ning¨²n Josu¨¦ con coleta o sin ella detenga el sol. O seducci¨®n o nada. Tania S¨¢nchez se limita a sonre¨ªr. Y en el bar del Palace se levanta la sesi¨®n.
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