Kafka, un tipo extra?o seg¨²n las mujeres
El estudioso de la obra del escritor checo Reiner Stach presenta su monumental biograf¨ªa
![Carles Geli](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fa9b22405-2109-4118-ae48-4425d7e9347c.jpg?auth=e66ff8a8789b201bc53443e4032a94c14f0b0a3ebb67ab75853a065c687a63ea&width=100&height=100&smart=true)
![Franz Kafka, sentado a la derecha con invitados.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TWN5Q6M6J6OCJNN5IDI2JFFTY4.jpg?auth=c7e4c172a171c87de3554fbcf7c2846edd3279572ca0d9d13d0d16de60d638c4&width=414)
Fue el domingo 17 de noviembre de 1912 cuando Franz Kafka experiment¨® la sensaci¨®n de no poder levantarse de la cama, de no querer ni poder hacer nada, deprimido por no obtener respuesta de su amada Felicia y por el peso de arrastrar la novela El desaparecido, que no arrancaba. La imagen del hombre degradado a animal, a insecto que no sirve para nada, la ven¨ªa oyendo desde peque?o porque era un exabrupto asiduo de su padre; tambi¨¦n hac¨ªa poco que su amad¨ªsima hermana Ottla se hab¨ªa puesto por vez primera en contra suya por su escasa implicaci¨®n en la f¨¢brica familiar; con el tiempo, aflorar¨ªa tambi¨¦n una latente fobia a los ratones, eso sin contar que hab¨ªa le¨ªdo El Kondignog, relato de un dan¨¦s, Johannes V. Jensen, donde una persona muta en horrendo y prehist¨®rico animal¡ Todo eso condicion¨® y condujo a una de los relatos claves de la historia de la literatura, La transformaci¨®n. Y detalles as¨ª solo puede conocerlos en la Tierra el alem¨¢n Reiner Stach, que ha dedicado 19 a?os de su vida a saberlo absolutamente todo sobre el escritor checo, sapiencia que ha plasmado en su monumental (de forma y fondo) Kafka, 2.360 p¨¢ginas que ahora publica en dos tomos estuchados Acantilado.
Stach (Rochlitz, 1951), quiz¨¢ tan ¡°perfeccionista compulsivo¡± como ¨¦l mismo define a su biografiado, se remonta hasta la Batalla de la Monta?a de 1620 para entremezclar, en una biograf¨ªa ejemplar, vida, obra, an¨¢lisis literario, retrato psicol¨®gico, historia y sociolog¨ªa para no dejar zonas oscuras de Kafka. ¡°De peque?o pisaba adoquines con cruces que recordaban los ejecutados de esa batalla; gracias a ella, su familia pudo emigrar desde el Este a Austria¡±, fija un bi¨®grafo que no duda en romper mitos, como el del albacea salvador de una obra que Kafka dejo escrito que ardiera a su muerte. ¡°Su amistad es un gran misterio porque eran muy distintos; adem¨¢s, no podemos fiarnos de Brod porque tergiversa mucho: dice que adopt¨® a Kafka como amigo pero fue al rev¨¦s; como editor, una vez decidido a no destruir la obra, tom¨® algunas decisiones catastr¨®ficas: la edici¨®n de las obras era muy provisional, como al principio admiti¨®, pero es que luego acab¨® regalando los manuscritos a su ¨²ltima secretaria, que los fue vendiendo y dispersando; es absurdo: salv¨® dos veces, del fuego y de los nazis, el original de El proceso y luego lo acab¨® regalando¡±.
Tampoco es Kafka en su opini¨®n un personaje tan rarito. ¡°Hay una veintena de relatos de personas que le conocieron y ninguna deja constancia de que fuera desagradable o extra?o; al contrario: era encantador, simp¨¢tico, quiz¨¢ un poco infantil y na?f, y muy querido por sus compa?eros de oficina... La imagen y la descripci¨®n de tipo extra?o vino dada por algunas mujeres, a las que decepcion¨®, en buena parte porque nunca les dec¨ªa las cosas claras: se debat¨ªa entre casarse y los ataques de p¨¢nico de pensar que con esas ataduras no podr¨ªa escribir nunca m¨¢s; especialmente ese retrato se debe a Milena Jesensk¨¢, que dijo de ¨¦l que era un santo que viv¨ªa en un mundo equivocado, ¡®un desnudo entre vestidos¡¯: imagen bonita, pero equivocada porque Kafka era muy sensible, pero no un ser indefenso¡±. ?Y ese masticar 70 veces antes de tragar; ese poco activo sexualmente pero con seis amantes y asiduo de prost¨ªbulo, por ejemplo? ¡°Sin duda era un hombre singular, con alg¨²n tic neur¨®tico, como inspeccionar siempre todos los colchones para ver si estaban limpios, o hacer gimnasia milim¨¦tricamente como indicaban las ilustraciones, pero era fruto de que todo lo quer¨ªa hacer perfecto, sin m¨¢cula¡±.
![El editor alem¨¢n Reiner Stach, autor de la biograf¨ªa definitiva de Franz Kafka.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VEA6NGEYVB5UTQVPL26FWDOWZU.jpg?auth=dbf9d75f4f42625a177e1976b63b95fcea480fe332e734752d54b93170ccddc5&width=414)
Ese af¨¢n cartesiano, en cambio, am¨¦n de llevarle a destruir la mayor parte de su obra, era antit¨¦tico a su proceso de trabajo literario. Stach expone, tras cotejar los originales con las cartas y los diarios, que la producci¨®n de Kafka va como los oleajes del mar: trabajo obsesivo en pocas semanas, generalmente a ra¨ªz del chispazo de una imagen muy pict¨®rica basada en acontecimientos reales, para retraerse luego en semanas o meses de sequ¨ªa creativa, como si el almac¨¦n lleno se fuera agotando de ideas. ?Explicar¨ªa eso la incapacidad de Kafka por haber concluido nunca una obra larga, en el marco de una producci¨®n que en un 90% dej¨® inconclusa? ¡°Una novela no se improvisa, se planifica; s¨®lo hace falta leer los diarios de Thomas Mann: escoge un tema, luego la trama, los protagonistas, investiga temas hist¨®ricos relacionados y luego escribe; es la ant¨ªtesis de Kafka, que s¨®lo hizo algo parecido una vez, en Am¨¦rica; si se miran los originales de El castillo, por ejemplo, se ve que no sabe qu¨¦ hacer con los tres personajes, es imposible si no se ha planificado y menos a¨²n intentar hacerla de una tirada¡±.
Es el bi¨®grafo de los que creen que La transformaci¨®n es un texto con gran sentido del humor. ¡°La mezcla entre lo horrible, lo triste y lo c¨®mico es nueva, se la inventa ¨¦l, ning¨²n autor antes la hab¨ªa experimentado, s¨®lo m¨¢s tarde lo veremos en Samuel Beckett¡ Kafka, tras lo asqueroso de idear un insecto de casi dos metros, inmediatamente introduce lo c¨®mico: esto le ha pasado, dice el protagonista, porque duerme poco, que trabaja mucho y hay gente que lo hace muncho menos, pero que, en fin, que se ha de levantar porque ha de ir a la estaci¨®n¡, cuando el lector ya sabe que no podr¨¢ salir de la cama; y en El proceso ocurre algo similar, se mezcla comicidad y thriller: alguien despierta y se ve rodeado en su cama por gente uniformada que le comunica que ha sido detenido¡ y para arreglar el entuerto, al detenido s¨®lo se le ocurre ense?ar su carnet de ciclista¡¡±. Cree Stach que los profesores de instituto ¡°son est¨²pidos: deber¨ªan mostrar ese Kafka humor¨ªstico y no empe?arse en el l¨²gubre; lo que hay que dar a conocer son sus cartas y sus entradas de diario¡¡±.
El Kafka m¨¢s t¨¦trico se refuerza con la interpretaci¨®n que se hace de En la colonia penitenciaria, le¨ªda por estudiosos como profec¨ªa del Tercer Reich y del Holocausto. Nada m¨¢s lejos: ¡°Ese t¨ªtulo es una excepci¨®n en su obra; no hay ni una pizca de humor, describe torturas y procesos muy desagradables¡ Todo eso ya lo ha visto Kafka con la Primera Guerra Mundial, no necesita de un Tercer Reich¡±. Lo que no quiere decir que la relaci¨®n de Kafka con la historia coet¨¢nea fuera voluble o fr¨¢gil como parecer¨ªa indicar su m¨ªtica entrada de diario del 2 de agosto de 1914: ¡°Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar¡±. ¡°Nunca estuvo desconectado; ocurre que hablaba todo el d¨ªa en todas partes de ello y ¨¦l necesitaba su ¨¢mbito personal; es poco habitual que recogiera este tipo de episodios; es m¨¢s, es el ¨²nico acontecimiento as¨ª que aparece. No lo hace ni el final de la guerra¡±.
De Kafka, Stach ten¨ªa contabilizados en 2003 m¨¢s de 130.000 webs que giraban a su alrededor. ¡°Ahora se ha de multiplicar por 10¡±, dice quien cree que la literatura de Kafka se la comprende hoy m¨¢s que en su ¨¦poca: se le ha le¨ªdo m¨¢s ideol¨®gicamente, desde la religi¨®n o el psicoan¨¢lisis o el existencialismo y, en cambio, ahora se le lee m¨¢s literariamente, se ajusta m¨¢s a lo que quiso ser: un artista y no un polit¨®logo o un te¨®logo¡±. ?Y dej¨® alguna lecci¨®n moral o pol¨ªtica su obra? ¡°Si miramos La condena o El castillo vemos que las dos v¨ªctimas lo son fruto de la crueldad de instancias superiores; pero una lectura m¨¢s atenta de los textos te demuestra que tanto Joseph K como K se convierten en v¨ªctimas porque cooperan con el gobierno; la lecci¨®n de Kafka es: no hay que cooperar¡ Es que Kafka es un individualista; sus personajes son v¨ªctimas cuando colaboran¡ Un gobierno depende de la cooperaci¨®n de los otros; y eso, en este siglo XXI, se ve claramente: todas esas injerencias en nuestra intimidad, ese control de c¨¢maras y de vigilancia en Internet y de los e-mails s¨®lo les funciona si abandonamos voluntariamente nuestra intimidad¡±. Gran Kafka.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Carles Geli](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fa9b22405-2109-4118-ae48-4425d7e9347c.jpg?auth=e66ff8a8789b201bc53443e4032a94c14f0b0a3ebb67ab75853a065c687a63ea&width=100&height=100&smart=true)